Finalmente llegó el tan anhelado cambio político que el pueblo, cansado de abusos y atropellos de quienes desde la cúpula del PLD se creyeron dioses, dándole migajas a la para eternizar su marginalidad y su pobreza. El 16 de agosto se van. Tendrán que dejar sus puestos en el Congreso y gobierno. Muchos se van con las alforzas repletas de dinero almacenados en bancos extranjeros, depositados a nombre de terceros, al igual que muchas propiedades inmobiliarias como villas, apartamentos, fincas, terrenos de playa, y muchas otras cosas ocultas. Hacer justicia es una las prioridades del próximo gobierno. De lo contrario el pueblo no se lo perdonará.
La Constitución invierte el fardo de la prueba, ellos tendrán que justificar la idoneidad de sus bienes ante el ministerio público, de lo contrario, les serán incautados y devueltos al Estado como patrimonio. Para esa tarea habrá que hacer una recomposición del Ministerio Público, donde el Procurador o la Procuradora, espero sea una persona con carácter, indoblegable, honesto e insobornable, dispuesto a jugarse el todo por el todo. Lo que es del pueblo, que le sea retornado al pueblo. Para eso no hay que iniciar una cacería de brujas, ni actuar prejuiciado y atropellando a nadie, pues entonces no estaríamos haciendo justicia.
Espero que el presidente electo, Luís Abinader Corona, acepte los retos que tiene por delante tomando las medidas heroicas que debe tomar para sacar el país de la crisis sanitaria, de la crisis política y económica que nos afecta. Necesitará de un equipo de hombres y mujeres empoderados de hacer del cambio, una realidad. Esos funcionarios tendrán que saber que no van al gobierno a servirse para hacer lo mismo que hicieron los del PLD, van a servir, a buscarle solución a los problemas, que el Estado no puede ser una fuente de enriquecimiento.
He dicho muchas veces que el daño moral que le ha hecho el PLD a la sociedad dominicana solo se resuelve con una revolución. El presidente Abinader tiene que predicar con el ejemplo. Y al primero que salga del carril, someterlo a la justicia. La lucha contra la corrupción debe comenzar por la casa. Nuevos valores éticos y morales tienen que llegar al Palacio Nacional y al Congreso, pues de lo contrario no se lograrán los objetivos del cambio. Los que piensan que todo seguirá igual están equivocados. El pueblo estará vigilante. No habrá borrón y cuenta nueva. El que la hizo que la pague, sea quien sea. No puede haber vacas sagradas en el gobierno de Luís Abinader y el PRM. Si usted es un gánster de la política, no acepte cargos en el Estado, pues la pasará mal. Terminará en la cárcel. (Eso espero)
Durante muchos meses he conversado con Luís y con su esposa Raquel. Ellos tienen los mejores deseos para el país. Me consta. Pero no basta. De gente con buenos deseos está empedrado el camino del infierno. Se requiere de voluntad, que la tienen, y además del apoyo de todos los buenos dominicanos. Un hombre, ni siquiera un partido, puede hacer lo que hay que hacer. Es necesario la unidad de propósitos. Tengo ideas muy revolucionarias y radicales que de momento no tienen cabida; pero – amigos y amigas- el cambio debe ser profundo, llegar a la raíz y arrancarla de cuajo. El “gatopardismo” no puede ser sinónimo del cambio que precisamos.
No apresuremos ni presionemos al presidente electo. Démosle tiempo. El proceso de transición apenas comenzará. La toma de posesión será en agosto. Luís y el equipo de hombres y mujeres que lo acompañan saben perfectamente lo que deben hacer en los primeros días. Confío en Luís, en Carolina Mejía y en su padre, Hipólito, en César Cedeño, en doña Milagros, David C., José Ignacio Paliza, Eduardo Estrella, Jesús Feris Iglesias, Manuel Jiménez, Carlos Díaz Morfa, Ceara Hatton, Leonardo Faña, Faride, Tony, entre otros que han estado en posiciones cimeras sin que nadie los pueda acusar de corruptos.
Luis sabe que el pueblo no le ha dado un cheque en blanco, al contrario, el cheque tiene la firma del pueblo dominicano para que el cambio sea para todos, no para un grupo de empresarios y políticos depredadores. ¡Tolerancia cero contra la corrupción!