RIO DE JANEIRO (AP) — La policía brasileña señaló el jueves que Ryan Lochte y otros nadadores estadounidenses no fueron asaltados tras una noche de fiesta, y afirmó en cambio que los deportistas estaban ebrios y provocaron destrozos en el baño de una gasolinera.
Tras el incidente, los nadadores fueron interrogados por guardias armados, pagaron los daños y pudieron marcharse, señalaron las autoridades.
Las versiones contradictorias sobre si el robo ocurrió o no se convirtieron en el mayor espectáculo fuera de las sedes deportivas en Río de Janeiro. Propinaron un golpe a los deportistas olímpicos estadounidenses, durante unos Juegos en que han tenido un desempeño notable en las competiciones.
Antes de que surgiera este vuelco en el caso de Lochte, el golpe lo habían recibido las autoridades brasileñas, cuestionadas por su presunta incapacidad de garantizar la seguridad de atletas y turistas, tras añejos problemas de delincuencia.
“No se cometió robo alguno contra estos deportistas. No fueron víctimas de los delitos que señalan”, dijo Fernando Veloso, jefe de la Policía Civil, durante una conferencia vespertina con la prensa.
Pero el relato de la policía abre dudas sobre la posibilidad de que Lochte y los nadadores hayan creído en realidad que eran víctimas de un robo. El abogado de Lochte ha afirmado que el asalto ocurrió, e insistió en que el nadador no tenía nada que ganar si inventaba la historia.
No hubo respuesta del abogado, el agente ni el padre de Locthe a los mensajes que se les enviaron solicitando sus comentarios.
Los nadadores podrían enfrentar incluso una multa o una suspensión, bajo el reglamento de conducta de la federación estadounidense de natación que prohíbe los actos deshonestos o fraudulentos. Por lo pronto se desconocía si la organización intervendría.
Tampoco está claro si los nadadores podrían enfrentar cargos penales.
Inicialmente, Lochte dijo que él y sus compañeros Jack Conger, Gunnar Bentz y Jimmy Feigen fueron interceptados cuando viajaban en un taxi, tras una noche de fiesta que siguió a la última competencia olímpica de natación, el sábado por la noche. Los sujetos armados que los detuvieron les habrían robado distintas pertenencias, según esa versión.
Esta semana, la policía informó que no pudo encontrar evidencias que sustentaran esa acusación, y un juez ordenó que los pasaportes de los nadadores fueran decomisados mientras continuaba la pesquisa.
Lochte había regresado ya a Estados Unidos, pero los otros se quedaron en Brasil. Conger y Bentz fueron obligados a descender de un avión que estaba por despegar en Río de Janeiro.
Algunos detalles de la versión oficial cambiaron el jueves. Al principio, la policía dijo que los guardias de la gasolinera no apuntaron sus armas a los nadadores. Luego, indicó que ello sí ocurrió.
Pero un video de circuito cerrado confirmó que los deportistas causaron destrozos en la gasolinera, lo que derivó en una confrontación con los empleados de ésta.
En las imágenes, uno de los nadadores arranca un letrero adherido a un muro y lo azota contra el suelo. Llega un trabajador de la gasolinera e inspecciona los daños junto con algunos compañeros.
Veloso dijo que los nadadores rompieron una puerta, un contenedor de jabón y un espejo.
Posteriormente, los nadadores hablan con guardias de seguridad, quienes los convencen de dirigirse a otra sección de la gasolinera. El taxi se marcha.
Mientras hablan, dos de los nadadores alzan las manos. Los cuatro se sientan en una acera. Tras unos minutos, se levantan y parecen intercambiar algo —quizás dinero, como dijo la policía— con uno de los hombres en la estación.
Un funcionario policial, quien solicitó el anonimato porque la investigación prosigue, dijo que dos guardias apuntaron sus pistolas a los estadounidenses. Veloso negó que los guardias hayan empleado fuerza excesiva, pero consideró que habría sido justificado el que desenfundaran sus pistolas, porque los deportistas “se estaban conduciendo de un modo violento”.
Luego que un empleado llamó a la policía, los guardias y los empleados trataron de evitar que los nadadores y el taxista se marcharan mientras no llegaran las autoridades. Alguna persona ofreció incluso ayuda como traductor, dijo Veloso.
Pero el jefe policial aseguró que los deportistas querían marcharse, de modo que pagaron 100 reales (unos 33 dólares) y 20 dólares en billetes estadounidenses, antes de marcharse.
Conger y Bentz fueron interrogados por las autoridades, tras ser obligados a salir del avión. Habrían dicho que la historia del robo fue un invento, dijo el funcionario de la AP que habló con la AP.
Bentz y Conger dieron su testimonio el jueves por la noche. Al abandonar un cuartel policial en el barrio de Leblon, caminaron entre una multitud de periodistas y curiosos sin detenerse o hablar.
Unas cuantas personas les gritaron “mentirosos” y “sinvergüenzas”.
Se desconoce si Feigen, quien habló el domingo con la policía, iba a dar otra declaración.
Primero, Lochte habría mentido sobre el robo durante una llamada telefónica con su madre Ileana, quien habló con la prensa, dijo el funcionario que solicitó el anonimato. Ello derivó en la gran cobertura de la prensa sobre lo ocurrido y llamó la atención de la policía.
Mario Andrada, vocero del comité organizador de los Juegos Olímpicos en Rio, se mostró complacido por el hecho de que hubiera trascendido la verdad en este caso.
En sus declaraciones a las autoridades, los nadadores dijeron que estaban ebrios y no recordaban el tipo o color de taxi en el que viajaban, dónde ocurrió el incidente ni a qué hora, señaló la policía.
El funcionario indicó que las sospechas cobraron fuerza tras revisar un video de seguridad de los nadadores cuando regresaron a la Villa Olímpica. Las imágenes mostraron que todos usaban relojes.
La cadena NBC informó el miércoles que Lochte se había retractado de algunas de sus declaraciones iniciales. Dijo por ejemplo que el taxi no fue interceptado por sujetos con una placa policial, sino que el robo ocurrió después de que los atletas pararon en una gasolinera.
Asimismo, Lochte dijo que el asaltante le apuntó con una pistola, pero no a la cabeza.
Las autoridades dijeron que después de lo ocurrido, los nadadores no llamaron a la policía. Los agentes comenzaron a investigar después de que vieron reportes de prensa en que la madre de Lochte hablaba sobre lo ocurrido.
Jeff Ostrow, abogado de Lochte, dijo previamente que no había duda de que el robo ocurrió.
“¿Por qué alguien inventaría esto”, indicó Steve Lochte. “Es simplemente ridículo”.
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Por MAURICIO SAVARESE, PETER PRENGAMAN y LUIS ANDRÉS HENAO