Sunday, November 24, 2024
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(ODS) en la implantación del sector salud y demás sectores 

Esta agenda tiene 17 objetivos, y el tercero es “Salud y Bienestar” tiene como meta garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades.  

Salud y bienestar (ODS 3), energía asequible y no contaminante (ODS 7) y trabajo decente y crecimiento económico (ODS 8) son los Objetivos que desprenden mayores expectativas de cumplimiento.  

Aunque existen puntos a mejorar, el ODS 3 indica grandes progresos en la mejora de la salud de millones de personas: han disminuido las tasas de mortalidad materna e infantil, la esperanza de vida sigue aumentando en todo el mundo y la lucha contra determinadas enfermedades infecciosas ha progresado de manera sostenida.  

Por otro lado, la energía se está volviendo más sostenible y accesible. Ha comenzado a acelerarse el acceso a la energía eléctrica en los países más pobres, la eficiencia energética sigue mejorando y la energía renovable está logrando avances impresionantes en el sector eléctrico.  

En cuanto al (ODS8) podemos decir que el PIB real per cápita y la productividad laboral han aumentado y el desempleo ha vuelto a caer a los niveles anteriores a la crisis financiera. 

Por otra parte, los médicos tienen la responsabilidad de contribuir al cumplimiento del mismo poniendo el foco en las medidas de salud pública, asistencia sanitaria y medioambientales.  

En el último informe sobre los Objetivos de Desarrollo sostenible de 2020 destaca en el ámbito sanitario la mejora de la salud materno infantil, entre otras, y en el medioambiental el acelerado cambio climático. 

Por ello a creciente preocupación social, que va asociado a la contaminación por plásticos.  

El sector sanitario está tomando conciencia de que su contribución al consumo de plásticos y a la producción de residuos es especialmente significativa, y ello está impulsando la adopción de medidas de forma progresiva. 

Como en otros sectores, el plástico ha permitido muchos avances en la asistencia sanitaria, en la seguridad del paciente, protección de los trabajadores, etc., en gran medida a través de la utilización de artículos desechables, que han ido sustituyendo a las versiones reutilizables.  

Por lo que ahora la percepción de que en muchos casos estas decisiones se han tomado obviando por completo el aspecto medioambiental y que tal vez es necesario repensar lo que hacemos a diario en la práctica clínica y, en algunos casos, recuperar prácticas “antiguas. 

El plástico es indispensable y clave para el sector sanitario. Seguirá siendo insustituible en muchos procesos, pero somos conscientes de que hay que buscar un mayor equilibrio entre el criterio económico, el de seguridad del paciente, ergonomía, funcionalidad y el medioambiental. 

Crecen las desigualdades en todos los sentidos 

La desigualdad de ingresos (ODS 10) continúa aumentando en muchos lugares del mundo, aunque un 40% de las personas más pobres ha visto aumentar sus ingresos. En cuanto a la erradicación de la pobreza, no se tienen expectativas de alcanzar ODS 1 en 2030, año para el cual se estima que se sitúe en el 6%.  Las estadísticas referentes al hambre (ODS 2) son aún más negativas dado que la cantidad de personas que padecen hambre continúa en aumento desde el año 2014.  

La educación (ODS 4) es otro de los factores que hace que esta desigualdad aumente. A pesar de los años de crecimiento estable de las tasas de matriculación, más del 55% del total mundial de niños y adolescentes no alcanzan un nivel mínimo de competencia en lectura y matemáticas, lo que deja por detrás a estas economías a la hora de competir a escala global. Por otro lado, aunque se han registrado grandes avances en igualdad de género, las leyes y las normas sociales discriminatorias permanecen muy generalizadas, así como las prácticas lesivas y otras formas de violencia contra mujeres y niñas. 

El informe, además, deja patente que una de las principales causas de esta situación general de desigualdad son los constantes conflictos y la vulneración de derechos humanos. En este sentido, los resultados arrojan una situación preocupante en el ODS 16: Paz, justicia e instituciones sólidas, en el que se afirma que no se ha hecho ningún avance importante en los últimos años que contribuya a poner fin a la violencia, promover el estado de derecho o reforzar las instituciones en todos los niveles ni aumentar el acceso a la justicia. 

El aumento de la población y el crecimiento en las ciudades requiere una mayor inversión en innovación e infraestructuras 

La rápida urbanización y el crecimiento de la población superan el ritmo de la construcción de viviendas adecuadas y asequibles (ODS 11). Esto provoca una cantidad creciente de habitantes de barrios marginales, así como infraestructuras y servicios inadecuados y sobrecargados. Y es que, a pesar del reciente progreso, la industrialización en los países menos adelantados sigue siendo demasiado lenta para alcanzar la meta fijada para el año 2030.  

Esto se produce en gran parte por la escasez de servicios financieros que necesitan para crecer e innovar (ODS 9), ya que, aunque proporción del PIB mundial invertida en investigación y desarrollo (I+D) aumentó del 1,52% en 2000 al 1,68% en 2016 siguen existiendo grandes disparidades entre las regiones. 

