Con los nuevos libros, DGCINE aporta mucho a la reescritura de la historia del cine dominicano, a su presente y con ello impulsa el pensamiento nacional cinematográfico.
Un libro que había que escribir, Las salas de Cine en RD, fue presentado esta semana en un acto por invitación realizado en la hermosa arquitectura republicana de la Dirección General de Cine, probablemente como ultima acción pública de la gestión de Ivette Marichal, trae en sus páginas el desmontaje de una verdad que se tenía como irrefutable, la que contaba que las primeras funciones de cine en el país se realizaron en agosto de 1900 en el Teatro Curiel (o Municipal) de Puerto Plata, estableciendo con documentación que en realidad el hecho ocurrió en julio de ese año en La Vega .
Las Salas de Cine en RD, de Félix Manuel Lora Robles y Martha Checo, ambos cineastas y profesores de comunicación, ahora pasa de mano en mano para revisar sus aportes, incluyendo este que rectifica la versión que había publicado José Luis Sáez Ramos, quien en su libro Historia de un Sueno Importado, de 1983.
La nueva publicación, relata que la primera proyección del cine en el país se produjo en la casa del Sr. Nathan Cohén, de La Vega, de acuerdo a una crónica publicada el 22 de diciembre de 1950, titulado “El cinematógrafo, aparición en La Vega y su evolución”.
Esa crónica fue publicada por el odontólogo, historiógrafo, investigador e inventor vegano, Jovino A. Espínola Reyes (1892-1979) y republicada en el libro “La Vega Histórica Vol. II” de 2009 (Editora Ferilibro) del Ministerio de Cultura, una publicación que para muchos lectores pasó sin mucho lucimiento, exceptuando algunos estudiosos e investigadores del cine, que advirtieron la novedad pero que no se hicieron eco. La revelación estaba ahí, pero pasó lejos, muy lejos, de las luminarias de la opinión publica.
Indican los autores que esta investigación recoge documentos (artículos, memorias, anécdotas en periódicos, revistas y textos de investigación), para el estudio del impacto de la llegada del cine al país y su posterior desarrollo como industria de exhibición y distribución.
Lo que había
La versión oficial hasta el momento sobre la aparición del cine en el país, la ubica en agosto de 1900, publicada por el sacerdote jesuita, profesor de comunicación e investigador de medios, José Luis Sáez Ramos, quien en su libro Historia de un Sueno Importado, da a conocer la primera noticia aparecida en la prensa dominicana hasta ese momento, en base a los documentos con que contaba el investigador, sobre la presentación del Cinematógrafo Lumière y que ubica esas primera proyecciones en Puerto Plata y Santiago, publicadas en el periódico La Redención, de Santiago y la reproduce el Listín Diario de Santo Domingo, en su edición del 14 de septiembre de 1900.
“Esta investigación determina que no es la ciudad de Puerto Plata donde se hace efectiva la primera presentación del cinematógrafo de los Lumière por Francesco Grecco, aunque la fecha que relata Sáez y el acontecimiento son correctos, el nuevo hallazgo apunta a la ciudad de La Vega donde Grecco hace su primera parada en República Dominicana para la presentación del famoso aparato” afirman Lora y Checo.
La crónica de Jovino A. Espínola Reyes dice: “Una de las novedades o maravillas venidas a la ciudad de La Vega a principios del presente siglo y que más llamó la atención fue el cinematógrafo, pues a mediados de julio de 1900 se presentó a esta culta ciudad de nuestros amores un señor muy simpático, de nacionalidad italiana, llamado Greco, el cual instaló donde hoy se encuentra la casa que alberga la farmacia Central de don Blas Pezzoty, el primer cinematógrafo que conocimos los veganos”.
Refiere: Esta nueva maravilla llamó mucho la atención, pues noche tras noche en el salón de la casa que había construido el Sr. Cohén para billares, se efectuaban las novedosas proyecciones; era muy concurrido por hombres, mujeres y niños de todas las edades y clases sociales. Todos
iban para admirar el esfuerzo del hombre de ciencias llevado a efectivas realidades: la fotografía en movimiento o del movimiento, es decir. (Espínola R., 2009, p. 31).
Ambos autores citan a Sáez, cuando sostiene “…hasta donde nos permite llegar las pruebas documentales, comienza una noche de agosto de 1900 en la ciudad de Puerto Plata. Esa noche se exhibieron once películas de la casa Lumière, de Lyon, realizada entre 1895 y 1899… A pesar de lo reducido de las pruebas documentales, todo parece indicar que el Teatro Curiel (o Municipal) de Puerto Plata fue el local en que se exhibió por primera vez en Santo Domingo el Cinematógrafo Lumière. (Sáez, 1983, pp 25-26).
El valor del libro
La DGCINE, al auspiciar esta y otras dos publicaciones (Antología de Largometrajes Dominicanos 1963-2019; Las salas de cine de la República Dominicana; y el Catálogo de Resultados de la Ley No. 108-10 para el Fomento de la Actividad Cinematográfica en la República Dominicana 2010 – 2019) logra un aporte en la reconstitución de la historia y el presente de la industria del cine y contribuye a desarrollar un pensamiento nacional cinematográfico.
En el caso particular de esta publicación, tanto Lora, el mas sistemático de los investigadores de los hechos del cine y administrador del archivo público más amplio (www.cinemadominicano.com) y Checo, una precursora cineasta muy enfada en documentales que develan la incidencia de las mujeres en el cine, una trayectoria que tuvo su punto de mayor trascendencia en 2009 con Las sufragistas, ganador de unanimidad del Premio FUNGLODE “Max Pou” de la categoría de documental por su realización visual y el Premio Casandra 2010 al Mejor Especial de Televisión. Fue realizado para el programa de TV, Jatna, por Color Visión.
Checo es egresada de la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, auspiciada por la Fundación Gabriel García Márquez, desde la cual egresó con notas sobresalientes. Es una de las directoras de cine de mayor formación académica y sentido creativo, contando hoy día con una carrera fílmica en pleno desarrollo, respecto de la cual sus seguidores esperan de ella muchos y mejores proyectos.
Indican que las salas de cines antiguas y existentes reflejan esa idiosincrasia en la dinámica social del dominicano en las distintas épocas y en los distintos procesos sociales y económicos que han acompañado sus pasos de avance.