La insensata reacción de la élite haitiana, y algunos sectores comerciales y gubernamentales de ese país, criticando y oponiéndose a la ayuda del gobierno dominicano, al eternamente damnificado pueblo haitiano, luego de los desastres causados por el huracán Mathew, seguirá con una campaña internacional inventándose mil y una barbaridades, supuestamente cometidas por el personal dominicano desplegado en Haití para distribuir ese donativo.
Ya los candidatos presidenciales haitianos para las próximas elecciones del 20 de noviembre, en diferentes declaraciones a la prensa haitiana, se mostraron de acuerdo con las opiniones emitidas por esos sectores.
El 1% de la población haitiana que compone su oligarquía y es dueña de toda la riqueza del país y de los medios de comunicación, es muy buena inventando mentiras y diciendo medias verdades. Preparémonos para escuchar en esos foros, las violaciones a niños, los abusos de todo tipo y, no nos extrañemos, si incluyen hasta asesinatos en su territorio, supuestamente cometidos por los soldados dominicanos que fueron a cuidar las donaciones hechas por nuestro gobierno.
Hace mucho tiempo que este sector, ha venido tomando una posición marcadamente anti dominicana. No pierden oportunidades para acusar a nuestro país de cuanto se les ocurra.
Nos han llamado el apartheid del caribe, los nazis latinos, desnacionalizadores, esclavistas, pero no dicen, que los haitianos ilegales que viven en nuestro país, aunque no en condiciones ideales, viven mucho mejor que los niños pobres que esa élite recibe de regalo, de las madres haitianas que no tienen los medios para criarlos y que ellos los tratan como verdaderos esclavos domésticos. Los llamados “restavek”.
Niños que son abusados inmisericordemente. Que son usados como objetos sexuales por los dueños de las casas donde trabajan. Que no les pagan un salario, pues con el poco de comida de subsistencia que les proveen, consideran que eso es más que suficiente.
No los envían a las escuelas ni a centros de salud. Cuando se enferman, los tiran a las calles como trapo sucio, pues saben, que debido a que las autoridades no tienen un programa de control de natalidad, las mujeres haitianas paren sin control, creando una cantera inagotable de nuevos niños vírgenes y pobres que van a caer en mano de estos criminales y vuelve a repetirse el ciclo.
Estos restaveks, enfermos, hambrientos y sin esperanzas, caen en manos de bandas de delincuentes haitianos, que trafican con ellos hacia la República Dominicana, donde consiguen ser atendidos gratuitamente en nuestros hospitales. Una vez sanos, estos desalmados los obligan a pedir limosnas en las calles de nuestras ciudades o a prostituirse, con la advertencia, de que, si no lo hacen, los van a devolver a Haití.
Cualquier situación, por desesperada que sea, es preferible a tener que volver al infierno, como ellos le llaman a su propio país.
El gobierno dominicano debe aprovechar las declaraciones de la única voz haitiana que ha salido en defensa nuestra. El presidente provisional, Jocelerme Privert, que dijo, delante de Ban Ki Moon, Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas: “Es una lástima que algunos no aprecien el valor de esta ayuda” y defendió el derecho de los dominicanos de enviar tropas para proteger a su personal, como lo están haciendo Venezuela, Colombia y Estados Unidos, entre otros países.
Pero, como era de esperarse, aunque existen fotos, audios y videos de estas declaraciones, los medios internacionales no se dieron por enterados. Solo la prensa dominicana se hizo eco de las mismas.
Esta vez, la República Dominicana tiene que tomar la delantera y establecer una ofensiva diplomática a nivel mundial. Enviar nuestros mejores representantes a diferentes foros y medios importantes alrededor del mundo y denunciar las posiciones de estos sectores. Nosotros somos dueños de la verdad. En Ban Ki Moon tenemos, aunque sea por los próximos dos meses, un extraordinario testigo presencial.
Ya está bueno de que constantemente nos estén condenando internacionalmente, aunque estemos haciendo, con miles de sacrificios, lo correcto. ¡Actuemos!
_______
Carlos McCoy
carlosmccoyguzman@gmail.com