Los Estados Unidos, Francia, Canadá, las Naciones Unidas, La Organización de Estados Americanos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos e innumerables ONGS, tienen entre ceja y ceja, como dijo Thomas Jefferson, “confinar la peste haitiana a esta isla”.
De ahí, que la primera opción de estas potencias y agencias internacionales es la fusión, integración o como usted quiera llamarle, con la República Dominicana.
Todos conocemos la llamada “invasión del útero”, donde embarazadas haitianas, pasan ilegalmente a territorio dominicano solo a parir.
Países como Japón, han ofrecido construir cuatro hospitales en territorio haitiano y estos se han opuesto. En su lugar, piden que les den el dinero para ellos construirlos.
Lo que les interesa es. que las parturientas haitianas tengan sus hijos en hospitales dominicanos, para luego alegar la nacionalidad dominicana.
En ese sentido, en nota publicada por el periódico Almomento.net, la Fundación Zile (FZ) planteó la creación de un fondo de responsabilidad social corporativa para contribuir, entre otras finalidades, con las atenciones de salud que reciben las haitianas embarazadas en hospitales de la República Dominicana.
La entidad binacional precisó que el Fondo Empresarial de Cooperación Dominico-haitiana (FECODHA) sería concebido como una plataforma de contribución interinsular permanente y parte de la reciprocidad entre los dos países.
Pero el embate se hace cada día más fuerte. Se especula que el último intento a tratar será la expansión hacia el oeste de la frontera terrestre entre los dos países.
Con la consigna de recobrar unos 5,000 kilómetros cuadrados de territorio que el 14 abril de 1936, el entonces dictador Rafael Trujillo, cedió al presidente haitiano Stenio Vincent, con lo cual perdimos las comunidades de San Rafael de la Angostura, San Miguel de la Atalaya, Hincha y Las Caobas, demarcaciones que habían sido ocupadas paulatina y pacíficamente por los vecinos haitianos.
La idea es anexarnos nuevamente todos esos pueblos y algunos más, luego, hacer un plebiscito entre sus habitantes preguntando si quieren ser dominicanos o seguir siendo haitianos.
Todos sabemos cuál será el resultado.
No es una coincidencia la extraña y larga visita de ocho días a nuestro país, del señor Claude Joseph, canciller de la República de Haití, con la intención, entre otras cosas de “revisar los bornes fronterizos”.
El diplomático haitiano, sin ningún empacho y en territorio nacional, le pidió a su homólogo dominicano Roberto Álvarez, un cambio en la retórica de las autoridades de este país, para eliminar la “narrativa negativa” hacia Haití y sus ciudadanos.
En una nación que se respete, este grosero canciller sería declarado persona non grata de manera inmediata.
Por el contrario, según publica el periódico Listín Diario, el ministro haitiano, se reunió este lunes con Álvarez en Santo Domingo y aseguró en una entrevista a Efe que su homólogo “estuvo de acuerdo” en que ese tipo de declaraciones negativas “dejan mucho que desear”.
Repetimos que, hasta ahora, son solo fuertes especulaciones. Pero dado el constante acoso a que se ha sometido a nuestro país, como la única solución al perenne problema haitiano, nosotros no dudamos absolutamente nada.
Es evidente que la fusión está en camino.
Carlos McCoy