A finales de noviembre de 1968 una comisión del partido blanco, encabezada por su secretario general, José Francisco Peña Gómez y su excandidato vicepresidencial, hacendado Silvestre Antonio Guzmán Fernández, viajó a España para entrevistarse con el profesor Juan Bosch, a fin de que reconsiderara su renuncia como asesor de esa entidad y contribuyera a contener el progresivo desencanto de sus simpatizantes, por la inercia desmoralizadora que provocó a nivel nacional la abstención electoral perredeísta en los comicios de mayo, ganados sin competencia real por los candidatos a síndicos y regidores del Partido Reformista del presidente Joaquín Balaguer.
Esas elecciones municipales carecieron de brillo debido a la ausencia de candidaturas realmente opositoras y evidenciaron, como era lógico, el desacierto de la dirigencia perredeísta al promover la no concurrencia a las urnas, porque -fruto de esa decisión- perdieron su representación municipal y millares de empleos que cubrían las necesidades básicas de subsistencia de sus miembros en los ayuntamientos del Distrito Nacional, La Romana, San Pedro de Macorís, San José de Ocoa, Azua, Barahona, Neiba, Baní y otros municipios cuyos cabildos pasaron a ser controlados por los reformistas.
La abstención electoral fue alentada desde España por el expresidente Bosch, en su calidad de conductor de la estrategia partidaria, vista la precariedad existente en el clima de paz de su país, sumido entonces en la violencia, dado que en esa época ocurrieron los asesinatos de los dirigentes de izquierda Juan Castro Arias, Rubén Santana y Orlando Mazara, además las desapariciones de Guido Gil Díaz y Henry Segarra Santos, así como los sonados atentados perpetrados en marzo y mayo de 1967 por “fuerzas incontrolables”, contra las vidas del general Antonio Imbert Barrera y el senador Pablo Rafael Casimiro Castro, representante de la provincia de Pedernales.
Esta iniciativa sugerida por Bosch desde su morada en la ciudad turística de Benidorm, célebre por sus atractivas playas, fascinantes monumentos y altos rascacielos, al igual que su renuncia tenía un componente rigurosamente ideológico, estimulado por la exposición y ventilación pública de su novedosa tesis de “La Dictadura con respaldo popular”, cuyo texto por capítulo comenzó a publicarse el 4 de septiembre de 1967 en la revista ¡AHORA! que dirigía el abogado y periodista Rafael Molina Morillo.
El contenido esencial de esta tesis caló por primera vez en la opinión pública luego del acto de apertura del congreso mundial de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas (IUSY), celebrado en Suecia en junio de ese año, donde Bosch -como orador principal- pronunció un discurso poniendo de manifiesto su desencanto con las ideas democráticas que defendiera a capa y espada durante largos años. Su participación en ese foro tomó por sorpresa a sus compañeros de partido, que lo tenían como el paladín de la democracia por enfrentarse desde el exilio a la dictadura de Trujillo y luego convertirse en connotada figura del movimiento de izquierda democrática que surgió en América Latina a principios de la década de 1960, con el distintivo de un socialismo con rostro humano que contradecía la teoría leninista sobre la destrucción del sistema capitalista.
En ese tiempo aparentaba estar vinculado a los expresidentes Pepe Figueres y Luis Alberto Monge, de Costa Rica; Rómulo Betancourt, de Venezuela; Hernán Siles Suazo, de Bolivia; así como al exgobernador de Puerto Rico, Luis Muñoz Marín y al líder peruano y fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana -APRA, Víctor Raúl Haya de la Torre.
En este congreso, el escritor y político dominicano impugnó la democracia representativa, calificándola de inoperante y de “un lujo de países ricos”, estremeciendo con esa opinión el ánimo de la concurrencia, porque nadie esperaba una crítica tan ácida en los labios de un estadista que en 1963 actuó desde la presidencia aferrado al régimen constitucional de derechos y libertades, pero que súbitamente aseguraba que este sistema de vida no “podrá resolver el cúmulo de problemas que el país tiene por delante”.
Allí se le ocurrió decir, también, que “Por el camino del hambre no se puede ir ya a la democracia”, que “duerme sin sábanas y no se sienta a comer en el suelo”.
Esa apreciación sobre la inoperancia de la democracia en los países pobres, fue toreada por los dirigentes conservadores y moderados del partido blanco, quienes se cuidaron de exponer su desacuerdo con él en público, aunque lograron postergar la discusión de la nueva tesis en los organismos partidarios, evitando que se impusiera una plataforma teórica contraria a la ideología liberal que orientó la lucha antitrujillista del perredeísmo, su tradición democrática, cimentada en su exitosa campaña por el poder en 1963 y la estrategia electoralista ratificada tres años más tarde, a poco de culminar la contienda bélica de 1965.
