“¡Casasnovas: a la buena o con sangre!”, era una de las consignas que coreaba con persistencia la multitud reunida, durante la mañana del domingo 27 de octubre de 1963 en la periferia del parque Independencia de Santo Domingo, donde se celebraba un mitin convocado por la dirigencia del partido blanco en repudio al golpe de Estado que derribó del poder el gobierno de su fundador y líder, profesor Juan Bosch.
También se oía a una excitada muchedumbre que gritaba sin cansarse: “¡Constitución!” “¡Constitución!”, mientras aplaudía delirantemente a los oradores que desfilaban por la tribuna improvisada frente al Altar de la Patria, exigiendo con energía el fin del Triunvirato y la reposición del gobierno democrático y constitucional surgido de las urnas el 20 de diciembre del año anterior.
Estos eran los diputados Ramón Gabriel Ledesma Pérez y César Roque Taveras; el senador Pablo Rafael Casimiro Castro, representante de la provincia de Pedernales; la joven (recién casada), doctora Milagros María Ortiz Bosch de Basanta, y el joven y fogoso secretario general perredeísta José Francisco Peña Gómez.
Estaban allí en calidad de dirigentes del partido blanco, para orientar al público en torno al deterioro político que se había producido, debido a las medidas tomadas por el gobierno de facto, proscribiendo las manifestaciones de izquierda y restringiendo de modo peligroso el libre tránsito y la libertad de asociación en el territorio dominicano.
El objetivo era crear una conciencia colectiva contra la violación a los derechos humanos y la intolerancia reinante, y se deseaba que los miembros del partido, que habían permanecido demasiado tiempo dispersos y desorientados, por los efectos del golpe de Estado, pudieran orientarse en torno al plan trazado por su dirigencia para reorganizar la maquinaria orgánica y transformarla en un instrumento de resistencia frente a los golpistas, que pudiese también coordinar con éxito una gran cruzada social por el retorno a la democracia.
Estos dirigentes se habían hecho sentir en este concurrido mitin, impactando allí con sus discursos floridos; pues algunos de ellos poseían una persuasiva y electrizante oratoria que había despertado la fe y la confianza en la victoria, induciendo a los presentes a portar carteles y banderas y exponer sin miedo sus ideas políticas.
Era evidente el esfuerzo colectivo por ofrecer una imagen de unidad y cohesión política, aunque ese empeño chocaba con la acción anarquista de algunos jóvenes de izquierda que intentaban imponer sus consignas: “¡Libertad o muerte!”, “¡La insurrección es el único camino!”, distrayendo por momentos la perseverancia en el retorno a la democracia, ya fuera con Bosch o aplicando la denominada “fórmula Casasnovas”, acogida por la Asamblea Nacional durante una reunión clandestina efectuada el lunes 7 de octubre en San Pedro de Macorís, donde se proclamó al presidente del Senado, doctor Juan Casasnovas Garrido, como presidente provisional, para cubrir la falta temporal de Bosch y de su vicepresidente, doctor Segundo Armando González Tamayo, quienes se encontraban exiliados en Puerto Rico.
La proclama de esa sesión histórica estaba firmada por Casasnovas Garrido, en su calidad de presidente de ese cuerpo legislativo y senador de la referida provincia, y también por el presidente de la Cámara de Diputados, doctor José Rafael Molina Ureña y los secretarios de la asamblea, Antonio J. Tatem Mejía, Tomás Bobadilla y Manuel Emilio Ledesma Pérez.
Esa decisión, considerada como una maniobra publicitaria para proyectar la imagen de Casasnovas Garrido, y que miembros del Triunvirato tildaban de “absolutamente ridícula”, fue acogida con simpatía por la Agrupación Política 14 de Junio, que lideraba el doctor Manuel Aurelio Tavárez Justo, al emitir casi de inmediato un comunicado firmado por su comité ejecutivo central, reconociendo la validez de la decisión tomada por el Congreso y ofreciendo su apoyo a los esfuerzos que se hacían para restablecer en el poder al partido blanco.
En dicho documento el 14 de Junio reiteraba su planteamiento sobre la formación de un frente patriótico junto a los perredeístas y los socialcristianos, tras considerar que una alianza de esa naturaleza podría afianzar la resistencia contra el Triunvirato.
