En 2022, con una inflación persistente, los bancos centrales estarán obligados a retirar estímulos reduciendo o eliminando sus programas de Quantitative Easing o subiendo los tipos de interés y esto, junto con las tensiones geopolíticas, va a hacer que veamos caídas generalizadas en las bolsas.”
Los tres posibles escenarios económicos, monetarios y de inversión en este 2022
Esta unidad es emblemática de un mundo que está experimentando un cambio profundo, la FAANG 2.0. la seguridad energética es ahora la principal prioridad de la mayoría de los gobiernos una nueva lista FAANG, más inclinada a realidades más duras como la supervivencia: armas militares para luchar contra los enemigos, agricultura para alimentar a un mundo con escasez de alimentos y oro, el principal activo de refugio.
Los mejores fondos para invertir en combustibles, defensa, agricultura, nuclear, renovables, oro o minerales.
Las FAANG está mejor posicionada para una nueva era geopolítica marcada por la inflación desbocada, la guerra entre Rusia y Ucrania, los problemas en la cadena de suministro y la transición energética. y otras cosas desagradables.
El primero, menos probable, es continuista gracias a un control rápido de los precios; el segundo escenario, más factible, incluye tensiones inflacionistas persistentes, recorte de estímulos, ajuste y dura corrección en los mercados, y el tercero se produciría en un entorno bélico de baja intensidad con estanflación, bancos centrales maniatados y desplomes de hasta el 50% en bolsa.
Son tres escenarios (el bueno, el feo y el malo) que pretenden englobar en cada caso un pronóstico certero sobre lo que puede suceder en los mercados financieros en los próximos meses y cómo debe afrontar estos cambios un inversor informado.
En todo caso, el análisis constata un punto de inflexión en los mercados, ya que el ejercicio traerá para muchos inversores dos consecuencias: la primera, mucha más volatilidad en los mercados financieros de la que hemos experimentado a lo largo de 2021 y en lo que va el 2022 y la segunda, un alfilerazo en la burbuja financiera creada por los bancos centrales si éstos se ven obligados a aplicar medidas de política monetaria más restrictivas para combatir la inflación.
Recomendaciones de inversión:
A – Primer escenario: bueno
Este escenario macro está dominado por la continuidad monetaria, regreso a la estabilidad macroeconómica, mercados alcistas y mínimas rentabilidades en deuda. Es el que la mayoría de los Bancos Centrales considera que marcará 2022. Se basa e n que las presiones inflacionistas actuales comenzarían a remitir a partir de este año y retornarían al punto de equilibrio en torno al 2% a medio plazo. La retirada del estímulo monetario podría llevarse a cabo de forma ordenada y sin prisas.
En este entorno sería muy probable que no viéramos subidas de tasas de interés hasta 2023 como pronto en Europa y tan solo un pequeño ajuste de tipos en EEUU.
Si el episodio de inflación que estamos viviendo es realmente transitorio, significará que la retirada de los programas de compra de deuda podrá realizarse de forma ordenada, sin generar sobresaltos entre los inversores y evitando un desplome del sentimiento de confianza actual. Además, una inflación a la baja otorgaría flexibilidad a los Bancos Centrales para volver a sus políticas de estímulo monetario, en el supuesto de que las economías volviesen a experimentar una ralentización preocupante.
Recomendaciones de inversión:
– Preferencia por activos “growth” respecto a “value”.
– Preferencia por sectores cíclicos frente a defensivos.
– Preferencia por bolsa en EE.UU. frente a bolsa del resto del mundo.
– Los llamados FANG (Facebook, Apple, Amazon, Microsoft y Google) seguirían liderando el Nasdaq y el índice tecnológico mantendría un mejor comportamiento frente al resto de segmentos bursátiles.
FAANG es un nuevo acrónimo, que incluye una serie de temáticas de inversión, en respuesta a los cambios que se están produciendo en el mundo, relacionadas con factores como los riesgos geopolíticos o el incremento en el consumo de ciertos recursos:
Fuels (combustibles): las tensiones geopolíticas, la fuerte demanda y la escasez de suministros son algunos de los aspectos que influyen en los precios.