Aun así, la figura política de Bosch se mantendría intacta porque convenía tenerlo de asesor y símbolo aglutinante de la membresía perredeísta para que con su renombre internacional de escritor y estadista, pudiera seguir contribuyendo desde el extranjero al establecimiento de una dirección colegiada institucional, que fortaleciera la posición de Peña Gómez como principal ejecutivo perredeísta, en un momento estelar del desarrollo de su liderazgo, cuando emergía como la esperanza de las masas populares en la lucha por un futuro mejor y se desenvolvía como ente de equilibrio entre los sectores convergentes en la estructura policlasista partidaria.
Por los criterios señalados, la delegación perredeísta que viajó a Benidorm en noviembre de 1968, presidida por Peña Gómez y Antonio Guzmán, no podía volver a Santo Domingo sin convencer a Bosch de que sopesara su decisión final; pues una dimisión suya se consideraba inoportuna y hasta perjudicial a los intereses partidarios, siendo saludable y conveniente su continuidad en la función de asesor que le asignó la cuarta convención nacional perredeísta celebrada en octubre de 1966.
La referida comisión representaba a todos los sectores del partido y llevaba un mandato legítimo de su más alto organismo ejecutivo, sobresaliendo entre sus miembros el licenciado Máximo Lovatón Pittaluga, senador del Distrito Nacional; la licenciada Frida Martínez de Espinal; los doctores Ambiorix Díaz Estrella y José Augusto Vega Imbert, de la ciudad de Santiago; así como la doctora Sofía Leonor Sánchez Baret, líder femenina; Miguel Soto y Pedro Julio Evangelista, representantes del sector sindical; Mariano Peña, líder agrario; Juan Winston Arnaud Guzmán y José Ovalle Polanco, secretario general y secretario de organización de la combativa Juventud Revolucionaria.
Arnaud y Ovalle eran los comisionados de menor edad, prácticamente dos muchachos que llegaron a Benidorm cargados de regalos para Bosch y su esposa, especialmente dulces y cigarrillos Crema, ya que el líder político fumaba entonces, con frecuencia y placer, ese producto criollo.Sin embargo, no sería tarea fácil para esa comisión convencer a Bosch de que continuara asesorando a la dirección del partido, porque las diferencias de criterios entre éste y los visitantes se hicieron visibles en la primera reunión que sostuvieron en esa ciudad española, debido al discreto respaldo que brindaron a su tesis.
Al finalizar ese encuentro, durante un diálogo informal con Winston Arnaud, efectuado en un área recreativa de su apartamento, en donde el líder político destapó una cajetilla de sus preferidos cigarrillos criollos “Crema” sin filtro, mientras Winston encendía un Marlboro, el expresidente le habría insinuado que para agilizar la aprobación y puesta en práctica de la tesis de “La Dictadura con Respaldo Popular” era necesario apartar de la dirección del partido blanco a los burgueses nacionales que ocupaban posiciones en su comité ejecutivo.
Ese planteamiento habría molestado al líder juvenil, por su estrecho vínculo con Antonio Guzmán, un burgués nacionalista que era sostén eficaz de las finanzas del partido blanco y uno de los líderes de la comitiva perredeísta que se encontraba en Benidorm; pero las cosas, por suerte, no pasaron de ahí. La maniobra de Bosch no fue objeto de discusión ni tuvo mayor trascendencia, aunque había sido una clara expresión de lo radical que estaba el líder político en su posición.
Según la apreciación del doctor Jottin Cury Elías, presidente del comité político del partido blanco y su principal vocero en el Congreso Nacional, Bosch “estaba desilusionado de su larga lucha por la democracia”, pese haber creído durante largo tiempo en “la solución de los males sociales de América Latina y el país a través de los gobiernos democráticos”.
El jurista Cury Elías, admirado por su rol estelar como canciller del gobierno en armas del coronel Francisco Caamaño durante la guerra patria, así como por su condición de catedrático universitario y brillante legislador opositor, visitó a Bosch en Benidorm un año antes; específicamente el 4 de noviembre de 1967, siendo uno de los primeros dirigentes perredeístas en dialogar con el expresidente y examinar su transformación ideológica; pudiendo estimar que éste había llegado a la conclusión de que la democracia era para países ricos y la dictadura para subdesarrollados con mucha gente pobre, sin trabajo y sin comida, que -como en su pueblo- acuden a las urnas a votar cada cuatro años.