Recordaba que esa organización política pese haber sido la más tenaz opositora de la fórmula electoral del 20 de diciembre, por razones doctrinales y de principios, acataba respetuosamente la decisión del pueblo y los resultados de su elección, luchando desde entonces “con la entereza que había caracterizado su ejecutoria, por preservar y mantener el régimen de derecho que el pueblo instauró”. Y agregaba, que “en esa lucha contra los golpistas, civiles y militares” -que todo el pueblo conocía- esa agrupación política había mostrado más tesón que el propio partido de gobierno; pues mientras ellos -día tras día y noche tras noche- denunciaban la trama golpista, sus autores y cómplices, el PRD mantenía un silencio injustificado y censurable, negándose a aceptar la invitación que se le formulara para integrar un amplio frente nacional de defensa de la Constitución y contra el golpe de Estado militar, aceptando en cambio la mediación propuesta por el Partido Revolucionario Social Cristiano que –a su juicio- resultó ineficaz y perjudicial a los intereses nacionales, ya que imposibilitó la unidad combativa del pueblo contra sus eternos enemigos, facilitando indirectamente el desencadenamiento del cuartelazo militar.
La fórmula Casasnovas apuntaba a ser realidad al sumarse el respaldo del partido del machete verde y otras organizaciones democráticas; además de conocerse el aliento transmitido por la embajada de los Estados Unidos en el país, cuyo encargado de negocios, el señor Spencer King, se había erigido en su principal promotor, al planteársela al triunviro ingeniero Manuel Enrique Tavares Espaillat y al ministro de las Fuerzas Armadas, mayor general Víctor Elby Viñas Román, sugiriéndoles ponderar la conveniencia de su aceptación.
Pero el Triunvirato rechazó lo que era -a su juicio- una “insólita interferencia” del diplomático norteamericano en los asuntos internos del país y manifestó que “es absurdo y contrario a todos los principios del derecho internacional público, que se pretenda que a un gobierno que mantiene el control absoluto y pacífico de la maquinaria estatal y que ha dado demostraciones de innegable capacidad para asegurar el orden público, se le sugiera que deponga el Poder en favor de una persona que está oculta y que no tiene el dominio de ninguno de los órganos del Estado”.
Una posición similar, que reforzaba la actitud del Triunvirato, fue expuesta por su aliado, el exgeneral y senador Miguel Ángel Ramírez Alcántara, al considerar que la fórmula Casasnovas era pura ficción, porque quienes la postulaban no tenían el control del territorio nacional, ni de sus habitantes, ni de los órganos de la administración pública y de la justicia; ni tampoco estaban en capacidad de mantener el orden público, la paz, la tranquilidad ciudadana y la seguridad de los habitantes.
Ramírez Alcántara apreciaba que el gobierno de Casasnovas era imaginario en términos jurídicos, y no pasaba de ser una “entelequia” afiliada a “la insólita injerencia del señor Spencer King, ministro consejero y encargado de negocios de la Embajada de los Estados Unidos en el país, quien condujera un acto audaz de intromisión del gobierno norteamericano en la vida política interna de otra nación soberana.
“Yo entiendo que el gobierno de los Estados Unidos de América está dirigido por hombres de notable inteligencia, y que igualmente están informados a cabalidad de los sucesos mundiales, especialmente de los de esta República Dominicana nuestra, que por más de un siglo ha estado ligada a los planes políticos, estratégicos y económicos de Norteamérica”. Y a seguidas agregó, que bajo ninguna circunstancia -por excepcional que fuere- sería restituido el gobierno de Bosch y de sus fantásticos sucesores, ya que era inadmisible que una persona sensata pensara en restaurar la constitucionalidad sin cumplir con el plazo de 20 meses que ellos se fijaron para llevar a cabo un nuevo torneo electoral.
Casasnovas Garrido ripostó la posición de sus adversarios diciendo que eso de “control absoluto y pacífico” podía ser verdad, salvo que los señores triunviros -para desgracia suya y de sus hijos- se habían establecido mediante un régimen de fuerza y un estado de sitio bochornoso, de persecuciones y allanamientos, que era una amenaza constante para la tranquilidad de la familia dominicana.
Indicó que el país deseaba retornar a la constitucionalidad, al estado de derecho, porque ansiaba un gobierno que diese cabida a todos los hombres honestos y de capacidad, para propiciar un ambiente de justicia social; y deploró que los miembros del Triunvirato hubieran preferido dirigir un gobierno cuya base social eran “las ametralladoras, la violación y el ultraje”, obviando los fundamentos del derecho, la justicia y la Constitución del pueblo.
