“¡La UASD unida, jamás será vencida!”, era una consigna coreada con ímpetu por millares de estudiantes que se congregaron en el Alma Mater la mañana del viernes 7 de marzo de 1969, para salir a las calles a luchar juntos, reclamando un justo presupuesto para la universidad del Estado.
Era la primera gigantesca movilización universitaria desde la muerte del estudiante de secundaria Ramón Augusto Suero (más conocido por “Flavio Suero”), acribillado por la Policía Nacional el 20 de febrero de 1969, en la escuela Colombia, de la ciudad de Santo Domingo, luego de participar en una actividad estudiantil en solidaridad con los reclamos de un mayor y justo presupuesto para la alta casa de estudios.
Ese crimen desencadenó el recrudecimiento de la protesta pública, constituyéndose en el estímulo propagandístico que se estaba necesitando para impulsar el programa de lucha anunciado dos días antes por el Consejo Universitario, mediante el cual se le exigía a Balaguer una asignación presupuestaria mensual de medio millón de pesos.
Ahora los estudiantes sumaban a su lucha el pedido de castigo ejemplar a los dos policías que fusilaron al joven Flavio Suero, tras apresarlo y maltratarlo de manera brutal en presencia de testigos que narraron cómo materializaron ese crimen espeluznante.
“¡Unidad para el combate!, volvían a gritar los universitarios, en el momento en que el bachiller Hatuey De Camps, secretario general de la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED), presentaba el Triple C Flavio Suero, un organismo de lucha, de reciente constitución, que en lo adelante sería el mecanismo de coordinación para promover el reclamo de un mayor y justo presupuesto para la UASD, que le permitiera seguir desarrollando sus actividades docentes contando con una población de 7 mil 330 estudiantes, 484 profesores, 540 empleados y 38 carreras universitarias. Era necesario dicho aumento, pues no era posible mantenerla abierta y operando con eficiencia, en base a la suma de 300 mil pesos mensuales que recibía entonces como partida presupuestal del Estado.
En aquella gran concentración del 7 de marzo estaban representados todos los sectores universitarios, desde los más encumbrados funcionarios hasta el más humilde de los empleados, para respaldar con su presencia militante las diligencias que realizaba aquella mañana en el Palacio Nacional, su honorable rector, el ingeniero Andrés María Aybar Nicolás, quien encabezaba una comisión universitaria que tenía previsto entrevistarse con el presidente Balaguer.
El bachiller De Camps, un joven bien parecido y de elevada estatura, de verbo fácil y ocurrente, comenzó a motivar a los centenares de estudiantes que se habían dado cita en el amplio auditorio del Alma Mater, enfatizando en que por primera vez en muchos años había unidad en el seno de la UASD, ofreciéndose ese día una demostración contundente de ello, pues los líderes estudiantiles y los profesores estaban listos para conducir una marcha por las calles aledañas, yendo en la primera fila y agarrados de las manos, utilizando una sola consigna, que era desde ese momento:
“¡Medio millón a la universidad…y para los presos queremos libertad!”.
Los estudiantes comenzaron a corearla con fuerza y entusiasmo, originando el contagio colectivo y haciéndose mayor en poco tiempo la multitud aglomerada, que era alentada de cerca por conocidos profesores; figurando entre ellos, Yvelisse Prats-Ramírez, como uasdiana y secretaria general de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), Víctor De Camps, Hamlet Hermman, Antonio Lockward Artiles, Narcizaso González, Antonio Rosario, José Antinoe Fiallo, Sérvulo Natera, Rafael Kasse Acta, Guarocuya Batista del Villar, Gerardo Taveras, Federico Lalane José, Facundo Acosta, Jesús De La Rosa, Héctor Cabral Ortega, Darío Solano, Juan Bosco Guerrero y Diómedes Mercedes.
Al frente de los empleados marchaban Nelson William Méndez, quien era el presidente de la Asociación de Empleados Universitarios (ASODEMU) y el ex hombre rana, Aníbal López,
El joven De Camps estaba liderando la manifestación, y a su lado, en la vanguardia, en señal de la unidad con la izquierda, se veía al secretario general del grupo FRAGUA, bachiller José Bujosa Mieses (El Chino) y a una hermosa joven llamada Emma Tavárez Justo, quien era la mujer más sobresaliente en aquella jornada y pertenecía al grupo FRAGUA. También a los líderes del grupo estudiantil Frente Universitario Socialista Democrático (FUSD), encabezados por Fulgencio Espinal, Miguel Antonio De Camps, Lorenzo Flores, Julio César Martínez, Lorenzo Sánchez Baret, Wellove Modeste Valerio, Iván Grullón, Nolberto Soto y Carlitos Lalane.