Sin embargo, una visión diferente tenía al respecto el comerciante y también dirigente perredeísta, don Manuel Fernández Mármol, quien visitó la residencia del expresidente en la susodicha ciudad, a principios de noviembre de 1968 y -a su regreso- dijo en el programa de televisión “Sea Usted el Jurado” del doctor Alberto Amengual, que creía que Juan Bosch estaba simplemente desencantado de la democracia, aunque consideró que su estado anímico era momentáneo y sería superado durante el diálogo que sostenía entonces en su apartamento veraniego con Peña Gómez, Guzmán y los demás comisionados que fueron a convencerlo de que continuara en el redil de la democracia, porque este sistema sólo debía ser perfeccionado, jamás cambiado.
Fernández Mármol parecía conocer el temperamento de Bosch, aunque no estaba al tanto de la evolución de su pensamiento político, como sí lo estaban algunos intelectuales universitarios y dirigentes perredeístas a los cuales envió cartas desde Benidorm, explicándoles el alcance de su tesis política y pidiéndoles apoyo para su divulgación en el país. Esos fueron los casos del doctor Salvador Jorge Blanco, jurista de Santiago; el doctor Rafael Kasse Acta, decano de la Facultad de Medicina de la UASD y el sindicalista Pedro Julio Evangelista, uno de los líderes del frente sindical del partido del jacho.
En una primera correspondencia remitida a este último, en fecha 29 de abril de 1968, enviada a través del fogoso dirigente Rafael Gamundi Cordero, Bosch pedía a los sindicalistas que dedicaran sus energías a preparar al pueblo para la revolución y que se convirtieran en la columna vertebral del proceso político que -según creía- algún día se llevaría a cabo en Santo Domingo. También le observaba que a un pueblo no sólo se le prepara con movilizaciones y protestas, sino que era necesario “darle una bandera de lucha, una consigna positiva, algo que sea suyo y por lo cual luche hasta su última posibilidad”, como “La Dictadura con respaldo popular”.
Es bueno apuntar que de la lectura de esa carta se podía apreciar que en Bosch declinaba la estima por la dirigencia de su partido; sin duda por vacilación que ésta mostraba en acoger su tesis y posibilitar que se discutiera en los organismos intermedios y de base, para que fuera aprobada en la quinta convención nacional que se celebró los días 24 y 25 de febrero de 1968 en el cine-teatro Cupido de la ciudad capital.
La quinta convención y la abstención electoral del perredeísmo
En este evento participaron 240 delegados de los comités municipales y zonales de todo el territorio nacional y tuvo como puntos principales de agenda la abstención electoral del partido en las elecciones municipales a celebrarse el 16 de mayo de ese año y la escogencia de un nuevo comité ejecutivo nacional, con Peña Gómez de secretario general y el doctor Jottin Cury Elías como presidente de la comisión política.
Había mucha expectativa de que en esta convención se aprobaría la tesis de “La Dictadura con respaldo popular”, pero el tema no figuró en la agenda, dada la vibrante oposición de varios asambleístas de los sectores conservadores y moderados, como fueron los senadores Máximo Lovatón Pittaluga y Pablo Rafael Casimiro Castro; el diputado Barón Suero Cedeño, el comerciante Manuel Fernández Mármol, el empresario José Desiderio Ares Maldonado y los doctores Washington Aníbal de Peña, Ramón Gabriel Ledesma Pérez, José Rodríguez Soldevilla, Hipócrates Saint-Amand y Santos Sena Pérez.
Sin embargo, a solicitud de Peña Gómez, los asambleístas permitieron la promoción de la tesis boschista dentro de los organismos del partido y durante un buen tiempo fue posible su discusión en mesas redondas organizadas por el frente sindical y los jóvenes universitarios, con expositores de todos los sectores sociales.
Los miembros del comité ejecutivo nacional del partido blanco escogidos por la quinta convención nacional, además del doctor Cury Elías y Peña Gómez, fueron Rafael Gamundi Cordero, secretario nacional de organización; doctor Almanzor González Canahuate, director de finanzas; doctor Ramón Antonio –Tonito- Abreu Flores, secretario de cultura y educación; doctora Milagros Ortiz Bosch de Basanta, miembro del comité disciplinario y Juan Winston Arnaud Guzmán, secretario general de la Juventud Revolucionaria.
Igualmente, Antonio Guzmán, subsecretario general; licenciado Secundino Gil Morales, presidente del comité de disciplina; licenciado Manny Espinal, secretario de prensa y propaganda; licenciado Julio Díaz Santana, director del buró sindical; Mariano Peña, director del buró agrario; doctor Abraham Bautista Alcántara, secretario de relaciones públicas e internacionales; Nora Nivar de Fernández, directora del frente de profesionales y doctor Mario García Alvarado, director de asuntos legales y electorales.
