Por Miguel Espaillat Grullón |
En fecha 27 de diciembre del presente año que finaliza, el periodista Juan TH publicó un artículo con el título: “¿Qué le ha pasado al pueblo dominicano?”
Ese texto, el brillante comunicador lo inicia con el párrafo siguiente: “Me lo he preguntado muchas veces en los últimos años: ¿Qué le ha pasado al pueblo dominicano que perdió su capacidad de asombro, de indignación, de rabia, de lucha, de protesta, de desobediencia civil, de levantarse incluso en armas contra la opresión y la falta de justicia?”
De inmediato, Juan hace una reseña excelente en cinco párrafos de las luchas del pueblo contra las tiranías que lo han oprimido, para finalmente señalar la diferencia entre aquel pueblo que combatió a Trujillo y a Balaguer, y que luchó con valentía defendiendo el gobierno constitucional de Juan Bosch, con el pueblo actual, un pueblo sumiso, arrodillado, indiferente, que niega su esencia y su historia de revolucionario.
En esta amarga introspección, surge el comportamiento genuflexo y hasta abyecto de la nación actual, a lo que Juan se pregunta: ¿Qué ha pasado durante los últimos 20 años que el pueblo no actúa contra el endeudamiento externo, contra la falta de seguridad ciudadana, contra el desempleo, contra el alto costo de la vida, contra el narcotráfico, contra la corrupción, el vandalismo y el gansterismo político instalado en el Palacio Nacional por el Partido de la Liberación Nacional?
¿A qué se debe el reflujo, la anomía social del espíritu revolucionario de las masas y su discapacidad transformadora actual? Me pregunto: ¿Habrá valido la pena tanta sangre, tantas muertes, tantos sacrificios y tanto luto para terminar con el país convertido en una pocilga? ¿No está harto el pueblo del PLD y sus escándalos de corrupción?
¿Puede alguien decirme que le ha pasado al pueblo dominicano que no se moviliza, que no lucha, que no toma las calles para decirles a los señores del PLD: ¡Ya basta!? ¡Ya basta! ¡No más impunidad, no más corrupción, no más endeudamiento irresponsable, no más crímenes, no más sicariato, no más inseguridad ciudadana, no más robo! ¡Ya basta! Termina escribiendo Juan TH.
¿Por qué he titulado mi artículo, “Complementando las verdades a medias de Juan TH?
Pues bien… Estoy en total acuerdo con lo que ha escrito Juan en el texto que nos ocupa, pero él, entiendo, dado que es un curtido en la política nuestra, tiene las respuestas a sus interrogantes. Ignoro el porqué no las expone. Pero como la función de un comunicador es ilustrar, me voy a ocupar de dar respuestas a las interrogantes de Juan, para con esta metodología de preguntas y respuestas (mayéutica) tal como lo hacía Sócrates en la antigua Grecia, poner a nuestro pueblo en capacidad de discernir sobre las interrogantes que en su articulo hace Juan TH.
Hay una tesis que reza: “los pueblos tienen los gobernantes que se merecen”; pero hay otra que la contradice, al establecer que: “los pueblos son, lo que es su clase gobernante, su clase intelectual: es decir, su clase pensante. Y explican: los pueblos no desarrollados, analfabetos, iletrados, y por demás pobres, hambrientos y cundidos de enfermedades, tienen que ser dirigidos por su clase pensante. Los ejemplos sobran, pues todas las naciones desarrolladas en sus inicios, su crecimiento en todos los órdenes, ha sido producto de las directrices de sus intelectuales. Las constituciones y las normas de comportamiento público siempre han sido escritas por la gente pensante, y no por cualquier pensante, sino por filósofos, por humanistas, nunca por gente iletrada y perversa. De igual forma su aplicación y fiscalización, también es obra de esos pensantes.