Y entre los dirigentes de izquierda conocidos figuraban Leo Mercedes y Carlitos Pimentel, del BRUC; Rubén Corona, Juan López, Erasmo Vásquez y Salvador Uribe, representantes de otras denominaciones ideológicas.
La marcha comenzó su recorrido a lo largo y ancho de la avenida Juan Sánchez Ramírez, la calle principal de la UASD. El bachiller Hatuey De Camps caminaba con una camisa blanca y pantalón kaki, presentando un porte marcial; y a su lado con un estilo similar iba el Chino Bujosa y la hermosa y elegante Emma Tavárez Justo. Cuando llegaron a la calle Elvira de Mendoza, todos se agarraron de las manos, luciendo firmes y desafiantes, pues habían sido rodeados por varios vehículos de la Policía Nacional que se proponían impedir que esa manifestación continuara su avance triunfante hasta la avenida Máximo Gómez.
En ese instante los estudiantes improvisaron la consigna: “¡Firmeza, firmeza revolucionaria!”, coreándola una y otra vez; y luego de varios minutos, retomaron la consigna oficial: “¡Medio Millón a la Universidad…y para los presos queremos libertad!”.
La verdad es que aquellos jóvenes estaban orgullosos de su liderazgo estudiantil; se sentían muy bien representados por aquel joven altivo, firme, orgulloso, e irreductible en sus actos públicos, que era De Camps; y motivados por la presencia cautivadora de aquella chica que en otra circunstancia se hubiese confundido con una aspirante a reina de belleza, y que sin embargo, contaba con un historial revolucionario destacado, pues había sido la creadora de un centro para heridos, al servicio de los comandos constitucionalistas, en la contienda de abril de 1965.
Emma Tavárez Justo se formó junto a su hermano Manolo en las filas del Movimiento Revolucionario 14 de Junio y tenía un aura de heroína logrado en la trinchera del honor, al lado de las mujeres de abril: Yolanda Guzmán, Aniana Vargas, Piky Lora y Sagrada Bujosa. Ahora estaba en aquella marcha por el Medio Millón, en su condición de revolucionaria, sustentante de causas justas y populares, y también como empleada de la vicerrectoría académica de la UASD.
Su presencia junto a Hatuey marcaba el sello de la unidad después de un largo periodo de fuertes enfrentamientos intergrupales ocurridos entre 1967 y 1968, que culminaron con el asesinato del joven perredeísta José María Fadul y Fadul, estudiante del Colegio Universitario; quien era hermano de la extinta diputada Rosita Fadul y del actual ministro de Trabajo, doctor Monchy Fadul.
Su muerte ocurrida el viernes 21 de junio de 1968, fue el resultado de una riña ideológica que sostenían grupos de izquierda pertenecientes a FRAGUA y al BRUC, que sus rivales tildaban de “socialpistolas”, en referencia a que en ese tiempo hacían ostentación de armas de fuego y respondían con impresionante rapidez las agresiones verbales de sus contrarios.
Según el informe de la comisión universitaria que investigó los hechos, publicado en el periódico El Nacional, en fecha 17 de julio de 1968, en el momento que se inició la balacera intergrupal, habían algunos estudiantes arengando: “¡Muerte a los traidores! “¡Muerte a los anarquistas!”, alrededor del Colegio Universitario, y otros estaban concentrados en el campo de fútbol, por donde lo vieron pasar corriendo; pero aquella comisión, que estaba conformada por los profesores Héctor Cabral Ortega, José Joaquín Bidó Medina y Carlos Temistocles Roa, jamás presentó cargos, ni responsables del incidente.
Hatuey De Camps y Emma Tavárez Justo estaban allí, marchando juntos, demostrando que un nuevo aire de convivencia y tolerancia reinaba en la UASD; y habían recorrido varias cuadras de la avenida Juan Sánchez Ramírez, cuando la marcha fue interceptada por la Policía, en las proximidades de la residencia de las monjas de la Orden de Los Carmelitas, en la esquina Sánchez Ramírez con Socorro Sánchez, produciéndose un fuerte forcejo entre los uniformados y los manifestantes que intentaban seguir avanzando, haciendo caso omiso a las advertencias de un oficial que decía imperativo que no podían continuar, ya que ellos tenían la orden invariable de detenerlos.
Era la rígida posición de la jefatura policial que encabezaba el mayor general Braulio Álvarez Sánchez, procediendo el oficial a ordenar el lanzamiento de gases lacrimógenos pretendiendo impedir el avance y dispersar la manifestación.
