Todos defienden la eliminación de las restricciones de Trump, pero guardan silencio sobre su respuesta activa contra la llegada ilegal
Los candidatos demócratas que este lunes comienzan la carrera a la Casa Blanca con las primarias de Iowa exhiben cierto consenso en sus promesas para anular las restricciones migratorias de la era Trump, pero guardan de momento silencio sobre sus planes para atajar las llegadas ilegales, según un balance de sus posiciones efectuado por la organización Sociedad y Consejo de las Américas.
Uno de los principales favoritos a la nominación final, el exvicepresidente de EEUU Joe Biden, es ejemplo de ello. Biden ha prometido poner fin a la política de los Protocolos de Protección Migratoria de la administración Trump, también conocida como el programa “Permanecer en México”, que requiere que los solicitantes de asilo esperen sus citas judiciales en suelo mexicano.
Asismo, también ha prometido proteger el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) y revisar los programas de Estatus de Protección Temporal (TPS). Todo ello con el objetivo final de crear “un camino hacia la ciudadanía” para los inmigrantes indocumentados.
En una promesa que comparte con otros candidatos, Biden también quiere multiplicar el límite anual anual de admisión de refugiados hasta los 125.000 — siete veces más que los 18.000 que serán admitidos este año –: un poco por encima del límite de 110.000 alcanzado por su superior en el cargo, el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Sin embargo, y como otros tantos candidatos, Biden permanece mudo o incierto a la hora de trazar una política concreta para impedir las llegadas ilegales al país, representadas en el muro físico que existe en la frontera con México.
Su principal rival ahora mismo, el senador por Vermont Bernie Sanders, también aboga por el fin del programa Permanecer en México y de los acuerdos migratorios firmados por Trump con Guatemala, El Salvador y Honduras para taponar la llegada de refugiados.
El programa de Sanders tiene un carácter internacionalista e integrador, al proponer una cumbre hemisférica con los líderes de los países del Triángulo del Norte y México para atacar las raíces del desplazamiento forzado.
El senador, considerado un “radical” entre las filas del partido, también se ha comprometido a paralizar temporalmente todas las deportaciones y despenalizar los cruces fronterizos. Como Biden, también apuesta por la preservación del DACA para garantizar que el 85 por ciento de los inmigrantes indocumentados que han vivido y trabajado en Estados Unidos durante al menos cinco años puede permanecer sin la amenaza de deportación.
También la tercera en discordia, la senadora Elizabeth Warren, ha puesto sobre la mesa el fin de los programas de Trump y el reestablecimiento del DACA. De hecho, ha propuesto aumentar el número de jóvenes inmigrantes que podrían acogerse a este programa al extender la fecha límite para su adscripción y eliminar el límite de edad.
Como Sanders, Warren se compromete a aceptar hasta 125,000 refugiados dentro de su primer año como presidenta y luego aumentar ese número a 175,000 para el final de su primer mandato. Como Biden, la senadora también propone ayuda económica a los países del Triángulo Norte. El exvicepresidente dice que comprometería unos 4.000 millones de dólares, por 1.500 por parte de la senadora.
El resto de candidatos, ya más lejanos de la cabeza, mantienen las mismas premisas. El ex alcalde de South Bend (Indiana) Pete Buttigieg mantiene los tres mismos pilares que sus contendientes: eliminación del programa de Trump, restauración del DACA y acuerdos con Latinoamérica, con un énfasis especial en la ayuda para combatir la violencia de género y el tráfico de personas.