El ‘macrismo’ cuenta con un “sostén” de votantes que aún hace posible su reelección.
CÓRDOBA (ARGENTINA).- Mauricio Macri (Tandil, 1959) quiere reeditar su cargo como presidente argentino y evitar ser el primer mandatario desde la restauración de la democracia en su país que, presentándose a su reelección, no consigue el apoyo ciudadano.
“Somos una mayoría que se pasó muchos años en silencio, con miedo, mirando la política de lejos, pensando que no iba a cambiar nada, y dejamos un espacio enorme, que terminó en manos de gente que se creyó dueña del Estado y que quiso ir por todo, y hasta por nuestra libertad”, dijo el mandatario en un mitin celebrado recientemente en Mar del Plata.
Macri, un ingeniero civil que nunca ejerció, suele reivindicar esa independencia política. El empresario se convirtió, en 2015, en el primer presidente ajeno al peronismo y al radicalismo en las últimas décadas.
Su historia inició hace 60 años, en una pequeña ciudad al abrigo de las montañas, en la provincia de Buenos Aires. Es el mayor de seis hermanos.
Su padre, Franco, había llegado unos años antes a Argentina, desde Italia, para probar fortuna en América. Ser hijo de inmigrantes le valió al pequeño Mauricio las burlas de sus compañeros de colegio.
Pero ese inmigrante escaló rápidamente de estatus social, convirtiéndose en uno de los hombres más acaudalados del país, forjando un imperio que incluye empresas de construcción, automovilísticas, alimenticias y de recolección de basuras, favorecido, denuncian sus críticos, por los gobiernos militares de los 70 y 80.
Mauricio se convirtió en gerente general del grupo con tan sólo 26 años, realizando un trabajo anónimo. Su nombre apareció en las portadas de los periódicos en 1991, cuando fue secuestrado y pasó 12 días en paradero desconocido. Fue liberado tras el pago de seis millones de dólares. Después se demostró que sus carceleros fueron policías federales.
Cuatro años más tarde llegó otro momento clave en su vida. En 1995, Macri se convirtió en el presidente del Club Atlético Boca Juniors, uno de los dos equipos más populares del país, junto con River Plate, y que fue, durante su mandato, el mejor equipo de Sudamérica.
El líder argentino, entonces con un característico bigote, dejó el club bonaerense en 2007, tras haber ganado 17 títulos, siendo el jefe de Boca más laureado de la historia.
SALTO A LA POLÍTICA
Por entonces, la popularidad de Macri ya había permitido su paso a la política. Ese mismo año logró, tras un primer intento fallido, convertirse en gobernador de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), renovando el cargo cuatro años después.
Sus dos mandatos consecutivos, en los que arregló escuelas, mejoró el saneamiento de aguas de la capital, creó la policía metropolitana e invirtió en Salud, parecieron dejar buen sabor de boca a los porteños, a pesar de que fue salpicado por escándalos como las escuchas ilegales llevadas a cabo por las fuerzas de seguridad locales.
Aunque algunos le intentaron convencer de presentarse a las presidenciales de 2011, Macri pensó que no era su momento. Cuatro años después sí estaba preparado y lanzó una exitosa campaña electoral, destronando al ‘kirchnerismo’ del poder por primera vez en 12 años.
Llegó a la Presidencia promoviendo medidas ortodoxas para reactivar la economía argentina, así como la lucha contra el narcotráfico y persiguiendo la meta de “pobreza cero”.
Pero, cuatro años después, el país está sumido en una grave crisis económica –el PIB caerá al menos tres puntos en 2019– y la pobreza, que en 2015 afectaba al 29,2% de la población, no sólo no se ha reducido, sino que se ha disparado, hasta afligir al 35,4% de los argentinos, según la más reciente medición.
El mandatario ha dado, además, marcha atrás en algunas de sus primeras medidas de Gobierno. Tuvo, por ejemplo, que reinstaurar los controles cambiarios debido a la fuerte devaluación del peso argentino frente al dólar estadounidense.
También revirtió la política de restar impuestos al comercio exterior. De hecho, el país registra hoy la mayor presión tributaria en las últimas seis décadas.
“La inflación es la demostración de la incapacidad de gobernar. En mi Presidencia la inflación no va a ser un desafío”, dijo antes de convertirse en presidente. En 2015, la inflación argentina era del 25%. Este año, cerrará por encima del 52%.
Entretanto, Macri ha dejado impopulares, aunque, en opinión de sus simpatizantes, necesarias medidas, como el alza en las facturas de gas y luz, por encima del 1.500%, en algunos casos, tras la retirada de subsidios y subvenciones, así como el pago de la deuda a los llamados ‘fondos buitre’ o la firma de una línea de crédito con el FMI por 57.000 millones de dólares.
LA REELECCIÓN AÚN ES POSIBLE
Los problemas financieros han hecho mella en su candidatura –Alberto Fernández, líder opositor, le superó en 16 puntos en las primarias de agosto– pero Macri continúa recogiendo las simpatías de un tercio de los argentinos, lo que mantiene viva su aspiración a renovar el cargo.
“El ‘macrismo’ y el sector ideológico de centro derecha y derecha tiene un porcentaje de sostén, aún en las adversidades, en los peores momentos, que ronda el 30% de los votos”, comenta Mariano Fraschini, politólogo y docente de la Universidad de Buenos Aires.
“Da la sensación de que ese porcentaje es inamovible. El sector no tiene otros candidatos para votar y, ante el peligro que implicaría la vuelta del ‘peronismo’, sin lugar a dudas va a votar por Macri”, añade.
El mandatario ha admitido errores en su gestión, pero también ha atribuido la crisis a la herencia recibida de los gobiernos ‘kirchneristas’ y al escenario internacional, sumido en una guerra de divisas y comercial.
Macri ha reconocido también los problemas sociales que han causado los ajustes en la economía, pero dice que mereció la pena para cambiar un país que ha estado “70 años de fiesta”.
Así, planea seguir favoreciendo las exportaciones, abriendo nuevos mercados y explotando los hidrocarburos del gran yacimiento patagónico de Vaca Muerta.