El presidente, Donald Trump, anunciará el próximo viernes en Miami una serie de cambios a la política hacia Cuba que podrían endurecer las condiciones para el comercio y los viajes de estadounidenses a la isla, informó hoy la cadena ABC.
La cadena estadounidense cita a funcionarios anónimos del Gobierno, así como a múltiples fuentes del Congreso y de organizaciones de activismo político que tienen conocimiento de las discusiones internas que está llevando a cabo la Casa Blanca para determinar cuál debe ser la política hacia Cuba.
Según esas fuentes, el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) de la Casa Blanca se reunió hoy para llegar a un acuerdo final sobre las propuestas que le hará llegar a Trump.
Al llegar al poder en enero, Trump ordenó a su equipo hacer una revisión integral de la política de apertura a Cuba impuesta a partir de diciembre de 2014 por su predecesor, Barack Obama.
Ya se sabía que ese proceso de revisión estaba cerca de completarse y que el anuncio sería en Miami, pero hasta ahora se desconocía cuándo Trump comunicaría los cambios.
Es probable que el anuncio se produzca en un discurso “del estilo de un mitin de campaña” en Miami, en un guiño al sector anticastrista que más le ha presionado sobre el tema, según dijeron a Efe dos fuentes cercanas al proceso a finales de mayo.
Entre los cambios que se barajan está la prohibición a empresas estadounidenses de negociar con entidades que estén vinculadas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, y la posibilidad de imponer más restricciones a los viajes de estadounidenses a la isla.
También es probable que Trump anule la directiva presidencial que Obama emitió en 2016 con el objetivo de afianzar su política, y que servía como guía para que el Gobierno tuviera clara la responsabilidad de cada agencia en la nueva relación con Cuba.
Aunque Trump no se está planteando romper las relaciones ni cerrar la embajada en Cuba, los cambios barajados están lejos de ser meramente simbólicos, según las fuentes consultadas por Efe a finales de mayo.
Uno de los cambios que se barajan podría impactar en el turismo, uno de los sectores que más partido ha sacado del restablecimiento de relaciones entre los dos países.
Aunque el turismo estadounidense en Cuba no está permitido, Obama relajó las restricciones de viaje a sus ciudadanos al permitirles “auto certificarse” como participantes en una visita educativa, cultural o de otro tipo a la isla, categorías que sí son legales.
La intención de Trump es, como mínimo, reforzar los controles de inmigración para que los estadounidenses que regresen de Cuba tengan que aportar pruebas de que en efecto viajaron a la isla por esos motivos, y no por turismo, según dijo a Efe John Kavulich, que preside el Consejo Comercial y Económico EE.UU.-Cuba, una grupo de empresas estadounidenses que quiere comerciar con la isla.
Otra opción sería eliminar la “auto certificación” y obligar a los estadounidenses a solicitar una licencia específica para viajar a Cuba, algo que podría disuadir a los viajeros y dificultar el negocio a las compañías aéreas de EE.UU. y cruceros que han iniciado trayectos regulares a la isla.
En ese debate sobre Cuba están teniendo una influencia clara dos legisladores republicanos de origen cubano, el senador Marco Rubio y el congresista Mario Díaz-Balart, que han presionado desde hace meses para moldear los posibles cambios de política.