El consumo desmesurado de los recursos aumenta la escasez en los países menos desarrollados 

Cada vez se utilizan cantidades mayores de recursos naturales para apoyar la actividad económica. La eficiencia con la que se utilizan estos recursos no ha cambiado a nivel mundial, lo que hace que la generación de residuos siga creciendo (ODS 12). En concreto, la huella ecológica mundial ha aumentado un 113% desde el año 1990. En este punto es necesario matizar que el consumo se produce mayoritariamente en los países más ricos, que dependen en gran medida de los recursos extraídos de los países más pobres, lo que genera un reparto desigual de los mismos.  El agua (ODS 6) es un ejemplo ello. Su demanda ha superado el crecimiento demográfico y la mitad de la población mundial, principalmente originaria de los países menos desarrollados, actualmente sufre una escasez de agua grave durante al menos un mes al año. La mayoría de los países del mundo han reconocido la importancia de coordinar mejor el uso de los recursos, especialmente los hídricos, y han implementado planes integrados para su gestión. Sin embargo, aún se necesita redoblar los esfuerzos para que esta gestión sea sostenible y equitativa. 

Los Objetivos medioambientales reclaman una acción urgente para la conservación del planeta 

El cambio climático (ODS 13) es el mayor desafío para el desarrollo sostenible. Los datos muestran cómo sus efectos están produciéndose a un ritmo más acelerado de lo previsto: la temperatura media mundial durante 2018 superó en 1ºC la línea de base preindustrial, lo que hace que el nivel del mar siga aumentando a un ritmo sin precedentes. Además, los efectos positivos que podría ocasionar el océano (ODS 14) para paliar este cambio se están viendo limitados por la acidificación del mismo, que se prevé que aumentará de 100 al 150% para finales de este siglo, lo que provoca a su vez la pérdida de biodiversidad en este ecosistema. Por otro lado, a pesar de que la pérdida de bosques (ODS 15) es menos acentuada, continúa a un ritmo alarmante. Según un informe reciente de las Naciones Unidas, un millón de especies de plantas y animales están en peligro de extinción y se estima que el 20% de la superficie terrestre ha sido degradada entre los años 2000 y 2015. 

Son muchas las medidas que se están adoptando entre los países para paliar los efectos del cambio climático y contribuir a la mejora de los hábitats marinos y terrestres: las corrientes financieras relacionadas con el clima han aumentado, la extensión de las zonas marinas protegidas se ha duplicado desde el año 2010 y los compromisos internacionales están forjando enfoques innovadores para la conservación de la biodiversidad. Sin embargo, la aceleración de los niveles C02 y pérdida de biodiversidad exigen un nivel de acción más elevado si queremos un mundo viable para 2030. 

En definitiva, aunque prácticamente todos los países están tomando medidas para el cumplimiento de los 17 ODS y ya se empiezan a ver resultados positivos, la situación actual de la Agenda 2030 reclama más acción de forma urgente en áreas clave como la desigualdad, el cambio climático y la generación de residuos, entre otras. Para ello, el informe también identifica medidas que pueden impulsar el progreso en todos los Objetivos de Desarrollo sostenible: incrementar la financiación, crear economías más sostenibles e inclusivas, apostar por instituciones más eficaces, implantar medidas a nivel locales, mejorar el uso de los datos y aprovechar las ventajas que nos proporciona la ciencia, la tecnología y la innovación, son algunas de ellas. 

En México los equipos de las Naciones Unidas están sobre el terreno, trabajando con los gobiernos y las principales partes interesadas para reforzar las respuestas de los países ante la pandemia de COVID-19, ayudando a garantizar una recuperación sin problemas.  

Diariamente, abordan una serie de prioridades multifacéticas e implementan iniciativas clave en diversos ámbitos desde la acción climática hasta la igualdad de género y la seguridad alimentaria y utilizan enfoques innovadores para la resolución de problemas para servir mejor a las comunidades. 

En Sierra Leona, el equipo, dirigido por el Coordinador Residente Babatunde Ahonsi, sigue apoyando a las autoridades para responder a la COVID-19.  

A pesar del impacto de la pandemia en la educación, con el apoyo del equipo de las Naciones Unidas hubo un aumento del 36% en el número de niños y niñas matriculados en la educación básica y secundaria de 2020 a 2021, con dos millones de niños y niñas que recibieron sus vacunas regulares.  

Se apoyó un nuevo plan para impulsar la producción de alimentos en las escuelas, que ahora se ha puesto a prueba en 17 escuelas. Y más de 14.000 niños y niñas pueden ahora acceder a instalaciones de agua y saneamiento en las escuelas, y otras 100.000 personas tienen acceso al suministro básico de agua.  

Se contribuyó a mejorar el acceso a la energía renovable, construyendo más de 80 minirredes en zonas rurales que benefician a casi 300.000 personas. Además, 123.000 personas afectadas por la crisis se beneficiaron de transferencias de alimentos y dinero en efectivo, mientras que 2.000 mujeres supervivientes de la violencia recibieron atención y cuidados de calidad y 16.000 niñas tuvieron acceso a servicios de salud y protección. 

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