Aeroespacial / defensa: las tensiones geopolíticas podrían implicar un mayor gasto en defensa.
Agricultura: el planeta necesitará producir más alimentos en las próximas 4 décadas que en los anteriores 8.000 años. Existen retos importantes, como los climatológicos o la demanda procedente de la creciente clase media de los mercados emergentes.
Nuclear / renovables: temática vinculada al compromiso de apostar por energías respetuosas con el medio ambiente.
Gold (oro) / metales / minerales: el oro es tradicionalmente considerado como activo refugio, mientras que el uso de ciertos minerales se ha intensificado (ej, para el vehículo eléctrico se requiere seis veces más componentes minerales que para el coche tradicional.
El uso intensivo de minerales requerido para las baterías podría multiplicar por 40 la actual demanda de litio de aquí a 2040.
B – Segundo escenario: feo
El escenario ‘feo’ se basa en el riesgo de que las presiones inflacionistas no sean transitorias, sino que perduren en el tiempo. Es fácil defender esta hipótesis, porque se desconoce cómo va a ser la evolución del coronavirus, su futuro impacto en las cadenas de distribución y si generará o no nuevas restricciones. Si la crisis energética se alarga y los problemas de suministro no se resuelven pronto, 2022 podría ser un año donde no se produzca la tan ansiada reversión de las presiones inflacionistas.
Con el actual nivel de endeudamiento en el mundo, que afecta a gobiernos, empresas y particulares, en el momento que comience a encarecerse el coste del dinero y a restringirse la liquidez en el sistema, los efectos negativos llegarán en cascada.
Bajo la premisa de que la prioridad es luchar contra la inflación, la retirada de estímulo monetario se aceleraría. En este entorno, el mercado comenzaría a poner en precio subidas de tasas de interés que antes eran impensables. El aumento de la prima de riesgo provocaría las primeras correcciones severas en la bolsa y en el mercado de crédito. Además, el incremento del coste de financiación provocaría un cambio de rumbo en el mercado inmobiliario.
La euforia compradora que hemos vivido a lo largo de los últimos años, y muy en especial desde marzo de 2020, es probable que dé paso al pánico vendedor. A eso hay que añadirle el hecho de que las compras de bolsa en 2021 han sido igual a la suma de compras de los últimos 19 años juntos. Dicho de otro modo: el inversor particular o minorista finalmente se ha lanzado a comprar renta variable este año como no lo ha hecho nunca.
Recomendaciones de inversión:
En este contexto y con tipos al 0%, el movimiento natural del inversor (que consistía en refugiarse en algún producto de renta fija cuando percibía un cambio de tendencia en la renta variable) ahora no es posible. A su vez, posibles subidas de tasas de interés provocarán caídas en los precios de los bonos, del mismo modo que la retirada de los Bancos Centrales como principales compradores de deuda complicará aún más la situación.
Por ello, sería conveniente:
– Alejarse todo lo posible de inversiones en deuda de baja calidad crediticia, como es el caso de “high yield” o “bonos basura”.
– Mantener la preferencia por sectores defensivos y value, frente a cíclicos y growth. Es el caso de los sectores de salud, eléctrico, consumo básico y alimentación. El sector bancario también puede actuar como refugio, ya que las subidas de tipos incrementan su margen de intermediación y, por tanto, sus beneficios.
– Evitar el NASDAQ 100 y el S&P 500 por el peso de las FAANG, mientras que puede resultar interesante posicionarse en selectivos de Hong Kong y China.
C – Tercer escenario: malo
Vendría marcado por la realidad geopolítica y las luchas de poder regional, así como su implicación en las materias primas y energéticas. Este escenario se fundamenta en:
– Las tensiones entre EEUU y China irían en aumento y desembocarían en una nueva guerra fría con un eje central sobre la independencia de Hong Kong y Taiwán, por un lado, y los derechos humanos, por otro.
– Rusia aprovecharía su posición de fuerza en la crisis energética e invadiría Ucrania.
– La crisis energética se extendería por el mundo ante el miedo al desabastecimiento.
– EEUU se enfrentaría a una situación muy complicada, al mantener simultáneamente disputas geopolíticas contra China y Rusia.
