La ciudad de Miami despidió hoy con rezos y lágrimas al popular jugador cubano de béisbol José Fernández, fallecido el pasado fin de semana a los 24 años en un accidente náutico y recordado como la “estrella de sonrisa permanente”.
Los aficionados al béisbol y el público en general acompañaron en gran número, muchos de ellos aún incrédulos por tan imprevista pérdida, el cortejo que trasladó el féretro con los restos del lanzador de los Marlins, originario de la localidad de Villa Clara (Cuba), hasta una iglesia de la ciudad para ser velado.
En el estadio de los Marlins, ubicado en el barrio de la Pequeña Habana, desde tempranas horas se dieron cita cientos de aficionados que con camisetas del equipo con el 16 en la espalda, depositaron flores, recuerdos y fotografías de Fernández, antes de que el coche fúnebre hiciera su primera parada en este recinto.
Poco después de las 2 de la tarde (18.00 GMT), el cortejo, del que formaban parte la madre del jugador, Maritza Gómez Fernández, su abuela Olga y otros familiares y allegados, arribó a la Plaza Oeste del estadio, en donde la plantilla al completo lo esperaba con camisetas de los Marlins con la inscripción RIP (Descansa en paz).
Los jugadores, con la mano sobre el coche que llevaba el féretro de Fernández, acompañaron un recorrido de 15 minutos por el estadio, muchos de ellos sin lograr contener las lágrimas.
El cortejo posteriormente se dirigió a la Ermita de la Caridad del Cobre, en donde el padre Juan Rumín Domínguez pidió por el descanso eterno de Fernández y los otros dos jóvenes que también fallecieron en el accidente, Jesús Macías, de 27 años, y Eduardo Rivero, de 25.
Durante la breve alocución que hizo a la entrada de la ermita dedicada a la virgen patrona de Cuba, el sacerdote puso de relieve el “sacrificio y esfuerzo” que el jugador desplegó para lograr sus metas en su corta vida.
“Dejó estelas de amor y cariño a la comunidad”, manifestó Rumín, quien definió a Fernández como una “estrella de sonrisa permanente”.
En unas declaraciones al canal Telemundo 51, el religioso aseveró que “no hay palabras suficientes para consolar a una madre y familia que atraviesa un dolor semejante”.
Por ello simplemente las abrazó y les regaló un rosario, estampas de la virgen y piedras de cobre, un símbolo entre los cubanos católicos.
El alcalde de Miami, Tomás Regalado, reveló en la ermita que una calle adyacente del estadio llevará el nombre del jugador, quien llegó a EE.UU. cuando tenía 14 años y pasó los primeros años en Tampa (costa oeste de Florida).
“Toda esta gente reunida aquí es un mensaje extraordinario a Cuba, de que aquí y allá somos una sola Cuba”, dijo.
Tras su paso por la ermita el cortejo fúnebre siguió en dirección a la iglesia católica de San Brendan, donde los miamenses que quieran despedirse de su ídolo deportivo podrán hacerlo hasta las 11 de la noche (03.00 GMT).
Muchos de los asistentes a esta iglesia resaltaron el ejemplo de superación de Fernández, quien junto a su familia intentó alcanzar las costas de Estados Unidos en tres oportunidades, pero no lo logró hasta la cuarta, cuando llegó en balsa a México, desde donde pasó al país donde soñaba vivir.
“Queremos celebrar la vida de José en algún momento en el futuro, pero en este momento se trata de luto. Se trata de venir a enfrentarse con algo que es verdaderamente inimaginable”, afirmó al canal televisivo CBS Miami el presidente de los Marlins, David Samson.
En todos estos actos participó María Arias, de 24 años, quien espera una hija del jugador.
Fernández y sus dos amigos murieron el pasado domingo de madrugado a causa de la colisión del bote en el que viajaban a alta velocidad contra un rompeolas situado a la entrada de un canal que conduce al puerto de Miami.