Wednesday, November 27, 2024
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Tras la muerte de Fidel Castro, la atención se centra en su heredero natural

Por Daniel Trotta/LA HABANA (Reuters) |

Tras la muerte del líder revolucionario Fidel Castro y de la promesa de su hermano Raúl de dejar la presidencia de Cuba en 15 meses, parece acercarse el momento del heredero político natural Miguel Díaz-Canel, un defensor de la modernización de los medios estatales y del acceso a internet en la isla.

Fidel Castro falleció el viernes a los 90 años y su hermano Raúl, de 85 años y que asumió la presidencia en 2008, dice que dejará el poder en febrero de 2018, al término de su segundo período de cinco años. Díaz-Canel fue ascendido al cargo de primer vicepresidente en 2013, lo que lo convirtió en el siguiente en la línea de sucesión para asumir la presidencia.

Con 56 años, Díaz-Canel es un miembro relativamente joven del liderazgo del gobernante Partido Comunista que necesitará apelar a las nuevas generaciones si el comunismo cubano desea prosperar más allá de la era de los hermanos Castro.

Ya ha hecho de la libertad de prensa y de internet una de sus principales preocupaciones, un cambio con potencial desestabilizador en un Estado que tiene un partido único y que ha monopolizado los medios durante casi 58 años.

En otros asuntos, no obstante, ha seguido la línea del partido o ha evitado referirse en público a temas clave, como las reformas políticas y económicas o las relaciones con Estados Unidos, que hace dos años iniciaron un camino para su descongelación mediante negociaciones entre Raúl Castro y Barack Obama.

Expertos dicen que su posición como el posible heredero de los Castro es firme y que tendría que sufrir un duro tropiezo para que alguien más se convierta en el próximo presidente según el sistema que Cuba usa para elegir a sus líderes.

Díaz-Canel, quien nació después de que los Castro tomaron el poder en 1959, es un hijo de la revolución que ascendió en el Partido Comunista cultivando relaciones dentro de la élite política y evitando el exceso de exposición que puso fin a las carreras de otros aspirantes.

“Él tiene la ventaja de haber sobrevivido a sus predecesores (como heredero natural)”, dijo el lunes Christopher Sabatini, un experto en Cuba en la Escuela de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Columbia.

Durante los últimos años surgieron otros posibles sucesores a los Castro, pero desaparecieron después de la escena pública por diversas razones. Entre ellos se encontraban Carlos Lage, que entonces tenía 57 años y era vicepresidente del Consejo de Estado, y Felipe Pérez Roque, de 43 años y que ejercía el cargo de canciller.

Ambos fueron apartados de sus cargos en 2009 como parte de una purga de Raúl Castro por parecer demasiado ambiciosos, haber colaborado involuntariamente con agentes de inteligencia españoles y por criticar a los líderes cubanos de más edad.

Díaz-Canel ha tenido cuidado de no eclipsar a Raúl Castro y ha sido tan cauteloso como para ser considerado un responsable de poco brillo y con declaraciones que en gran medida no han sido memorables.

“Él ha canalizado cualquier ambición que podría haber tenido, por lo que la pregunta es cuál será su papel y poder entre la vieja guardia. La mayoría de las personas tratan de imaginarlo estableciendo un puente entre la nueva generación y la histórica. Eso debería ser un reto”, dijo Sabatini.

Su comportamiento reservado y la naturaleza hermética del Gobierno han vuelto a Díaz-Canel un misterio para todos excepto para la élite política de Cuba.

Responsables estadounidenses dicen que tienen poco conocimiento de él y la mayoría de los cubanos fuera de Santa Clara, su ciudad natal, saben aún menos.

Si asume la presidencia en 2018, Díaz-Canel llegará al poder tras 59 años de Gobierno de los hermanos Castro, uno de ellos marcado por su enorme carisma y el otro por el respeto ilimitado que inspira en las cúpulas militares y políticas.

