Saturday, December 21, 2024
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Revolución Estudiantil en Puerto Rico: Más allá de los Baños Sucios

En un país donde la educación pública enfrenta desafíos constantes, un video reciente colgado en las redes sociales por una valiente estudiante ha desencadenado una revolución. Esta no es una revolución de armas o barricadas en las calles, sino una revolución de conciencia, una llamada de atención urgente hacia un sistema educativo que está en crisis profunda.

La estudiante, cuya identidad permanece bajo el manto de la valentía, capturó en cámara las deplorables condiciones del baño en su escuela. Este acto simple, un testimonio visual de la negligencia institucional, ha encendido una chispa en toda la nación. Incluso la Secretaría de Educación, hasta ahora indiferente o cómplice silenciosa ante tales problemas, se vio obligada a enfrentar la realidad de todas las escuelas publicas del país donde el mantenimiento de la misma esta fuera de control de su director. Las otras agencias externas de gobierno y contratos de servicio no le sirven de forma efectiva al departamento de educacion pero se llevan millones todos los años para llevar a cabo esta función.

Sin embargo, las represalias a la estudiante que señalo las deficiencias no se hicieron esperar. La administración escolar respondió suspendiendo actividades de recaudación de fondos para los graduandos, en un intento burdo de silenciar a la disidencia. Pero la voz de esta estudiante, y de tantos otros que la han secundado en las redes sociales, no será acallada tan fácilmente lo cual sigue en aumento todos los dias en las cuenas de la redes sociales de Instragram y otras.

Porque, lo que realmente está en juego aquí, va mucho más allá de baños sucios y edificios deteriorados. Es el sistema de aprendizaje mismo el que está en crisis. Un sistema anquilosado, arraigado en prácticas dictoriales centralizadas, basadas en papel y procesos desarticulados. Una educación que se aferra al pasado en lugar de abrazar el futuro.

La falta de conectividad a internet en las escuelas es solo un síntoma de un problema más profundo: la desconexión entre el sistema educativo y las necesidades del siglo XXI. La Secretaría de Educación no debería limitarse a inspeccionar la pintura de las paredes o la limpieza de los baños. Debe sumergirse todos los dias en los salones de clase, hablar con los estudiantes, escuchar sus preocupaciones y evaluar la relevancia del currículo.

Invito a la Secretaria a sentarse en nuestros salones de clases de la escuela publica, a presenciar de primera mano cómo la falta de acceso a internet obstaculiza nuestro aprendizaje, cómo los recursos tecnológicos son escasos o inexistentes. Debe verificar si las órdenes de compra se cumplen de manera eficiente o si quedan atrapadas en el laberinto burocrático.

Pero más allá de los aspectos logísticos, la Secretaría debe confrontar una verdad incómoda: la tasa alarmante de estudiantes que pasan de grado sin poseer las habilidades básicas de lectura pero con una nota de A en Español e Ingles. Esta práctica nefasta y fraudulenta crea una cadena perpetua de fracaso educativo, alimentada por un sistema que falla en identificar y abordar las necesidades de cada estudiante.

Es hora de cuestionar las prácticas del departamento de educación, especialmente en lo que respecta a la evaluación y diagnóstico de estudiantes con necesidades especiales. ¿Son nuestras evaluaciones verdaderamente exhaustivas o simplemente una farsa para perpetuar un ciclo de fracaso?

Es hora de que todos los actores involucrados en la política educativa, desde padres, lideres comunitarios, legisladores hasta funcionarios gubernamentales, escuchen la voz de los estudiantes. Los estudiantes son la razón de ser del departamento de educación, no una mera estadística en un informe burocrático. El futuro del país está en juego, y es urgente que los estudiantes sean escuchados.

La revolución estudiantil está en marcha. No se van a detener hasta que sean parte activa del cambio que tanto necesitamos en nuestras escuelas públicas. Es hora de dejar atrás el pasado y construir un futuro donde la educación sea verdaderamente el motor del progreso, no un obstáculo en nuestro camino hacia el éxito como país.

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