Tomar un desayuno abundante en lugar de una gran cena puede prevenir la obesidad y el alto nivel de azúcar en la sangre, ya que se pueden quemar hasta el doble de calorías, según una nueva investigación publicada en el ‘Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism de la Sociedad Endocrina de Estados Unidos.
El organismo gasta energía cuando digiere los alimentos para la absorción, digestión, transporte y almacenamiento de nutrientes. Este proceso, conocido como termogénesis inducida por la dieta (TID), es una medida sobre lo bien que está funcionando el metabolismo y puede diferir según la hora de la comida.
“Nuestros resultados muestran que una comida que se toma en el desayuno, independientemente de la cantidad de calorías que contiene, genera el doble de termogénesis inducida por la dieta que la misma comida consumida en la cena –explica la autora correspondiente del estudio, Juliane Richter, de la Universidad de Lübeck en Alemania–. Este hallazgo es significativo para todas las personas, ya que subraya el valor de comer lo suficiente en el desayuno”.
Los investigadores realizaron un estudio de laboratorio de tres días con 16 hombres que consumieron un desayuno bajo en calorías y una cena alta en calorías, y viceversa en una segunda ronda. Descubrieron que el consumo idéntico de calorías condujo a un TID 2,5 veces más alto en la mañana que en la noche después de las comidas altas en calorías y bajas en calorías.
El aumento inducido por los alimentos de las concentraciones de azúcar en sangre e insulina disminuyó después del desayuno en comparación con la cena. Los resultados también muestran que comer un desayuno bajo en calorías aumenta el apetito, específicamente para los dulces. “Recomendamos que los pacientes con obesidad y las personas sanas tomen un desayuno abundante en lugar de una cena abundante para reducir el peso corporal y prevenir enfermedades metabólicas”, apunta Richter.