Que todos los niños tienen un padre y una madre es un hecho biológico. Que tienen el derecho de conocer y ser criados por sus padres, en la medida de lo posible, está consagrado en los tratados ratificados de la ONU sobre los derechos humanos. No obstante, un evento de la ONU ha puesto de relieve que esos derechos se ven socavados por los esfuerzos por redefinir la familia en la legislación y normalizar las técnicas de reproducción en la política.
En un evento, por C-Fam, y patrocinado entre otros por el Grupo de 25 naciones de los Amigos de la Familia, y los 175 miembros de la organización de la Sociedad Civil para la Familia, Mark Regnerus presentó su trabajo, el cual ilustra el impacto profundo de la estructura de la familia en la vida de los niños en la edad adulta, y el efecto protector significativo de ser criados por los propios padres, casados y biológicos.
La mejor evidencia apoya lo que los derechos humanos han sostenido durante años: que los niños se desarrollan mejor cuando son criados por sus padres naturales, en el contexto de una unidad familiar estable, dijo Regnerus. La presión social para normalizar la autonomía sexual sin trabas entre adultos, y el creciente desacoplamiento de sexo y procreación, debido a prácticas como la subrogación y la donación de esperma, han hecho que los intereses por el bienestar de los niños sea una idea secundaria, concluyó.
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Jesús Martínez Madrid
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