DESTINOS CONTRAPUESTOS.
Cuando falleció el presidente iraní, se dictaminó una orden internacional de arresto al premier israelí.
En esta década los antípodas del Medio Oriente han sido el presidente iraní Ibrahim Raisi y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. En la mañana del lunes 20 Teherán reconoció que no sobrevivieron ninguno de los 8 tripulantes del helicóptero que cayó en la víspera, en el cual estaban Raisi y su canciller Hossein Amir-Abdollahian. Horas más tarde, la Corte Penal Internacional (CPI) ordenó arrestar a Netanyahu y a su ministro de defensa, Yoav Gallant.
Nunca antes un presidente persa había muerto en un accidente aéreo. Tampoco, Israel, que acaba de cumplir 76 años, ha tenido un mandatario con orden de captura.
A Raisi le despidieron decenas de dignatarios extranjeros y millones de iraníes. Si bien el 85% del Congreso israelí rechazó el dictamen de la CPI, ninguna manifestación masiva se ha dado para defenderle tanto en Israel como en ninguna otra parte del globo. David Lammy, quién, se espera que al día siguiente de las elecciones generales del 4 de julio, sería el nuevo canciller británico, apoyó dicho veredicto penal, mientras que España, Noruega e Irlanda reconocieron oficialmente un Estado palestino.
¡Ultraderechistas del mundo, uníos!
El principal apoyo internacional que tiene Netanyahu se expresó un día antes del dictamen de la CPI. El domingo 19 en Madrid, el franquista VOX congregó a la ultraderecha occidental en su cruzada xenofóbica y anti-Islam. Allí participaron los presidentes de Argentina, Javier Milei, y Hungría, Viktor Orbán (quienes junto con Israel, EEUU y otros 5 países más fueron los únicos en oponerse en Naciones Unidas a reconocer un Estado palestino), la premier italiana “post-fascista” Giorgia Meloni, Marine Le Pen y otros líderes de partidos cuyas raíces datan de quienes antes apoyaron a Francisco Franco, Benito Mussolini o Adolfo Hitler. La ultraderecha quisiera ganar las elecciones al euro-parlamento (6-9 junio), mientras que Holanda se acaba de convertir en el sexto de los 27 países de la Unión Europa en tener ministros ultraderechistas.
Uno de los principales oradores fue Amichai Chikli, ministro israelí de la Diáspora (criticado por “Jerusalén Post” por aliarse a neo-nazis de España, Suecia, Bélgica y otros países, mientras que rechaza reconocer como judíos a todos sus correligionarios pro-Palestina). Se supone que Israel fue creado para evitar un nuevo holocausto nazi, pero ahora su gobierno se alía a los descendientes de quienes promovieron este. Hace 8 décadas la ultraderecha europea consideraba que la principal minoría religiosa en su continente (los judíos) eran un enemigo contra la civilización occidental, ahora, como la principal minoría religiosa son ya los musulmanes, esta misma considera que Israel es la vanguardia occidental contra estos. Antes los que más rezaban en una lengua semita en Europa eran los judíos, pero hoy son los islámicos. Si Hitler movilizó a fanáticos musulmanes contra los judíos, ahora los descendientes del nazi-fascismo consideran que las matanzas contra islámicos en Israel, son parte de una lucha global contra el Corán.
Estados parias.
Irán e Israel han invertido la imagen que tenían hace 45 años. Antes el Estado paria era Irán y hoy es Israel. En 1979, la revolución persa hizo que Occidente le acuse de promover el terrorismo internacional. En 1980-88, todas las potencias occidentales y las petro-monarquías arábigas impulsaron a Irak a invadir Irán, al cual, entonces, los partidos comunistas soviético y chino rechazaban.
Israel se proyectaba como la “única democracia del medio oriente”. Dicho Estado nació en 1948 con el apoyo de Occidente y Stalin, quienes apoyaban que colonos judíos europeos conformen un Estado, sin darle importancia a que el grueso de su población nativa fue expulsada. Durante sus primeras tres décadas, Israel se presentaba como un ejemplo de “socialismo” pluralista con granjas colectivas, que venció cuatro guerras internacionales a vecinos más poderosos (1947-48, 1956, 1967 y 1973). Con el secuestro de hebreos en Múnich 1972 y Uganda 1976 y subsecuentes atentados, Israel se mostraba como “víctima” del “terrorismo”.
Ahora, la situación se alteró. Israel se va tornando un aislado Estado, mientras que Irán es la principal potencia político-militar del Medio Oriente.
Luego que Washington atacó Irak (1991 y 2003) y Afganistán (2001), Teherán sacó provecho de ello, logrando que sus aliados chiitas locales establezcan posiciones de poder. Gradualmente, fue tejiendo su “Eje de Resistencia” uniendo a los gobiernos de Irán, Siria y Yemen con Hezbolá de Irak y Líbano, Hamás y la Yihad Islámica Palestina. Este propinó las primeras derrotas militares israelíes (cuando Tel-Aviv invadió Líbano luego de 1982 y 2006) y que se vayan potenciando los grupos armados palestinos hasta que el 7/10/2023 se condujo a la actual guerra de Gaza.