Se refirió también a la posición de la embajada de los Estados Unidos externada por el señor King, negando que hubiese injerencia en la actitud del diplomático, ya que éste se había limitado a exponer la línea del gobierno del Kennedy en cuanto a no reconocer los regímenes surgidos de actos fuerza, como el Triunvirato, que era fruto de un golpe asestado a los principios democráticos dominicanos. Y señaló que su pedido de renuncia a los triunviros era “el primer paso dado por esa nación para reconocer nuestro régimen”.
De su lado, el triunviro doctor Ramón Tapia Espinal afirmó que su gobierno tenía una base social amplia y estaría por ello en el poder hasta el término de la misión que se había impuesto…para instaurar en el país lo que llamó “una estructura democrática basada en la justicia y oportunidades económicas para todas las clases sociales”, mientras sus aliados de Vanguardia Revolucionaria Dominicana, Alianza Social Demócrata, Partido Nacionalista Revolucionario Democrático y Unión Cívica Nacional, lanzaron un fuerte ataque contra la “fórmula Casasnovas”, advirtiendo que sus diferencias con los dirigentes del partido blanco eran irreconciliables y que sólo mediante una cruenta guerra civil esa entidad política tendría oportunidad de volver al poder.
Pese a la situación descrita, Casasnovas Garrido, proseguía actuando en la clandestinidad, insistiendo en la legalidad de su gestión, ofreciendo declaraciones de prensa a las agencias internacionales y en contacto continuo con jefes de Estado y líderes políticos internacionales, a quienes mantenía informado sobre su labor clandestina; persistiendo en señalar que “el Congreso no había sido disuelto porque sencillamente no ha cumplido su mandato de cuatro años”.
El dirigente político fue apresado el día 2 de noviembre de 1963 en la residencia de la familia Garrido-Medina en el ensanche Luperón, donde se encontraba desde hacía un par de días, protegido por su prima Digna Garrido, quien le habría organizado varias reuniones clandestinas con los defensores de su proyecto político. En esa residencia vivía un joven oficial de la Fuerza Aérea Dominicana, de nombre Pablo Israel Garrido Medina, quien con el correr de los años…en un gobierno del Partido Revolucionario Dominicano, llegaría a ser jefe de esa institución.
Casasnovas Garrido estuvo preso e incomunicado en la fortaleza Ozama, pese a los esfuerzos realizados por varios abogados para liberarlo mediante un recurso de habeas corpus. Se dijo entonces que se trataba de convencerlo de que desistiera de su empeño en convertirse en presidente provisional de la República y que se le habría ofrecido una negociación, mediante la cual el Triunvirato cesaría en sus funciones, poniendo en su lugar al académico de 70 años, doctor Max Henríquez Ureña, hijo del expresidente Francisco Henríquez y Carvajal y de la educadora Salomé Ureña.
El doctor Alfonso Moreno Martínez, presidente del PRSC dijo entonces que “el doctor Casasnovas Garrido era el Presidente de la República, de acuerdo a la Constitución y deploró que los hombres elegidos por el pueblo fuesen perseguidos y tratados como delincuentes en los regímenes implantados por la fuerza”.
Finalmente Casasnovas fue deportado hacia Puerto Rico la noche del domingo 10 de noviembre, pero se fue dejando el rancho ardiendo, ya que el Triunvirato le acusaba de dirigir una conspiración para subvertir el orden establecido y reinstalar en el poder a los líderes del partido blanco.
De acuerdo a lo revelado por el ministro de las Fuerzas Armadas, general Viñas Román, Casasnovas Garrrido era la cabeza de un complot para reponer el gobierno constitucional del PRD, que a su juicio era de supuesta inspiración trujillista, teniendo de apoyo militar a un antiguo jefe de la base aérea de Santiago, el exgeneral Pedro Rafael Santiago Rodríguez Echavarría, quien era hermano del exministro de las Fuerzas Armadas Pedro Rafael Ramón Rodríguez Echavarría.
Varias personas fueron detenidas por estar involucrados en ese accionar conspirativo, contándose entre ellos, los coroneles Guarién Cabrera Ariza y Danilo Ramón Simó Canó, los tenientes Ramón Valentín Gómez Santana y Floricel Vásquez Polanco, el cabo Fabio Jiménez, el industrial santiaguero Segundo Manuel Bermúdez (Soto) y el abogado perredeísta doctor Ambiorix Díaz Estrella.
También se mencionaron los nombres del doctor Marino Vinicio Castillo (Vincho) y José Oscar Bonnelly.