El modisto Tom Ford puso a desfilar estampados de leopardo y metalizados dignos de los años 80 al mostrar su propuesta hoy en la Semana de la Moda de Nueva York, mientras que Jeremy Scott, por contra, decidió viajar al futuro en su colección.
Aunque eran los encargados de cerrar la primera jornada de la NYFW, ambos diseñadores estadounidenses fueron esperados como los platos fuertes, más que como los postres, dada la entidad que alcanzan sus carreras y su demanda entre las estrellas.
Tom Ford sumergió a sus modelos en un “80’s revival”, empezando por los ojos fuertemente delineados, las bandanas oscuras que fijaban su cabello y los grandes pendientes de aro.
Predominó el leopardo, teñido de rojo, morado y verde lima, en trajes de pantalón y chaqueta americana, vestidos cortos de cuello alto con la espalda al aire, o de seda y con volantes en cadera y mangas, y que iban acompañados de medias a juego.
Tampoco faltaron los estampados de cebra o de serpiente, todos ellos combinados también entre sí pero especialmente con el color negro, que fue una constante en la colección y dio sobriedad a “looks” enteros, como un mono de amplio escote en V flanqueado por solapas anchas y con un broche brillante en el cinturón.
Asimismo, los acabados metalizados en plata y bronce dieron viveza a las ajustadas mallas, una prenda inferior clave para Ford, que a la hora de abrigar optó por chaquetones “oversize” y con volumen, ya fuera en un discreto negro o con estampados y pelo.
Ford ya había dado una idea de lo que tenía en mente para la próxima temporada otoño-invierno el martes, cuando presentó su colección para hombre en el histórico edificio del Park Avenue Armory, plagado de celebridades.
Las caras conocidas de hoy lo eran, sobre todo, para los “millennials”: entre ellas Kaia Gerber, hija de la supermodelo Cindy Crawford, que subió a la pasarela, o el cantante Zayn Malik, pareja de la modelo Gigi Hadid, quien desfilaría para Jeremy Scott más tarde.
Transformada en una joven del futuro con una peluca corta de color rosa chicle, Hadid fue la primera en lucir uno de los atuendos que Scott, director creativo de la divertida firma Moschino, concibe para un universo lejano que llegará a las tiendas en otoño.
Se volvieron a ver los acabados metalizados, aunque esta vez con reminiscencias de trajes de astronauta, en botas por encima de la rodilla atadas con cordones amarillo flúor, o en vestidos y piezas tipo cargo.
No hubo tonos apagados: fue una fiesta de colores rosa, azul, naranja y amarillo, tanto para mujer como para hombre, que los lucían mezclados en una sola pieza o dominando en solitario todo un conjunto.
Entre las tendencias por las que apostó el diseñador destacaron las cintas de inspiración bondage que enjaulaban algunos vestidos y los elementos de pelo y cristal de colores que recubrían otros, siempre cortos y con medias casi opacas de color chillón.
Además, se vieron muchos conjuntos de dos piezas que dejaban parte del torso al aire, entre ellos uno compuesto de una camisa vaquera de manga larga y una falda de PVC translúcido en color naranja, así como chaquetas acolchadas, algunas en velvetina.
Entre las asistentes de primera fila, acaparó las pantallas de los móviles una de las raperas del momento, Cardi B, que llevó un colorido diseño de Moschino para su actuación con el laureado Bruno Mars en la última gala de los premios Grammy. efe