“Debemos amar a nuestros padres y tratarlos con cariño. Nunca sabremos todo su valor, hasta que lo único que queda de ellos es su espacio vacío.”
La ONU se expresa la preocupación de que el mundo no está lo suficientemente preparado para responder a los derechos y necesidades de las personas de edad, pese a que se prevé el envejecimiento de la población a un ritmo más acelerado.
Así mismo, la organización reconoce que el envejecimiento tiene un impacto directo en los sistemas de salud, pero también en otros aspectos sociales, como los mercados laborales y financieros, la demanda de bienes y servicios, la educación, la vivienda, la información y sobre todo la protección social.
Las personas mayores no deben ser tratadas como personas invisibles o impotentes, sino reconocidas por sus diversas experiencias y las múltiples formas en que están contribuyendo a superar esta crisis.
“Muchas personas mayores dependen de un ingreso y están totalmente dedicadas al trabajo, a la vida familiar, a la enseñanza y el aprendizaje, y al cuidado de los demás”, argumentó.
Su participación en la respuesta a la pandemia debe ser tenida en cuenta, y su conocimiento y buenas prácticas compartidas como parte de la recuperación, sus voces y liderazgo.
Un llamado fuera de tiempo, ya no hay tiempo para la protección que no sea una buena voluntad, ¿Por qué?, las personas de cualquier edad corren el riesgo de contraer conv-19, las personas mayores tienen un riesgo significativamente mayor de mortalidad y enfermedad grave después de la infección, y los mayores de 80 años mueren a un ritmo cinco veces mayor que el promedio. Se estima que el 66% de las personas de 70 años o más tienen al menos una afección subyacente, lo que los coloca en un mayor riesgo de impacto severo por el COVID-19.
Las personas mayores también pueden sufrir discriminación por edad en las decisiones sobre atención médica, esa es una práctica en América Latina, tenemos que darnos auto – terapias para salvar vidas. Las desigualdades globales significan que, ya antes del COVID-19, hasta la mitad de las personas mayores en algunos países en desarrollo de América no tenían acceso a los servicios de salud esenciales.
Ahorita, ahora, la situación está más complicada en el mundo y qué decir de América Latina, que los gobiernos fruto de la corrupción y mala administración han colapsado en su mayoría con la pandemia, los servicios son pésimos e ineficientes, escaseando de la atención básica para enfrentar la pandemia, los hospitales tienen problemas a todos los niveles, una reducción de los servicios críticos no relacionados con el COVID-19, lo que aumenta aún más los riesgos para la vida de las personas mayores.
Algunas personas mayores se enfrentan a vulnerabilidades adicionales en este momento. El virus no solo amenaza la vida y la seguridad de las personas mayores, sino que también amenaza sus redes sociales, su acceso a los servicios de salud, sus trabajos y sus pensiones. Las Naciones Unidas, ONU, debe salir al frente y tomar la vanguardia ante esta situación y demandar de los países ricos y pobres prestar atención básica a los niños y adultos que son vulnerables por su condición indefensa, además de la incapacidad de trabajo.
“Ninguna persona, joven o vieja, es prescindible”, dijo el secretario general de la ONU, António Guterres, en un mensaje de vídeo para presentar un informe de política sobre las personas de edad el mes pasado.
El impacto en la salud y los servicios de atención a largo plazo para las personas mayores debe reconocer y enfrentar los desafíos particulares a los que se ven expuestos, incluida su capacidad para acceder a tratamiento y atención médica.
Como diplomático y entendiendo el poder de las Naciones Unidas, ONU, y su Consejo de Seguridad veo que es posible, si hay voluntad, digo esto porque tomo las palabras del Secretario General como base fundamental cuando dice: “Las personas de edad tienen los mismos derechos a la vida y a la salud que todos las demás”, subrayó el jefe de la ONU. “Al adoptar decisiones difíciles respecto a la atención médica para salvar vidas, se deben respetar los derechos humanos y la dignidad de todos”.
Entre 2019 y 2030, se prevé que el número de personas de 60 años o más aumentará en un 38%, de mil millones a 1,4 mil millones, superando en número a la juventud a nivel mundial, y este crecimiento será especialmente mayor y más rápido en las regiones en vías de desarrollo, y requiere que se preste mayor atención a los desafíos específicos que afectan a las personas mayores, incluso en el campo de los derechos humanos, dice un informe reciente de la ONU.
El maltrato de las personas mayores es un problema social que existe en los países en desarrollo y desarrollados y, por lo general, no se notifica suficientemente en todo el mundo. Tan solo en unos pocos países desarrollados hay tasas de prevalencia o estimaciones, que se sitúan entre un 1% y un 10%.
Las formas de definir, detectar y resolver el maltrato de las personas mayores tienen que enmarcarse en el contexto cultural y considerarse junto con los factores de riesgo que tienen una especificidad cultural.
Por ejemplo, en algunas sociedades tradicionales se obliga a las viudas de edad a casarse de nuevo, mientras que en otras las mujeres mayores que viven solas son acusadas de practicar la brujería. Desde una perspectiva sanitaria y social, si los sectores de atención primaria de salud y los servicios sociales no están bien preparados para detectar y resolver el problema, el maltrato de los ancianos seguirá estando semioculto en el mundo y especialmente en América Latina.
Aunque se desconoce la magnitud del maltrato de los ancianos, su importancia social y moral es indiscutible. Por este motivo, este problema requiere una respuesta mundial multifacética que se centre en la protección de los derechos de las personas de edad.
Esto requiere una legislación adecuada a nivel nacional, un impulsohacia una convención internacional sobre los derechos humanos de las personas mayores a nivel mundial, y una inversión sostenible en sistemas de salud, atención y protección social que garanticen la dignidad y los derechos de las personas mayores.
A medida que buscamos recuperarnos mejor, necesitaremos ambición y visión para construir sociedades más inclusivas, sostenibles y amigables con la edad que sean aptas para el futuro
Por lo que juntos, necesitamos un aumento en la solidaridad global y nacional,y las contribuciones de todos los miembros de la sociedad, incluidas las personas mayores.
“Una bella ancianidad es, ordinariamente, la recompensa de una bella vida.” Pitágoras de Samos.
Dr. Amín Cruz, PhD, diplomático, historiador, educador, periodista, escritor, CEO presidente y fundador del Congreso Hispanoamericano de prensa, residente en New York.