Corea del Sur y Estados Unidos comenzarán la próxima semana su habitual simulacro militar de primavera, el primero desde la llegada a la Casa Blanca del presidente norteamericano, Joe Biden; unos ejercicios que suelen provocar la ira de Corea del Norte, que los considera una exhibición de fuerza cerca de sus fronteras.
De hecho, y según apunta la agencia oficial de noticias surcoreana Yonhap, tanto el Ministerio de Unificación y algunos grupos cívicos han rclamado ciertos ajustes en estas maniobras para desatascar unas relaciones con Corea del Norte profundamente deterioradas.
La Junta de Jefes de Estado Mayor de Corea del Sur se ha limitado a indicar que los ejercicios, que comenzarán este próximo lunes, tendrán una escala reducida dada la actual pandemia de coronavirus, aunque por lo demás seguirán adelante tras considerar el actual estado de relaciones con el país vecino.
Durante las pruebas se estudiará también el actual estatus de la relación militar entre Estados Unidos y Corea del Sur con vistas a un mando conjunto a las órdenes de un general surcoreano.
Todo esto ocurre en medio de las consabidas preocupaciones sobre la reacción norcoreana, en especial después de que, a principios de año, el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, dejara caer que la suspensión de estos ejercicios podría revertir definitivamente en una mejoría de las relaciones.