La Policía de Hong Kong y manifestantes contra las autoridades del territorio han protagonizado este domingo su vigésimo episodio de enfrentamientos con el intercambio de gases lacrimógenos y objetos arrojadizos en el centro comercial y turístico de Tsim Sha Tsui, y en el que las tensiones étnicas y religiosas han adquirido un cariz destacado.
La manifestación de este domingo fue convocada como una nueva muestra de repulsa ante la suspendida ley de extradición de detenidos a China — en lo que la oposición considera como una vulneración de los Derechos Humanos, y de la que pide su completa retirada –, pero también de apoyo a las comunidades musulmanas locales después de que, la semana pasada la Policía usara “accidentalmente”, según el Gobierno, gases tóxicos a la entrada de la mezquita de Kowloon.
Por ello, los manifestantes sumaron a sus gritos contra la ley de extradición varias consignas contra el uso de “armas químicas” y los ya conocidos cañones de agua teñida de azul, para facilitar la identificación de presuntos alborotadores.
“La gente de Hong Kong, independientemente de nuestra religión, venimos a decirle ‘No’ a nuestro gobierno totalitario”, ha declarado uno de los manifestantes, identificado como ‘Billy’, a la agencia Reuters. “Tengo un poco de miedo, porque nuestra Policía a veces es incontrolables y amenaza la seguridad de nuestra gente”, ha añadido.
Para evitar nuevas tensiones, decenas de agentes se han apostado alrededor de la mezquita y las Mansiones de Chungking, un centro social y comercial para grupos étnicos minoritarios.
De momento se tiene constancia de un herido y de varios detenidos, cuyo número está por especificar.