– Esta situación provocaría que las economías entrasen en fase de estanflación, contra la que los bancos centrales se encontrarían impotentes.
– Las presiones inflacionistas no remitirían, lo que unido a la desaceleración económica (estanflación) provocaría una inestabilidad social sin precedentes y la proliferación de partidos políticos extremistas cada vez con más peso en los gobiernos.
– Nadie asumiría su cuota de error y todos buscarían un culpable, lo que tensaría las relaciones internacionales.
Es un escenario en el que bastaría con que la situación actual pase a un nivel de amenazas más contundentes, escaramuzas en las fronteras de aquellas regiones donde hay discrepancias territoriales, imposición de fuertes represalias económicas, cambio hacia un mayor proteccionismo económico, aplicación de nuevas sanciones o aranceles, por poner algunos ejemplos.
En el caso de materializarse este escenario, la crisis energética se extendería en tiempo y magnitud, las presiones inflacionistas no remitirían porque el comercio mundial se vería negativamente afectado, se registrarían menores tasas de crecimiento y con un nivel de endeudamiento mundial sin precedentes.
La incertidumbre sobre el futuro provocaría una subida vertiginosa de la prima de riesgo, y todo ello haría inviable mantener la tendencia existente en las bolsas, desencadenando un cambio de tendencia que se retroalimentaría en un mercado de crédito artificialmente manipulado por los bancos centrales.
Recomendaciones de inversión:
Este escenario merece un doble análisis ya que, dependiendo de la intensidad y evolución de los acontecimientos, las repercusiones finales serían muy diferentes:
1 – Si finalmente se desarrolla este “escenario malo” s lo más probable es que veamos conflictos de baja intensidad y duración, duras sanciones económicas, mayor proteccionismo económico, etc. Se intensificaría la crisis energética y las presiones inflacionistas no remitirían en el corto/medio plazo porque el comercio mundial y la logística de distribución se verían negativamente afectadas.
La cartera de inversión que consideramos más razonable no se diferenciaría mucho de aquella que hemos seleccionado para el “entorno feo”.
2 – Sin embargo, si se desarrollase este “escenario malo” en su peor vertiente, es decir, con conflictos bélicos a gran escala, entonces entraríamos en una situación nueva y desconocida para la mayoría de los inversores.
En este improbable escenario, las bolsas sufrirían caídas significativas. Teniendo en cuenta que, ante situaciones similares durante las últimas décadas, las correcciones menores fueron del 25%, y teniendo en cuenta la dimensión de la burbuja actual, las correcciones podrían ser del entorno del 50%, algo similar a lo que tuvo lugar durante la crisis financiera del 2008 y tras el colapso de la burbuja.
Pero a diferencia de lo que ocurrió en esas dos últimas ocasiones, en este entorno la velocidad del ajuste sería mayor.
Sobre ponderaríamos los sectores defensivos e incluiríamos el sector armamentístico dentro de nuestra cartera.
Y como activo refugio escogeríamos los metales preciosos, en particular, el oro.
Los precios de los alimentos en todo el mundo están en máximos históricos, en medio de la escasez debido a la guerra de Ucrania. La energía nuclear está lista para un regreso, declaran.
Y el oro es ahora el activo preferido de los bancos centrales gracias a la geopolítica.
A pesar de los retos y la incertidumbre a corto plazo, nos encontramos en un entorno de transformación sin precedentes.
Creemos que hay oportunidades para que los inversores inviertan en el lado correcto del cambio, apoyando a las empresas que hacen lo correcto o a las que están en transición.
Estas tendencias podrían dar forma a la próxima década y determinar dónde se pueden encontrar rendimientos incrementales.
Para América Latina y el Caribe, una reducción en el crecimiento aumentaría el grado de conflictividad social en la región, sobre todo si consideramos que se han visto repetidas manifestaciones, incluso violentas, en países como Bolivia, Colombia o Perú.
Otra implicación para la región derivada de un crecimiento económico insuficiente, es el creciente traslado de la competencia global por el poder al hemisferio occidental.
Específicamente, será de interés analizar la creciente presencia de China en el hemisferio, sobre todo a través de cooperación económica a países latinoamericanos.