Los estudiantes no se amilanaron y continuaron vociferando de modo sostenido, y por su desafío persistente, la seguridad en el entorno fue reforzada, llegando al lugar el coronel Eligio Bisonó Jackson, al mando de un contingente policial de los denominados “Cascos Negros”, con la orden irrestricta de detener aquello a cualquier precio; dando lugar a que de inmediato, respondieran los estudiantes con simulados aullidos indígenas y gritando: “¡Los mismos indios!”, en clara alusión al Ritmo Merembé, una pieza musical de moda, interpretada por el mejor merenguero dominicano de ayer y de hoy, Johnny Ventura, referente a que esos “cascos negros” que los estaban enfrentando eran los mismos “cascos blancos” de la jefatura del General Belisario Peguero Guerrero.
Entonces, el coronel de mano dura, ordenó a sus subalternos bloquear completamente el paso de los estudiantes que caminaban hacia la avenida Máximo Gómez, y minutos más tarde se sintieron algunas ráfagas de tiros; verificándose en poco tiempo que había varios estudiantes heridos; señalándose en la primera información que uno de ellos sería Hatuey De Camps, pues vieron su camisa y su pantalón ensangrentado, porque ocurrió que una chica universitaria había resultado herida por una esquirla de bomba y el líder estudiantil acudió al lugar a auxiliarla, y fue allí donde se empapó con su sangre; siendo visto por varios estudiantes que dieron la voz de alarma, de modo que en poco tiempo se estaba difundiendo por Noticiario Cristal, que dirigía Nelson Sánchez o Juan Bolívar Díaz, que éste estaría gravemente herido y que había unos quince estudiantes detenidos, entre ellos Leonardo González (Leo) y Carlos Tamayo Ureña (Sulfa), dos imberteños que estudiaban medicina y arquitectura, apresados a la salida de la UASD.
En el momento de los sucesos, el rector Aybar Nicolás seguía en el Palacio Nacional y no había visto aún a Balaguer, y se decía que éste no tenía ningún deseo de recibirlo, pero que decidió hacerlo cuando se le informó que uno de los posibles heridos en los enfrentamientos de la UASD era el joven De Camps.
Fue así que la referida comisión conformada por el rector y los vicerrectores José Rafael Abinader y Hugo Tolentino Dipp, y por el decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas, Antonio Rosario y el dirigente estudiantil Francisco Báez Pozo, pudo finalmente entrevistarse con el doctor Balaguer, iniciándose de esa manera el primer dialogo para darle solución al problema financiero de la UASD.
Esa noche del viernes 7 de marzo, el rector Aybar Nicolás reunió a los 456 miembros del Claustro Universitario, la más alta instancia de decisión académica en la UASD, informando allí del exitoso resultado de su entrevista con Balaguer y de que se estaba a punto de plasmar la consecución del pretendido Medio Millón que sería la solución financiera universitaria.
Fue a partir de ese acontecimiento que la lucha universitaria que llevaba más de año y medio en las calles, comenzó a solucionarse, pues Balaguer sugirió al rector elaborar leyes impositivas y le pidió que la UASD nombrase una delegación para trabajar junto al gobierno en ese sentido, valorándose en principio una propuesta hecha por el superintendente de Seguros, licenciado Salvador Aybar Mella, para que fuese cobrado un impuesto de dos centavos por cada cheque, giro bancario o cheques viajeros que se expidiesen, para destinar los recursos producidos a las universidades, y luego los proyectos de leyes tendentes a fijar gravámenes a varios productos y servicios, como las llamadas telefónicas al extranjero, las bebidas alcohólicas, los tickets de viaje al exterior, los juegos de casinos y las carreras de caballos.
Aquella fue una marcha donde estuvieron ausentes las banderas grupales y la anarquía, y aunque fue cruelmente reprimida, ha sido una de las mejores demostraciones de unidad y éxito que se han dado en el país en la búsqueda de reivindicaciones para un determinado sector de la sociedad dominicana.
¡Medio millón para la universidad…y para los presos queremos libertad!, fue una consigna aglutinadora que se hizo presente en los labios solidarios de millares de dominicanos identificados con los reclamos de la UASD. En esta lucha del Medio Millón jugó un papel importante también la realización de micromítines de sorpresa, ejecutados a veces de manera simultánea en varios puntos de la ciudad; casi siempre en sitios de gran concurrencia de la clase media, como la calle El Conde y la zona colonial.
No era extraño que surgiera súbitamente un micromitin en la intersección de las calles El Conde y Sánchez y al día siguiente ocurriera lo mismo en la avenida Máximo Gómez con Ovando, y luego en la Arzobispo Meriño con El Conde.
También la propaganda efectiva, mediante la masiva difusión de los llamados volantes “Mariposa”, cuya realización estuvo a cargo del bachiller Miguel Antonio De Camps Jiménez, hermano de Hatuey y miembro de la FED, quien ordenaba que fuesen distribuidos previos a las actividades públicas. Esos volantes sirvieron para concientizar sobre los objetivos de la lucha y la necesidad de mantener la universidad abierta, con su carácter democrático y de masas, donde van a formarse los hijos del pueblo.
