El estado del norte, que ganó Trump en 2016 por sorpresa, otorga 20 votos en el Colegio Electoral
WILKES BARRE.-
Pensilvania se ha convertido en el escenario principal de los últimos días de la campaña electoral de Estados Unidos. El estado norteño ofrece 20 codiciados votos del Colegio Electoral y está muy dividido.
Tanto el presidente, Donald Trump, como su rival demócrata, Joe Biden, han visitado insistentemente el lugar en los últimos días, para intentar convencer hasta al último de los indecisos.
El candidato demócrata reservó, de hecho, sus dos últimas jornadas de campaña íntegramente a su estado natal. Sabe que si gana Pensilvania tendría la victoria más cerca, teniendo en cuenta los sondeos en otros lugares clave.
“Está en juego la personalidad de este país. Hay mucha división, y necesitamos estar unidos. Esa polarización se produce porque el liderazgo del país la está promocionando”, señala Randy Richardson, un comerciante de mediana edad, en las calles de Scranton, la ciudad donde Biden vivió sus primeros años.
Votará a su paisano. “No me gusta cómo está manejando la pandemia Donald Trump. No existe un mensaje unificado. En otros países no se delega la decisión sobre qué hacer en medio centenar de estados. Se hace una política federal. Aquí no se ha hecho eso”, justifica Richardson.
Biden, su opción, lidera los sondeos con unos 4,1 puntos de ventaja sobre Trump, lejos de los 7,3 puntos que separaban a ambos candidatos el 12 de octubre, según el consolidado de encuestas realizado por el portal Real Clear Politics.
El presidente ha conseguido recortar la distancia. No es la primera vez. En 2016 ganó Pensilvania por apenas 44.000 votos, después de darle la vuelta a unos sondeos que situaban como ganadora a la entonces candidata demócrata, Hillary Clinton.
TRUMP SE ALZÓ CON LA VICTORIA EN 2016
Trump consiguió romper un ciclo de dominio demócrata de hasta seis victorias en elecciones presidenciales consecutivas en el estado norteño. Lo consiguió prometiendo traer de vuelta los empleos perdidos durante décadas debido a la deslocalización de industrias en otros países con manos de obra más barata.
Tras cuatro años de mandato, el desempleo se había reducido, en febrero, antes de la pandemia, medio punto con respecto a la cifra dejada por la Administración del ex presidente Barack Obama.
“Hay que hacer que este país trabaje. Hay que sacar a los sin techo de la calle y los demócratas no lo hacen. Sólo les interesan sus bolsillos”, comenta Robert Smith, un mecánico de Wilkes-Barre, una pequeña localidad del condado de Luzerne, en el este de Pensilvania, donde el horizonte aparece regado con fábricas de ladrillo vivo, y que Trump consiguió teñir de rojo hace cuatro años.
Defiende la política de ley y orden esgrimida por el presidente. “Hay que mantener financiados tanto a la Policía como al Ejército. Son los únicos que pueden enfrentar a los grupos terroristas. Prefiero que vayan ellos a luchar contra los criminales, porque si tengo que ir yo, la cosa se va a poner muy fea para ese criminal”, comenta Smith.
No está de acuerdo, por otro lado, con parte de la posición demócrata con respecto al manejo de la pandemia. “Odio las mascarillas, aunque sé que hacen sentir a la gente segura. Pero el hecho es que no me gustan, y no quiero estar obligado a llevarlas todo el rato. Hay muchos sitios abiertos y tampoco es que protejan tanto”, asevera el mecánico.
CAMPAÑA MUY REÑIDA
En las áreas residenciales de Scranton y Wilkes-Barre, las calabazas de Halloween se mezclan estos días con la cartelería y propaganda electoral. En algunos barrios parecen auténticas zonas de batalla de campaña, con la mayoría de casas apoyando a uno u otro candidato, en un estado muy dividido.
“Trump intenta que la gente se enfrente. Selecciona a algunas personas para crear discordia. Dice que los suburbios no van a estar seguros si dejamos a las minorías mudarse allí, y cosas así”, cree Bill Herbert, un sindicalista retirado del sector del acero, que votará a Biden.
No le molesta que el magnate pinte a parte del partido demócrata como socialista. “En América ha habido un lavado de cerebro sobre el comunismo y el socialismo. Nos han dicho, durante años y años, que debemos rechazar eso y todavía están con ese discurso. Pero, en lo que respecta al partido demócrata, no es socialismo per sé, sino usar el dinero de los impuestos para desarrollar el país, para ayudar a la gente y para mejorar la economía. Los republicanos no quieren hacer eso. Quieren quedarse con todo el dinero y dárselo a los ricos”, asevera Herbert.
El sindicalista es demócrata y apoya el ‘fracking’, una industria que se ha convertido en el centro de la campaña en Pensilvania. Trump alega que los demócratas quieren prohibir la extracción de gas por esa vía, acabando con los 26.000 empleos directos que ofrece. Biden lo niega, pero la facción más progresista, aunque minoritaria, de su partido, sí aboga por una limitación mucho más restrictiva del ‘fracking’.
La dividida Pensilvania será uno de los estados que centrarán la atención durante el recuento. El entorno republicano ha denunciado un posible fraude en torno al voto por correo, especialmente en este estado, y no se descartan tensiones en la noche electoral.
De hecho, las autoridades de Filadelfia, la mayor ciudad del estado, ya han hecho saber este lunes que el recuento podría “fácilmente llevar varios días” debido a que se han emitido más de 400.000 votos por correo para estas elecciones.
En una carta abierta a los votantes de la ciudad, el alcalde, Jim Kenney, y la comisionada, Lisa Deeley, han recordado que no se puede comenzar a contar los votos por correo y anticipados hasta las 7.00 horas del 3 de noviembre, por lo que habrá papeletas por contar después de la noche electoral. Por ello, “esto podría determinar el resultado en Filadelfia” y en el estado en su conjunto, han prevenido, pidiendo paciencia.