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La comida en general ocupa un factor importante para mí. De hecho, las nuevas propuestas, fusiones y combinaciones tradicionales o vanguardistas siempre han llamado mi atención y cautivado mi interés de manera genuina. Sin embargo, suelo cuestionarme ya que tengo una fijación, poco convencional, hacia la comida que sirven en los aviones.
El menú promedio ofrecido por las aerolíneas incluye algún tipo de carne (pollo o res); una ensalada o verduras cocinadas; alguna pasta y un postre. Las compañías de catering que surten los vuelos, también ofrecen menús alternativos como kosher o vegetariano. Para pasajeros con regímenes especiales también hay cabida, solo basta con que ellos manifiesten sus preferencias y son incluidas en el catering del vuelo que abordan.
Aerolíneas como British Airways, la cual considero que debe estar entre las primeras tres aerolíneas del mundo con un menú adaptado para todo tipo de dietas, tiene en su haber menús ovo-lacto-vegetariano, vegano, vegetariano asiático/hindú, musulmán, para diabéticos, celíacos, bajos en grasas, bajos en calorías, bajo en sal, bajo en lactosa, entre otras opciones, para la comodidad de todos los pasajeros.
Retomando el tema de mi cuestionamiento, la opinión generalizada de las comidas en los aviones, apunta a que carece de sabor, sazón y vistosidad. Esta realidad ha ido transformándose. Hoy, distintas compañías aéreas cuentan con diversas opciones de alimentos y bebidas. No obstante, querido lector, la clase de vuelo que aborde para la travesía ofrecerá mayor o menor calidad, variedad y cantidad.
Pero, ¿existe una explicación científica sobre el porqué de ese gusto, despreciado por muchos? ¡Sí! Si la hay. Se debe, inicialmente a que a más de 10mil metros de altura la presión se desploma y los receptores sensoriales se adormecen. Adicionalmente, el sentido del olfato, la falta de humedad e incluso el ruido de fondo, inciden en el sabor de los alimentos y bebidas que consumimos a esas alturas.
En esas condiciones, incluso la comida más apetitosa pierde gran parte de su sabor, gusto y olor. Este último, aunque no lo parezca, es el elemento más importante; casi el 80% de lo que la gente piensa que es sabor, es en realidad olor.
La combinación de sequedad y baja presión reduce la sensibilidad de tus papilas gustativas en un 30%, según un estudio comisionado por la línea alemana Lufthansa. Los investigadores del Instituto Fraunhofer de Alemania, acondicionaron un laboratorio que redujo la presión del aire para simular estar a más de 10 mil metros. Curiosamente, el resultado arrojó que solo perdemos la sensación de los sabores dulces y salados. Los sabores agrios, amargos y picantes no resultan casi afectados.
Es decir, las empresas de catering deben considerar muchos elementos para la preparación se sus alimentos. Lo que se produce en tierra no es nada parecido a lo que se consume en el aire. La condimentación es fundamental para asegurar los sabores dulces y salados para afrontar la brecha que no permite degustarlos a esa altura.
Asimismo, la selección de los materiales para envasar y servir: platos, vasos y cubiertos, incide de sobremanera en el gusto final de estas comidas.
Resumiendo, cualquiera que sea la apreciación que le tenga a la comida que sirven en los aviones, a partir de este momento entenderá que existe toda una ciencia trabajando día y noche para mejorar nuestra experiencia gastronómica a bordo. En todo caso, agregar un tanto de sal o azúcar a discreción, mejorará la sensación del servicio de comida a bordo. Yo por mi parte, seguiré adorando esta particular oferta gastronómica cada vez que sea posible y ¿usted? ¿Qué opina sobre el servicio de comida en avión?
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