Isaac Bigio,
Analista Internacional.
El mismo martes 14 cuando el número de infectados por el COVID-19 a nivel mundial superó la cifra de los 2 millones de casos, el Reino Unido reportaba oficialmente casi 94,000 infectados y más de 12,000 muertos. Esto último implica que en UK hay un muerto por cada 8 contaminados por el coronavirus, una tendencia que cada día crece más. Cuando el domingo de la resurrección el primer ministro británico Boris Johnson reapareció en su país había un promedio de un paciente recuperado por cada treintena de fallecidos por ese mismo virus. Ninguna otra potencia del planeta tiene esas tasas de fatalidades tan altas.
Sin embargo, estos datos se refieren a los fallecidos en los hospitales británicos, pero no fuera de éstos. La Organización Nacional de Estadísticas (ONS), al tomar las defunciones por el virus en asilos de ancianos, hospicios y casas, arroja otros estimados.
Analizando la cantidad de fallecidos que se dieron en UK en la semana que culminó el 3 de abril, la ONS sostiene que el 21% de éstos, o sea 3,475 defunciones, fueron originados por el coronavirus. No obstante, al comparar el número de fallecimientos en esa misma semana con el promedio de los últimos 5 años se ve que en el 2020 hay 6,000 más muertos que lo que normalmente se espera.
El Profesor Sir David Spiegelhalter, Presidente del Centro Winston para la Comunicación del Riesgo y la Evidencia de la Universidad de Cambridge, declaró al diario “The Independent” que: “Yo estaba genuinamente en shock al ver la punta de muertos y alrededor de la mitad de la punta de muertos no tenía al COVID-19 en sus certificados de defunción.” “Esto podría apuntar a un altísimo caso de fallecimientos de casas privadas o en casas de cuidado”, además de mencionar otros “daños colaterales” de gente que no pidió oportunamente ayuda médica cuando debió hacerlo (“The Independent”, 15 Abril 2020).
Según “The Guardian” (15 Abril 2020) muchos asilos y casas de cuidado para personas enfermas, discapacitadas o adultos mayores reportan cifras de dos dígitos para recientes fallecimientos, mientras que solamente en Inglaterra la suma de defunciones en esos lugares durante la pandemia puede estar por encima de los 1,000 casos.
Al examinar lo que pasa en Europa ese mismo diario sostiene que alrededor de la mitad de las muertes por COVID-19 se dan fuera de los hospitales. De todas las muertes producidas por ese virus el 45% del total de Francia y poco más del 50% en España, Italia e Irlanda se han dado en asilos y casas de cuidado. Si automáticamente aplicamos esa relación a UK la cifra de fatalidades podría ser del doble de las 12,000 oficialmente reconocidas, aunque esto es una metodología que no daría cifras exactas. Las cifras de la ONS son un 50% más alta que las que da el gobierno británico al respecto de las defunciones por el coronavirus.
Los tests del COVID-19 no son perfectos y usualmente solo dan en el clavo en el 70% de los casos, por lo que muchos enfermos y fallecidos con tal virus pueden estar escapándose del dato oficial.
El Reino Unido no es el único país donde las cifras reales de bajas por el COVID-19 son mayores a las oficiales. Si se supone que en esta nación hay libertad de prensa y multipartidismo, en aquellos países donde la información está censurada y controlada por la maquinaria estatal la realidad puede ser mucho más espeluznante. No solamente estamos hablando de China o de sus vecinos Vietnam y Corea del Norte (este último país niega un solo contagiado por el coronavirus), sino de Arabia Saudita, donde ya numerosos miembros de la familia real están contaminados. En repúblicas más pobres, como las latinoamericanas, no hay una buena infraestructura estatal u hospitalaria, y se han reportado varios casos de cadáveres varados al mar o abandonados.
Las cifras de muertos por el COVID-19, encima, han de quedar cortas en relación a las del daño colateral que éstas producen. Muchas muertes se vienen dando porque hay personas que en la actual cuarentena no pueden recibir suficiente atención médica, no se alimentan bien, entran en estrés o se hacen daño a sí mismos, generan crímenes, entre otros daños colaterales. Empero, el peor daño va a darse a la economía la cual va a decrecer en cifras de hasta dos dígitos lo cual conlleva a cierres de empresas, despidos, desempleo y pauperización de muchos.