Friday, November 22, 2024
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La gota que derramó el vaso haitiano.

Por muchos años, el gobierno y pueblo dominicanos, hemos recogido todas las gotas de calumnias, mentiras, falsas acusaciones, traiciones, denuncias infundadas, vertidas por las autoridades haitianas en foros internacionales y las hemos ido depositando en el vaso de la prudencia.

Hemos tratado de contenerlas para evitar que se derramen y luego sea imposible recogerlas.

Creemos que, con las posiciones del periódico haitiano Le Nouvelliste, el desprecio de las élites de ese país a nuestra humanitaria ayuda, de más de 500 camiones repletos de comida, equipos pesados, materiales de construcción, medicinas, agua potable, médicos, enfermeras, ingenieros, técnicos eléctricos, etc. Para tratar de restablecer la normalidad, luego de los desastres causados por el huracán Mathew, la copa no soportó una gota más y se derramó.

Un artículo del mencionado periódico, se hace eco de la opinión de los oligarcas haitianos afirmando que los dominicanos nos estamos aprovechando de la catástrofe causada por el citado huracán, para introducir en Haití los productos que las autoridades haitianas habían vedado. Esto, obviando con muy mala intención, que lo que el gobierno dominicano está enviando a Haití, como ayuda, ¡Es completamente gratis!

Al gobierno haitiano, no se le ha pedido un solo centavo. Ni siquiera para que transporten esa ayuda dentro de su propio territorio.  Hasta eso ha sido provisto por el gobierno dominicano.

Añadieron que no son necesarios los médicos dominicanos ya que hay muchos médicos cubanos dispuestos a hacer el trabajo.

Además, que no había necesidad de equipos e ingenieros dominicanos cuando ellos tiene empresas privadas que pueden hacer la misma labor.

Ahora se destapan algunos congresistas haitianos dándole 24 horas a las autoridades dominicanas, para que retire de su suelo, porque están mancillando la patria de Dessalines, a un puñado de militares dominicanos, que entraron a esa nación con el solo propósito de salva guardar la ayuda ofrecida por nuestro gobierno, ya que, hasta las Naciones Unidas, han denunciado que bandas de delincuentes haitianos están asaltando los camiones que van con ayuda a ese país.

Se les olvida a esos congresistas que desde el año 2004, más de 7000 soldados provenientes de Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Croacia, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Filipinas, Francia, Guatemala, Honduras, Italia, Jordania, Nepal, Pakistán, Paraguay, Perú, Sri Lanka y Uruguay, han pisoteado el territorio haitiano y en vez de ayuda, como las de los dominicanos, lo que les han traído han sido enfermedades como el cólera, violaciones de niñas y todas clases de atropellos, sin embargo,  esas acciones no mancillan la tierra de Dessalines.

Pueblo dominicano, es hora de que recobremos nuestro decoro, nuestra dignidad, nuestro orgullo patrio.

Por mucho tiempo hemos tratado, con nuestras acciones hacia los vecinos, demostrarle al mundo que somos un país solidario y con muy buenos sentimientos, no lo han entendido de ese modo.

Nos ven como pusilánimes, como un país sin carácter, sin honor.  Demostrémosle que no es así.  Retomemos el fervor de nuestros trinitarios.  Reconquistemos nuestra dominicanidad. ¡No más paños tibios con los haitianos!

Si el gobierno se siente con los brazos cruzados, por las razones que sean y no puede o no quiere expulsar a los haitianos ilegales de nuestro territorio, como sí lo hacen ellos con los dominicanos en Haití, hagámoslo nosotros, los ciudadanos.  No le compremos nada a los vendedores haitianos en las calles.  No contratemos ilegales haitianos.

Exijamos que se cumplan las leyes dominicanas, paremos, por la fuerza si es necesario, cualquier proyecto de construcción, privado u oficial, donde se contrate mano de obra ilegal.

Hostiguémoslo aplicando las leyes nacionales para obligarlos a que regresen a su territorio.

Defendamos nuestro país.  Se nos está yendo de las manos.

Por esto no fue por lo que luchó Juan Pablo Duarte, Sánchez, Mella, los trinitarios y Luperón.

Honremos sus memorias.  No los defraudemos.

Carlos McCoy
Carlosmccoyguzman@gmail.com

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