“Va a ser el primer presidente civil de la revolución y eso requerirá la confianza de los militares”, explicó Arturo López Levy, ex analista político para el Gobierno cubano y cuya madre enseñó a Díaz-Canel en la universidad. Raúl Castro, quién fundó las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba y sirvió como ministro de Defensa de su hermano durante 49 años, seguirá siendo el primer secretario del Partido Comunista durante tres años tras dejar el cargo de presidente, con lo que conservará un peso significativo.

“Raúl Castro seguirá estando alrededor y será una gran fuente de legitimidad”, dijo López Levy.

EN BICICLETA A LA CIMA

El avance de Díaz-Canel desde que era un joven jefe provincial del partido hasta el aparente heredero del poder en Cuba comenzó en una bicicleta en Santa Clara, donde nació en la casa de sus padres a tres cuadras de la principal plaza de la ciudad.

Hace dos décadas, su carrera despegaba en medio de la grave crisis económica que sufrió Cuba a raíz de la caída de la Unión Soviética.

El promedio de los cubanos no tuvo más remedio que optar por una bicicleta o caminar a sus trabajos, mientras que los líderes políticos se trasladaban diariamente en sus vehículos Lada de fabricación soviética. Díaz-Canel optó por pedalear.

“Todo el mundo estaba jodido y la gente vio al primer secretario en bicicleta. No lo hizo para buscar popularidad. Él lo hizo porque era así. Era gente muy sencilla”, dijo José Antonio Fulgueiras, de 62 años, presidente del sindicato de periodistas en la provincia de Villa Clara, quien cubrió el ascenso de Díaz-Canel como político y lo considera un amigo.

Más allá de su toque populista, la bicicleta brindó a Díaz-Canel un mayor sigilo cuando se acercaba a las empresas estatales para realizar inspecciones por sorpresa.

La lucha contra la corrupción se convirtió en su marca registrada y él ocuparía esa bicicleta para ascender, en sentido figurado, a los niveles superiores del poder.

HOMBRE DE PARTIDO

Después de nueve años como líder en Villa Clara, Díaz-Canel asumió en 2003 el mismo cargo, de primer secretario, en la provincia de Holguín. También fue ascendido al Politburó, la más alta dirección del Partido Comunista.

En Holguín, pese a que no contaba con la ventaja de ser nacido en la zona, lo hizo lo suficientemente bien como para ser convocado a La Habana en 2009 para asumir como ministro de Educación Superior. Luego, el 24 de febrero de 2013, la Asamblea Nacional lo ascendió a primer vicepresidente, lo que fue visto como un recambio generacional significativo.

Díaz-Canel fue el primer cubano nacido después de la revolución de 1959 en ascender al segundo cargo en importancia en la isla.

A pesar de su intento por pasar inadvertido, Díaz-Canel ha tenido momentos que podrían haber causado cierto recelo en la clase dirigente, especialmente con su postura respecto a los estrictos controles de los medios oficiales en Cuba.

Él ha instado a menudo a tener medios de comunicación más dinámicos y abiertos y ha dado la bienvenida a internet, que todavía está disponible sólo para una pequeña minoría en Cuba, al considerarla como una herramienta que podría ayudar a las personas en lugar de una amenaza para el Gobierno.

Sólo el 5,6 por ciento de los hogares cubanos tenía acceso a internet en 2015, de acuerdo con un informe reciente de Naciones Unidas. El acceso pleno a internet podría debilitar el mensaje uniforme y disciplinado de los medios de comunicación oficiales, pero Díaz-Canel dice que tratar de detener la propagación de la red es un caso perdido.

“Hoy con el desarrollo de las tecnologías de la información, hoy con el desarrollo de las redes sociales, de la informática y de internet, prohibir algo es casi una quimera imposible, no tiene sentido”, dijo a periodistas poco después de convertirse en el primer vicepresidente.

El Gobierno extenderá en el futuro las señales inalámbricas a lugares públicos en todo el país, pero no se sabe si Díaz-Canel es el responsable de esa medida.

Para competir con la demanda pública por las redes sociales, Díaz-Canel dice que los medios estatales necesitan cambiar, instando a una mayor cobertura de las noticias “polémicas” e indicando al Partido Comunista que debería permitir más críticas constructivas.

“Hay confianza del pueblo en la prensa, pero esa sociedad nos exige más”, sostuvo.

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