El apodo favorito de Donald Trump para referirse a los medios de comunicación es “prensa deshonesta”. De cuando en vez lo cambia por “prensa repugnante”.
Y a veces lo emplea todo junto: “seres humanos repugnantes y deshonestos”.
El más que probable candidato del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos tiene un catálogo completo de expresiones para referirse a periodistas y medios. En las últimas semanas, empleó su micrófono y sus tuits para calificarlos de “tercera clase”, “no agradables”, “vergonzosos”, “farsantes”, “malos profesionales” y “malas personas”. O, cando quiere un mayor énfasis en un mensaje en Twitter, “MALOS”.
El empresario también ha estado rápido a la hora de retirar credenciales a los medios cuyas informaciones no le gustan — el último en entrar en esta lista ha sido The Washington Post.
Trump parece estar eternamente enfadado con la prensa, pero su malestar responde a una estrategia.
Considera que tiene poco que perder con los ataques a la prensa — y mucho que ganar.
“Es un lugar común en la política estadounidense que no se pierde una elección por criticar a los medios”, dijo Robert Lichter, presidente del Center for Media and Public Affairs. “Funciona bien con el público, especialmente con los republicanos”.
Aunque el lenguaje de Trump es más incendiario y critica de una forma más personal a los periodistas que candidatos anteriores, sigue con una larga tradición de políticos modernos que decidiendo pagarlo con el mensajero.
El expresidente Dwight Eisenhower animó la Convención Republicana de 1964 con su queja sobre “columnistas y comentaristas sensacionalistas”.
El vicepresidente de Richard Nixon, Spiro Agnew, atacó el “negativismo” de la prensa.
El presidente George H.W. Bush, que compartió momentos de ocio con fotógrafos de la prensa e invitó a reporteros a picnics en la Casa Blanca y a otros eventos, seguía exhortando a los votantes durante su campaña a la reelección para actuar en base al popular lema: “Enfaden a los medios: Reelijan a Bush”. Su esposa, Barbara, dio un afilado consejo a Hillary Clinton cuando la entonces primera dama entrante vivió la residencia oficial en noviembre de 1992: “Evite a esta gente como a una plaga”, dijo Bush a Clinton, señalando con su mano a los reporteros y fotógrafos que estaban en el South Lawn.
Trump está llevando la estrategia de combatir a la prensa a un nivel completamente nuevo.
En el plazo de un mes, publicó 39 tuits atacando a reporteros y medios, mezclados con un número más pequeño de referencias positivas y neutrales en su cuenta en la red social. Solo un ejemplo: “Los medios están en una caza de brujas contra mí. Información falsa – y mucha, pero resistiremos”.
Esta semana, Trump revocó las credenciales del Post, por una “cobertura e informaciones increíblemente inexactas” del diario. Otros medios a los que ha vetado, tanto temporal como permanentemente, son Politico, Des Moines Register, BuzzFeed, Daily Beast y Huffington Post.
El editor del Post dijo que el último movimiento de Trump “no es más que el rechazo al papel de una prensa libre e independiente”.
Kathleen Carroll, directora ejecutiva de The Associated Press, dijo que su veto hace un flaco favor al servicio público.
En la carrera para ocupar el cargo de más poder del planeta, dijo, “el público está interesado en lo que los candidatos hacen y dicen, tener una cobertura independiente es parte de lo que mantiene al público informado”.
¿Por qué es tan rápido Trump para enfrentarse a la prensa?
Por una parte, su lenguaje puede ser una estrategia exitosa para cambiar el tema cuando quiere distraer la atención.
El mes pasado, cuando los reporteros le pidieron insistentemente para que documentase qué había hecho con los millones de dólares recaudados para los veteranos, se volvió contra ellos llamando a un reportero “inmoral” y refiriéndose sarcásticamente a otro como “una belleza real”. Este lenguaje en sí se convierte en parte de la historia, desviando la atención de las presuntas sobre la gestión de esos fondos.
Las constantes críticas de Trump a los medios también le ayudan a prepararse para futuras noticias negativas.
Especialmente los conservadores suelen estar alerta ante los medios de comunicación, y la retórica de Trump refuerza el mensaje de que no se puede creer nada de lo que publican.
“Parte del motivo por el que podría haber decidido que quiere ser muy agresivo es para asegurarse de que sus partidarios no tengan en cuenta cualquier ataque de la prensa”, manifestó el ex presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, seguidor de Trump, en una reciente entrevista con Fox News .
Con el Partido Republicano patas arriba por la candidatura de Trump, sus exabruptos también sirven de elemento unificador dentro del partido. Los republicanos más convencidos pueden tener grandes diferencias con el magnate inmobiliario en algunos temas, pero son solo uno en el desprecio a los medios.
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Por NANCY BENAC y JONATHAN LEMIRE