Científicos de la Universidad de California en Berkeley, del Laboratorio Nacional Lawrence de Berkeley y del Instituto Médico Howard Hughes (EE.UU.), han descubierto el papel crucial que tiene el cobre en la alimentación: Ayuda a mover la grasa de las células grasas llamadas adipocitos al torrente sanguíneo, para utilizar dicha grasa como energía.
Christopher Chang, profesor de química y biología molecular y celular en la Universidad de Berkeley, señala que sin suficiente cobre, la grasa se almacena en las células grasas sin ser manejada.
“A diferencia de otros estudios que relacionan los niveles de cobre tanto con el aumento como la disminución del metabolismo de las grasas, nuestro estudio muestra definitivamente cómo funciona: es una señal que activa las células grasas”, expresa Chang, que igualmente trabaja en el Berkeley Lab y en el Instituto Howard Hughes. “Si pudiéramos encontrar una manera de quemar grasa más eficientemente, podría ser una gran contribución para contrarrestar la obesidad y la diabetes.”
El reciente estudio se ha publicado en línea. Sus deducciones apuntan no sólo a un nuevo papel para este mineral en el metabolismo, sino que colocan de relieve el papel fundamental que juega el cobre en todo el cuerpo. Precedentemente, Chang había manifestado que el cobre es una molécula de señalización clave en el cerebro, que aplaca la sobre excitación de las células nerviosas.
“El trabajo que hemos realizado con el cobre realmente demuestra que la señalización no se limita a sólo a unos pocos elementos de la tabla periódica, como el sodio, calcio y potasio”, indica. “El cobre es una nueva clase de señalización”.
Las funciones análogas que cumple este mineral en la regulación de las células nerviosas y en la quema de grasa van en la línea de la creciente percepción de que el sistema neurológico, fundamentalmente el cerebro, juega un papel en las enfermedades del metabolismo y el sistema inmune, tales como la obesidad y la inflamación.
“Algunos de nosotros pensamos ahora acerca de la obesidad como una enfermedad neurológica más que estrictamente una enfermedad metabólica, ya que hay conexiones potenciales entre el tejido adiposo y el cerebro”, señala. “La idea de que la obesidad y las enfermedades relacionadas con ella como la diabetes pueden ser de naturaleza neurológica abre la puerta a una nueva ciencia básica y nuevos enfoques terapéuticos.”
Suplementos de cobre
Chang notifica acerca contra la ingestión de suplementos de cobre, no obstante. El exceso de cobre logra conducir a desequilibrios en otros minerales esenciales, como el zinc.
El científico, se centró en el metabolismo de la grasas posteriormente de leer que este mineral se da a menudo a las vacas para regular el aumento de peso.
Para revelar cómo funciona verdaderamente el cobre en el metabolismo de las grasas, escogió estudiar ratones con un defecto genético que causa síntomas análogos a los de una enfermedad humana rara, la enfermedad de Wilson. En ambos contextos, una enzima fundamental que mueve el cobre dentro y fuera de las células está mutada, produciendo un desequilibrio y una sobrecarga de cobre (a niveles tóxicos) en el hígado. El estado se caracteriza igualmente por células grasas hinchadas.
Chang y su equipo, en específico, Lakshmi Krishnamoorthy y Joseph Cotruvo, hallaron que en los ratones el cobre se almacenaba en el hígado, haciendo que las células de grasa pasen hambre de cobre de manera que no logran regular apropiadamente la acumulación de grasa, y dañando órganos tales como el estómago y el páncreas. Esta sobrecarga está escoltada por niveles mucho más bajos de grasas, o lípidos, en la sangre.
“La lipólisis es la descomposición de grandes trozos de grasa en trozos más pequeños para que puedan circular por la sangre y ser quemados en todo el cuerpo”, apunta. “Descubrimos que en estos ratones con Wilson, un nivel bajo de cobre en las células grasas hace que sean incapaces de quemar la grasa tan bien como los ratones normales.”
El mecanismo
Posteriormente, lograron saber puntualmente cómo funciona el mineral: Libera un freno a la quema de grasa. Regularmente, una segunda molécula mensajera llamada AMP cíclico (cAMP) activa las enzimas que descomponen las moléculas de grasa. Hallaron, no obstante, que otra enzima (fosfodiesterasa 3, o PDE3) bloquea la cAMP, posiblemente para prevenir la descomposición de la grasa cuando no se requiere, por ejemplo, cuando somos enormemente sedentarios. El cobre bloquea esta enzima, con lo que “pone un freno al freno”, expresa Chang.
Fuente: .tendencias21.net