Dos delincuentes armados asaltaron la noche de este viernes a mi hijo menor cuando salía de la Universidad APEC en la capital dominicana, una academia ubicada al lado de la Dirección Nacional de Control Drogas (DNCD) y a pocas cuadras del Palacio de la Policía Nacional.
Los maleantes encañonaron a mi hijo Rafael Emilio para a continuación despojarle de un reloj y una pequeña cartera donde guardaba su cédula de identidad y electoral, carnés de la universidad, seguro de salud y dos tarjetas de crédito y débito.
El área donde fue atacado mi hijo en la avenida Máximo Gómez esquina México tiene un espacio de oscuridad que se presta para todo tipo de fechoría, lo cual considero una gran irresponsabilidad del centro educativo que no se ha preocupado por iluminarla.
Las universidades deberían de disponer de una vigilancia especial a cargo de un cuerpo destinado para esos fines, ante la manifiesta incapacidad e ineficacia de la Policía Nacional para proveer seguridad a los ciudadanos.
Este asalto pone de manifiesto el peligro que corren miles de estudiantes que concluyen sus clases en horas de la noche en todas las universidades y demás centros educativos, particularmente de la capital dominicana.
La situación de inseguridad mantiene en vilo a los padres que solo respiran tranquilos cuando sus hijos ingresan al hogar.
Hago un llamado a la Policía y a las Fuerzas Armados a demostrar eficacia en la persecución del delito, lo cual evidentemente no han logrado pese al rimbómbate anuncio de que miles de agentes policiales y soldados de los cuerpos castrenses serían lanzados a las calles con esos fines.
Es evidente que esos anuncios solo obedecen a un fin mediático que en la práctica resultan en agua de borrajas.
Tengo que recordar que mi hijo mayor también fue asaltado meses atrás junto a varios compañeros de universidad, y aunque suministramos a la Policía número de placa del vehículo utilizado por los delincuentes, su acción se diluyó cuando pudimos demostrarle que el mismo pertenecía al Gabinete Social de la Presidencia de la República.
Nelson Encarnación