Esta lucha del Medio Millón tuvo más de un año de duración y se extendió por todo el país, recibiendo un gran respaldo en los liceos y escuelas públicas, donde los grupos denominados Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER) y Juventud Revolucionaria Cristiana (JRC) tuvieron roles estelares en las movilizaciones públicas; aunque es justo resaltar la valiente y sensata posición de los líderes de la UER, Hugo Antonio Isalguez y Fidel Soto, quienes se opusieron tajantemente a un insensato y populista llamado a huelga estudiantil, en declaraciones ofrecidas al periódico El Nacional de fecha 23 de febrero de 1969, donde establecieron que eso no beneficiaba en nada a la lucha por una mayor asignación presupuestaria a la UASD y que lo correspondía con esa coyuntura era la movilización de las masas.
Esa lucha también involucró a otros instituciones gremiales u académicas, como la Asociación Dominicana de Abogados (ADOMA), la Asociación de Músicos, Cantantes y Bailarines (AMUCABA), el Instituto Politécnico Loyola, el colegio San José de Calazanz y la Universidad Católica Madre y Maestra (UCAMAIMA), cuyos estudiantes, en apoyo a la UASD, suspendieron las clases y todas sus actividades recreativas por primera vez en su historia, incluyendo la coronación de la señorita Univerdad de ese año. Esa posición fue adoptada luego de una reunión celebrada en el edificio de aulas de la entidad académica, donde se decidió exponer una actitud solidaria con la justa demanda de aumento presupuestario a la entidad estatal.
Un caso de amplia relevancia e impacto en la referida academia, se había producido el 24 de noviembre de 1968 en el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, donde la Policía disolvió a palos, tiros y bombas el torneo deportivo que estaban realizando los estudiantes de varias universidades. Allí el doctor Agripino Núñez Collado, que era para entonces vicerrector de la Universidad Católica Madre y Maestra, fue abofeteado, detenido y conducido al Palacio de la Policía Nacional.
Pero sin duda la parte más sensitiva de aquella lucha fue el asesinato del estudiante Flavio Suero y del profesor Eladio Peña De La Rosa, acribillado a tiros la noche del 27 de octubre de 1969, en medio de la jornada de movilización de respaldo a la lucha del medio millón para la UASD, llevada a cabo por los estudiantes del Liceo Eugenio María de Hostos (que era la misma Escuela Argentina, pero en la tanda nocturna). Otro asesinado fue el estudiante Juan Melanio De Los Santos.
No cabe duda que la muerte de Flavio Suero fue el motor de aquella lucha, porque se tradujo en reflexión interna para generar la unidad de acción; lo que era muy necesario entonces, ya que en la mente de los dominicanos gravitaba el recuerdo de aquel terrible incidente que costó la vida de Fadul y Fadul.
De ahí que el ejemplo unitario de Hatuey De Camps y Emma Tavárez fue aleccionador, aunque poco tiempo después, en 1971, ambos estarían enfrentados por el control del gremio estudiantil y los cargos en el Claustro Universitario y los órganos de cogobierno universitario. Hatuey como candidato del FUSD, intentando un segundo período en la dirección de la FED, llevando de compañero a vicesecretario general a Fulgencio Espinal; y Emma, aspirando a sustituirlo, siendo candidata de la bautizada “alianza negra”, forjada por su nueva organización que era el Comité Universitario Julio Antonio Mella (CUJAM), del Partido Comunista Dominicano, junto al BRUC, liderado por Leo Mercedes y Miguel Cocco, quien transformó la entidad de cristiana en “camilista”, adjurando de sus raíces doctrinales primigenias.
La lucha frontal, sin embargo, se manifestó entre Hatuey De Camps, candidato del FUSD y el Chino Bujosa, aspirante a la secretaría general de la FED por la llamada Unidad de Acero, FRAGUA-FLAVIO SUERO, que también era llamada -entre humor y sarcasmo- la “Unidad de Cera”. La efectiva propaganda que se hizo en torno a la figura de este joven estudiante de periodismo, resaltaba su intrepidez, arrojo y sacrificio, debido a que era un candidato que competía en situación de preso político, encerrado injustamente por sus ideas revolucionarias en la Penitenciaría Nacional de La Victoria. Por eso el lema de la Unidad de Acero era:
¡De la cárcel a la FED… el Chino Bujosa es!
Esas elecciones celebradas en 1961 en la UASD fueron ganadas por el abanderado del perredeismo con una mínima ventaja, luego de producirse la anulación de muchas boletas por el doble rayado en desmedro de los fines de aquella alianza.