Hasta hace poco, Tel-Aviv avanzaba internacionalmente. Tras que Egipto en 1978-79 y Jordania en 1994 entablaron relaciones diplomáticas con Israel, en 2020, Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos hicieron lo mismo, bajo patrocinio de Donald Trump, firmando los “Acuerdos de Abraham”. Cuando se avizoraba que Arabia Saudita (el más rico petro-Estado musulmán) iba a dar tal paso, la guerra gazatí paralizó ello.
Tras la ofensiva israelí, Sudáfrica, 4 países musulmanes (Jordania, Baréin, Turquía y Chad) y 4 latinoamericanos (Brasil, Honduras, Chile y Belice) removieron a sus respectivos embajadores de Tel-Aviv, mientras que Colombia, como antes lo hicieron Bolivia, Nicaragua, Venezuela y Cuba, rompió relaciones diplomáticas con Israel.
París y otros miembros de la OTAN votaron a favor de un Estado palestino, Londres no se opuso y Washington dice que lo hará en otras condiciones, a la par que busca reducir el ataque israelí sobre Rafa (la urbe gazatí fronteriza con Egipto).
Israel vs. Irán.
Irán, en cambio, pudo torear sanciones occidentales. Ha creado un bloque con Rusia y China, pilar del grupo de Beijing de 9 países centroasiáticos y del BRICS ampliado (al cual Irán ha entrado junto con Egipto, Arabia Saudita y Emiratos, antiguos rivales suyos con los cuales se ha amistado). Ha expandido su influencia en Latinoamérica (con buenos lazos con el ALBA de Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia y 5 Antillas). Teherán, en alianza con Moscú, ha logrado ganar la guerra siria y evitar que la OTAN avance en Ucrania.
Israel, si bien quiso empujar a sauditas y emiratíes a una guerra regional anti-persa, ahora ha hecho que ambos se acerquen a Irán, quien logró que ambos se reconcilien con Qatar y se negocie la paz en Yemen.
Por primera vez, Israel fue sancionado por el Tribunal Internacional de Justicia, quien le demanda evitar un genocidio, mientras que su mandatario ya tiene orden de arresto. Nunca antes se han movilizado internacionalmente decenas de millones de personas en solidaridad con Palestina, incluyendo toma de universidades (especialmente en EEUU). Una buena parte de las comunidades judías del mundo apoya esas marchas.
Dos eminencias israelíes, Eugene Kandel y Ron Tzur, advierten que su país puede que no cumpla un siglo de vida, pues está muy debilitado internamente tras que Netanyahu dividió a la población al querer regimentar al poder judicial y ahora ha alimentado descontentos con su guerra contra los palestinos. Para ambos académicos, Israel se puede desgarrar entre los que quieren una teocracia, la minoría árabe, los militaristas que ansían expulsar palestinos, una mayoría a favor de un Estado liberal amplio, y los exiliados que huyan de tanto lío (particularmente la elite económica, intelectual y tecnológica).
En Israel nadie celebra que 3 de las 5 sancionados por la CPI sean del Hamás: Yahya Sinwar, Ismail Haniye y Mohamed al-Masri. Para los “antiimperialistas” esto es un desbalance (además, creen que no se puede comparar la total destrucción de Gaza con la toma de rehenes), pero conciben que esta resolución es un avance por la naturaleza pro-occidental de dicha corte que antes ha sancionado a Vladímir Putin y Muammar Gaddafi, pero nunca a ningún mandatario norteamericano. Netanyahu ha dicho que dicho veredicto no detendrá su asalto a Rafa y que este es un primer paso para hacer lo mismo con otros líderes occidentales.
En Tel-Aviv a Raisi le llaman el “carnicero de Teherán” (acusado de ejecutar a miles de sus compatriotas y de querer aniquilar a Israel). No hay pruebas de que Israel o EEUU estén envueltos en dicho accidente, aunque hasta la media hebrea reconoce que el bloqueo es responsable de la falta de piezas para aeronaves como la que colapsó. Si bien Tel-Aviv ha ordenado el asesinato de cientos de líderes musulmanes, nunca ha hecho uno contra un presidente (salvo, posiblemente, el palestino, Yasser Arafat). Hacer un magnicidio en Azerbaiyán (república desde donde partió Raisi) afectaría las buenas relaciones israelí-azerbaiyanas, pues este país recibe armas hebreas. Además, de comprobarse que una potencia extranjera hubiera planificado dicho accidente, la situación internacional podría emular a la que produjo la I Guerra Mundial (1914-18) tras el asesinato al archiduque austro-húngaro Francisco Fernando. El 28 de junio Irán elegirá un nuevo presidente, quien mantendría la misma orientación geopolítica.