El cierre de la cárcel municipal de Rikers Island, considerada una de las más peligrosas del país, ha vuelto a enfrentar hoy al gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, y el alcalde Bill de Blasio, ambos demócratas y que buscan este año la reelección.
De acuerdo con Cuomo, los cargos presentados el miércoles por la fiscalía de El Bronx a 29 reos por agresión a otros prisioneros y guardias de seguridad es una prueba de que esa cárcel debe ser cerrada “inmediatamente” y no en diez años, como propuso De Blasio.
“Rikers es una cárcel salvaje e inhumana que ha arruinado la vida de muchos neoyorquinos. La mayoría de sus 7.000 prisioneros no han sido hallados culpables de nada y están simplemente esperando por su día en corte, algunos, durante años”, indicó Cuomo a través de su asesor Alphonso David, en un comunicado.
La misiva recordó asimismo que este año la legislatura del Estado aprobó que los jóvenes de 16 y 17 años que están en Rikers deben ser sacados de allí y reubicados.
La respuesta del alcalde no se hizo esperar y horas después, De Blasio arremetió contra Cuomo a través de su portavoz de prensa, Eric Phillip, y señaló que cuando el actual gobernador ocupó el cargo de fiscal general guardó silencio sobre Rikers.
Además, acusó a Cuomo de dirigir un sistema penitenciario deteriorado por el abuso, negligencia y fugas, “responsable de que muchos prisioneros estén allí por mucho tiempo”.
“Su nueva preocupación es bienvenida, pero a menos que esté dispuesto a reformar su asediado sistema de prisiones y cortes, es imposible ver su estallido como algo que no sea un teatro político”, agregó.
El pasado abril De Blasio anunció que el complejo de cárceles de Rikers, blanco de críticas por violencia, maltrato o corrupción sería cerrada en un proceso que podría tomar hasta diez años.