Friday, November 22, 2024
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NADIE LE CREE A LA POLICIA

Definitivamente nadie, que haya seguido el caso del intento de asesinar al  ex pelotero de Grandes Ligas, David Ortiz, cree en los resultados finales de la investigación realizada por la Policía y el Ministerio Público.

La primera rueda de prensa, el 9 de junio donde se mostró la pistola que había sido usada para matar a David, no debió ser realizada porque dijeron nada contundente, al contrario, generó más conjeturas, especulaciones, dudas y controversias porque el caso, después de tantos días, no quedó claro. ¡Fue un papelazo!  El segundo encuentro con los periodistas nacionales e internacionales el pasado jueves, que generó grandes expectativas, mostró detalles minuciosos y contó una historia; una versión del hecho que todo el país vio con mucha atención, produciendo  más preguntas que respuestas.

La policía y la procuraduría parecían empeñadas en proteger la imagen del atleta y al mismo tiempo la del país. David Ortiz es un paradigma, es decir, un ejemplo para los jóvenes en momentos en que la decadencia moral de la sociedad dominicana, necesita de referentes culturales, deportivos, éticos y morales.

Hay demasiadas inconsistencias o incongruencias en la investigación; incluso  contradicciones entre la Policía y el Ministerio Público, algo inexplicable en un hecho tan delicado.

Desde que vi que un imputado se presentó frente a una ventana para decirles a los periodistas que David Ortiz no era el objetivo, que se confundió de personaje porque ambos tenían ropa muy parecida, lo cual no es cierto, supe que la investigación iba por mal camino, como el país. David es un moreno alto, fuerte, musculoso, ampliamente conocido porque todos lo hemos visto cientos, tal vez miles de veces en vallas, cartelones, fotos de portadas a todo color en los periódicos, spot de televisión, así como  en las transmisiones de los partidos de béisbol que durante toda su carrera se difundieron tanto a nivel local como internacional. (No había manera de confundirlo)

¿Cómo un preso tan peligroso, que debía tener protección máxima, pudo, desde una ventana hablarles a los periodistas? ¿Fue casual o instruido después de amenazas o de una paliza para que dijera lo que dijo? No lo sé.

Me extrañó que algunos periodistas vinculados al oficialismo dijeran y escribieran, a pocos días después del atentado,  que se trató de un error, que no se intentó matar a David, sino a otro que estaba en la misma mesa. Hasta se difundió el nombre del sujeto que debió ser la víctima. Me puse “chivo”. Mmmm, me dije. Luego me pregunté, ¿quién les dio la información? ¿Los que escribieron el guion  para borrar todas las conjeturas y especulaciones de la gente? Fue obvio el interés de desviarnos del camino y conducirnos por otro. ¡Y se hizo!

De ese modo la versión de la supuesta infidelidad de la mujer de un capo rabioso quedó en el olvido, igual que la yeepeta blanca de 84 mil dólares, las supuestas apuestas millonarias, las amenazas, la participación de un empresario y dos funcionarios.  Nada de eso ocurrió. Se trató de una simple una vendetta. ¡Nada más!  

Muchos, con razón, no creen que  tantas personas desaliñadas, pobres en extremo, rateros de poca monta, muertos de hambre, marginados, fueron contratadas para un acto de sicariato tan importante. Quien los contrató es un estúpido porque los encargados del trabajo hicieron una chapucería propia de inexpertos.

No sabemos si todos los que estaban en la mesa con David fueron investigados, no sabemos qué pasó con las mujeres que peleaban en la clínica, no sabemos nada del “héroe nacional” que lo transportó al centro médico, no sabemos si había o no capos involucrados; no sabemos qué hacia el pelotero en ese lugar ni porque estaba con esas personas, algunas de las cuales tienen una historia de dudosa reputación; no sabemos del incidente de hace unos meses que según versiones se produjo en una estación de combustible. En fin, no sabemos nada. La Policía y la Procuraduría dicen que todo fue un error (todos cometemos errores), una simple venganza, que el propósito no era matar a David, sino a Sixto Fernández, amigo del beisbolista, del cual sabemos poco. Pero lo que se ve en el video es otra cosa. Le he preguntado a muchas personas, incluyendo colegas, sobre los resultados de la investigación policial. Nadie lo cree.

La investigación terminó. Colorín colorado, ese cuanto ha terminado. Ramón Colombo, un viejo zorro del periodismo, dice que el cuento de caperucita es mejor. Yo digo que me hagan una de vaqueros como las muchas que escribió, algunas geniales,  don Marcial la Fuente.

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