Consecuentemente, si los intelectuales de una nación no tienen el rango de filósofos y humanistas, sino de perversos, el destino de un país dirigido por gente vil, indefectiblemente, será la ruina moral, el caos institucional, el derrumbe social, la prevalencia de antivalores, el desastre económico; en fin, en un gobierno de corruptos, de infames, de malvados, de canallas, todo será, destrucción, hundimiento, caída, perdición, destrozo, quiebra, catástrofe, debacle, ignominia, delincuencia, robos, impunidad, droga, crímenes de sangre, y mucho más; que es el punto al que ha llegado nuestra amada República Dominicana.
En el caso de nuestro país, estudiada su historia, vemos que lo mejor del pueblo ha luchado tenazmente desde 1844, para que tengamos un país libre, soberano y para todos; pero su clase gobernante y sus intelectuales han trabajado para todo lo contrario. Las generaciones surgidas después de la muerte de Trujillo, han vivido esta experiencia como ningún otro pueblo. A Juan Bosch no lo derrocó el pueblo, sino la oligarquía y la mayoría de los jerarcas de la iglesia, y no asumo que también los militares, porque estos son formados para servir a las clases adineradas. Ellos no piensan, a estos los adoctrinan, les lavan el cerebro, lo programan para que piensen robóticamente y actuar en consecuencia como tales.
Después de Bosch, han conducido la nave del la nación, El Triunviro, Balaguer, Antonio Guzmán, Jacobo Majluta, Jorge Blanco, Balaguer de nuevo, Leonel Fernández, Hipólito Mejía, de nuevo Leonel y Danilo Medina. ¿Han respondido todos ellos al mandato constitucional para el cual el pueblo dominicano los llevó al poder con tantos sacrificios y derramamiento lágrimas y sangre?
¿La causa de la debacle en que está nuestro país, es culpa del pueblo, o de estos supuestos líderes?
¿La iglesia Católica, su episcopado, en particular el cardenal Nicolás López Rodríguez, han jugado el papel de siervos de Cristo al servicio de los más pobres y de la justicia social?
¿Los intelectuales, profesionales en general (médicos, abogados, ingenieros, contables etc.) han sido consecuentes con un proyecto de nación?
¿Los síndicos, los regidores, los congresistas (diputados y senadores) han respondido honestamente al “mandato constitucional” para el cual han sido elegidos?
¿Los partidos políticos, la izquierda dominicana, han desempeñado el supuesto rol democratizador que han debido jugar?
¿Los periodistas, en mayoría han hecho su trabajo, para que las cosas sean distintas a lo que son?
¿Han sido todos los anteriormente aludidos, ejemplos civilistas para su pueblo?
Dado que las respuestas a las interrogantes planteadas son todas negativas; ante las interrogantes de Juan TH: “¿A qué se debe el reflujo, la anomía social del espíritu revolucionario de las masas y su discapacidad transformadora actual? ¿Puede alguien decirme que le ha pasado al pueblo dominicano que no se moviliza, que no lucha, que no toma las calles para decirles a los señores del PLD: ¡Ya basta!”
Juan, yo puedo contestar tus preguntas diciendo: muerto Bosch y Peña, el pueblo se ha quedado sin líderes reales. Extinto ellos, los que han asumido ese papel, no han sido más que unos perversos. En párrafos anteriores ya te explique cuál es el destino de los pueblos cuando son dirigidos por gente, corrupta, malvada y canallas. Ninguno de ellos, tuvo en mente un proyecto de nación. Todas sus prédicas, todos sus discursos, eran engaños; y sus acciones, un cúmulo de infamias, contra un pueblo al que han traicionado de la manera más vil.
No obstante, a esta altura del juego tampoco exonero del todo a aquellos individuos que dan su voto por romo, picapollo, Hojas de zinc, funda de cemento, una cajita, 500 pesos etc., y que en sus barrios dan recibimiento multitudinario a esos candidatos corruptos, que de antemano sabemos, van al poder a robar. Ya es tiempo, (pese al analfabetismo y la ignorancia), que el hambre, las mil carencias que le propician una existencia miserable, impongan sobres estos seres humanos, algún grado de conciencia.
Al lector y a Juan TH, dejo la palabra.