Tras casi siete décadas de tensa enemistad, Estados Unidos y Corea del Norte abrieron hoy un nuevo capitulo en sus relaciones con una cumbre en la que sus líderes acordaron que Pyongyang abandonará su programa nuclear mientras Washington le garantiza su supervivencia.
El presidente estadounidense, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, protagonizaron hoy en Singapur, ante la atenta mirada del mundo, la primera cumbre de la historia de los dos países y consiguieron dejar atrás las tensiones del pasado para sellar un acuerdo de mínimos de apenas cuatro puntos.
Los dos mandatarios, que se reunieron durante más de cuatro horas en el hotel Capella de la isla de Sentosa tras meses de tortuosas negociaciones que hacían temer por el resultado de la cita, finalmente fueron capaces de firmar una declaración en la que se comprometieron a desarrollar nuevas relaciones para “la promoción de la paz, la prosperidad y la seguridad”.
“El presidente Trump se compromete a ofrecer garantías de seguridad a la República Popular Democrática de Corea (nombre oficial de Corea del Norte), y el presidente Kim Jong-un reafirmó su firme e inquebrantable compromiso para la desnuclearización de la península de Corea”, reza la declaración conjunta.
El acuerdo, que acaba de momento con el último legado de la Guerra Fría, establece que las negociaciones entre los dos países van a continuar, pero no aporta ni detalles ni un calendario para la buscada desnuclearización de Pyongyang.
“Este documento vago e idealista aporta poco para resolver el complejo asunto del desarme de Corea del Norte. No establece un calendario ni aclara en qué consisten las garantías de seguridad ofrecidas”, comentó a Efe el analista David Kim, que trabajó en el departamento de Estado durante la Administración de Barack Obama.
En este sentido, los expertos recordaron que no ha habido mención alguna de la insistente pretensión de Washington de exigir una desnuclearización “completa, verificable e irreversible”, y que parece que se ha aceptado la reclamación de Pyongyang de que el proceso de desarme se haga por fases.
Lo que parece indiscutible es que Kim Jong-un ha conseguido que Trump, que lo ha calificado hoy de “hombre listo” y “con gran personalidad”, legitime su régimen y le garantice su permanencia a cambio de un impreciso compromiso sobre sus armas nucleares.
Como concesión a Washington, el acuerdo, en el que no hay ninguna mención de los derechos humanos, recoge el compromiso de Pyongyang de recuperar los restos unos 6.000 prisioneros de guerra o desaparecidos en combate en la guerra de Corea (1950-1953).
Durante una rueda de prensa celebrada tras la cumbre, que ha atraído a Singapur a unos 2.500 periodistas de todo el mundo, el presidente de EEUU defendió el resultado y dijo que no ha cedido “en nada” y que lo importante es entender que “el proceso va a empezar ahora”.
En este sentido, Trump, que reconoció que lograr la desnuclearización “científicamente llevará mucho tiempo”, insistió en que las sanciones económicas a Corea del Norte continuarán mientras el régimen no se deshaga de su arsenal atómico de manera efectiva.
Pyongyang se enfrenta a duras sanciones unilaterales y multilaterales (resoluciones de la ONU) desde la década pasada a cuenta de sus repetidas pruebas nucleares y de misiles.
En cuanto a las garantías sobre la seguridad ofrecidas al dictador norcoreano, el inquilino de la Casa Blanca sorprendió al anunciar que suspenderá las maniobras militares en la península de Corea que realiza regularmente con Seúl.
Trump dijo que estos ejercicios, que Pyongyang considera como ensayos de invasión, son “muy provocativos”, además de “tremendamente caros”, y afirmó que “bajo las actuales circunstancias, es inapropiado realizar juegos de guerra” y que la suspensión de los mismos “es algo que apreciará” Corea del Norte.
A pesar de que se planteó como una posibilidad antes de la cumbre, el presidente descartó que por el momento se vayan a retirar o reducir “las capacidades militares” de Estados Unidos en Corea del Sur, donde Washington mantiene desplegados a unos 28.500 efectivos.
El anunció de la suspensión de los ejercicios pilló por sorpresa al Gobierno de Seúl, gran impulsor de esta etapa de deshielo, y un portavoz militar surcoreano dijo que por el momento están “tratando de entender el significado preciso y la intención en los comentarios del señor Trump”.
Sin embargo, el presidente surcoreano, Moon Jae-in, calificó de “éxito” el resultado de la histórica cumbre celebrada en Singapur y agradeció a los protagonistas su “valor y determinación”.
Por Ramón Abarca