La sobrepoblación de iguanas verdes en el sureste de Florida, especialmente en los condados de Miami-Dade, Palm Beach y Broward, ha hecho saltar las alarmas entre los expertos, quienes señalan que esta especie invasora está fuera de control.
“Este año hemos visto más iguanas que en ningún otro en los últimos nueve años, con cientos y cientos de miles de ejemplares de esta especie” fuera de control en el sureste de Florida, dijo hoy al diario Sun Sentinel Thomas Portuallo, propietario de la compañía Iguana Control.
Esta especie no nativa de Florida ha encontrado en el clima subtropical del sur del estado un hábitat idóneo para su rápida proliferación, hasta el punto que son visibles en aceras, patios de viviendas, árboles, embarcaderos y muelles o en zonas abiertas de césped tomando el sol.
La Comisión para la Conservación de la Fauna y la Pesca (FWC) de Florida advierte en su página web de que estos reptiles pueden causar “daños en la vegetación de las áreas comerciales y residenciales y hasta en la infraestructura al cavar madrigueras que llegan a derrumbar aceras, cimientos, muros y canales”.
De hecho, las iguanas se han convertido en la segunda causa de pérdida de electricidad en el sur de Florida, solo por detrás de las ardillas.
Aunque no existe un estimación precisa de la cantidad de iguanas en libertad, el número podría ser “gigantesco”, según Richard Engeman, biólogo del Centro de Investigación de la Vida Silvestre, dependiente del Departamento de Agricultura de EE.UU.
Portuallo explicó que su equipo utiliza pistolas de aire comprimido para la erradicación de iguanas, a las que disparan un tiro en la cabeza.
“No disparamos para herirlas, sino para matarlas en el acto” y cumplir con la ley para evitar el sufrimiento de los animales, indicó el experto.
Según la ley estatal, es legal eliminar a las iguanas de un golpe certero o un tiro en la cabeza con una pistola de perdigones; incluso está permitido decapitarlas, pero no ahogarlas, congelarlas o hacerlas sufrir con el empleo de veneno para ratas, que les causa una muerte lenta y dolorosa.
Esta especie nativa de Centroamérica, Suramérica y el Caribe fue detectada por primera vez en Florida en la década de los años 60, concretamente en el condado de Miami-Dade, aunque hoy se extiende al menos por una docena de condados.