Isaac Bigio, Analista Internacional
La Casa Blanca acaba de ofrecer 15 millones de dólares para todo aquel que les ayude a dar información a fin de poder arrestar al Presidente de Venezuela Nicolás Maduro, a quien acusan de promover el narcotráfico. Es claro que el objetivo norteamericano es preparar una invasión militar como la que en 1989 realizaron en Panamá, la cual culminó con la captura de su mandatario Manuel Noriega, a quien encarcelaron en EE.UU. bajo similares cargos.
Una buena parte de los medios de las Américas podrá saludar ese paso pues esta prensa ha venido acusando a Caracas de tener una dictadura roja. La cuestión es que esto se da en medio de la peor pandemia que ha azotado a la humanidad en su actual era espacial, la cual ya lleva medio millón de infectados por el coronavirus y que viene transformando a EE.UU. en el principal centro de dicha catástrofe viral.
Es en el propio interés de los más de 300 millones de estadounidenses, mil millones de americanos y casi 8 mil millones de seres humanos el que se haga una acción coordinada para considerar a dicha plaga como el enemigo central de toda nuestra especie.
Recordemos que anteriores epidemias mataron a uno o dos por cada tres europeos durante la Edad Media, a más del 95% de los nativos americanos después de 1492, y a 50 a 100 millones de personas al acabar la I Guerra Mundial, De hecho los virus han asesinado a más personas que cualquier catástrofe natural o la suma de todas las masacres militares y dictatoriales en la historia universal.
Trump sigue insistiendo en su guerra comercial con la golpeada China, en sanciones contra Irán (país que ha llegado a ser el segundo epicentro del COVID-19) y en el bloqueo a Cuba, uno de los pocos países con capacidad de producir una vacuna contra esta pandemia.
Hoy Venezuela puede convertirse en una caldera de incubación del virus en las Américas. A este país se le impone draconianas sanciones. Esta República se le evita retirar más de mil millones de su oro guardado en el Banco de Inglaterra, se le ha requisado 30 mil millones de dólares de su empresa estatal petrolera en Norteamérica (CITGO) y se le niegan préstamos del FMI para hacer frente al coronavirus.
La OEA ha declarado que Venezuela es el foco de una de las mayores migraciones masivas en la región, pero al casi millón de venezolanos que hay en el Perú se les niega a extender el bono de apoyo por no ir a trabajar durante la cuarentena, derecho al que tienen el resto de los que viven en dicha República. Todo ello no hace más que debilitar las defensas de esa población, acentuar las posibilidades de contagio para el resto de peruanos y latinoamericanos, y acentuar los efectos nocivos de la pandemia a nivel global.
Trump quiere mirar la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio. Incluso si aceptáramos el veredicto de que Maduro fomenta la droga y el autoritarismo, no se puede ignorar que Washington ha apoyado a todas las narco-dictaduras que ha habido en su hemisferio y en el mundo cuando han servido a sus intereses. Las peores tiranías del planeta son las petro-monarquias de la península arábiga, pero el Pentágono les financia y apoya en sus guerras.
Trump, por su parte, se hace de la vista gorda de las innumerables denuncias hechas por distintos opositores anticomunistas venezolanos acerca de sobornos, malversación de fondos y corrupción que campea a Juan Guaidó, a quien Washington reconoce como el único Presidente de Venezuela, pese a que él no ha sido elegido por el pueblo ni controla nada en su propio país.
A fin de proteger a los cientos de millones de habitantes de las Américas es necesario priorizar la recuperación de los servicios sociales y de salud de Venezuela para que este país no se torne en un foco infeccioso del COVID-19, así como defender a los millones de migrantes venezolanos en la región quienes deben tener los mismos derechos y ser estimulados a regresar a su país, el cual, para ello, debe mejorar sus condiciones de vida.
Trump ha demostrado que su prioridad no es luchar contra el Coronavirus sino de mantener sus propios intereses estrechos. Debido a eso es altamente probable que para este fin de semana EE.UU. supere los 80,000 pacientes de COVID-19 y devenga en el mayor epicentro de dicha pandemia a nivel planetario.