Asimismo, arquitecto John Brea, director de Planeamiento; doctor Ramón Gabriel Ledesma Pérez, director de asistencia social; doctor Bartolomé Moquete Andino, director de actas y correspondencias; doctora Leonor Sofía Sánchez Baret, encargada del frente femenino; doctor Segundo Armando González Tamayo, doctor José Augusto Vega Imbert, doctor Salvador Jorge Blanco, doctor Luis E. Lembert Peguero, licenciado Máximo Lovatón Pittaluga y profesor Pablo Rafael Casimiro Castro.
El comité de disciplina quedó integrado por Gil Morales como presidente y los doctores Milagros Ortiz de Basanta, Frank DesuezaFleury, José Rafael Abinader y el comerciante Manuel Fernández Mármol, miembros.
Winston Arnaud. Winston Arnaud y Peña Gómez. Rafa Gamundi habla en una reunión con sindicalistas y jóvenes. Se observa a Winston Arnaud, segundo desde la derecha. Miguel Soto. Jottin Cury. JOSE OVALLE, DIRIGENTE DE LA JRD Y ABRAHAM BAUTISTA ALCANTARA, DEL FUSD. Peña Gómez.
Acuerdo de Benidorm
Aun cuando la comisión perredeísta encabezada por Peña Gómez y Guzmán llegó a Benidorm a finales de noviembre de 1968, no fue sino hasta la primera semana de diciembre cuando se inició la sesión de trabajo con el profesor Juan Bosch, en la que se analizó su relación con los dirigentes perredeístas y la situación política del país luego de la celebración de la convención del partido en el mes de febrero y las elecciones municipales de mayo.
Tras varios días de estudio de la tesis de “La Dictadura con respaldo popular” y de valoración de la labor política que realizaba su autor desde el exterior, el lunes 9 de diciembre se produjo el extraordinario “Acuerdo de Benidorm” que permitió la continuidad de Bosch como asesor del partido que contribuyó a fundar el 21 de enero de 1939 en La Habana, Cuba, junto a Enrique Cotubanamá Henríquez Lauransón, Virgilio Mainardi Reyna, Ángel Miolán y otros exiliados.
El denominado “Acuerdo de Benidorm” fue dado a conocer en Santo Domingo un día más tarde por el presidente de la comisión política del partido blanco, doctor Jottin Cury Elías, en una rueda de prensa en la que leyó el cablegrama que acababa de recibir, firmado por Bosch, José Francisco Peña Gómez y Silvestre Antonio Guzmán Fernández, que aseguraba que el exmandatario seguiría asesorando a su partido y que éste sería fortalecido con la puesta en práctica de varias resoluciones políticas que serían divulgadas más adelante.
Seis días después, el 15 diciembre de 1968, el llamado “Acuerdo de Benidorm fue difundido por el programa Tribuna Democrática, órgano de difusión radial perredeísta que se transmitía a través de Radio Comercial y una cadena de emisoras en todo el país, en una grabación en la voz del profesor Juan Bosch, de exactamente veinte minutos, en la que refería su experiencia como gobernante del país y expresaba las razones que lo llevaron a dejar de creer en la democracia representativa, así como el propósito de la dictadura con apoyo popular.
El expresidente informó que junto a la comisión perredeísta había analizado el carácter dependiente de la sociedad dominicana y la necesidad de luchar por la independencia nacional, debido a que el país era “una dependencia económica, política y militar del pentagonismo norteamericano, gobernado por fuerzas nacionales al servicio de los intereses pentagonistas”. Anunció que, por esa razón, la tarea principal de los perredeístas sería “luchar, con los medios que permitan las circunstancias, por liberar al país de esa dependencia”.
A partir de ese momento, la alta dirección del partido blanco prohibió toda actividad electoral hasta la celebración de la sexta convención nacional, que se llevó a efecto el 28 de febrero de 1970, en el cine-teatro Agua y Luz de la capital, donde en principio y a unanimidad, se aprobó la mentada tesis de “La Dictadura con respaldo popular”.
Con la aprobación de esta tesis, la sexta convención nacional perredeísta se comprometía a impulsar un programa mínimo de gobierno, revolucionario y nacionalista, así como la realización de una reforma agraria integral, la nacionalización de las empresas de capital norteamericano, la erradicación del latifundio y otros puntos cardinales especificados en la plataforma programática que prepararía el partido para gobernar el país.
Aunque se debe decir, para concluir este relato, que esa tesis fue pronto relegada y olvidada, pues cuatro años más tarde ese mismo partido, habiendo prescindido de Bosch, retomaría el camino electoral y se abrazaría a una línea doctrinal en el marco de la socialdemocracia.