El dirigente de Corea del Norte, Kim Jong Un, ha advertido de que se avecinan tiempos “difíciles” y ha aludido incluso a la ‘Ardua Marcha’ de los noventa, como se conoce en el país asiático a la respuesta frente a la hambruna sin precedentes que padeció.
La caída de la Unión Soviética sumió a Corea del Norte en los noventa en un periodo de declive económico que, sumado a desastres meteorológicos, provocó una grave escasez a la que se le atribuyen hasta tres millones de fallecidos, según algunas estimaciones.
Durante una reunión con líderes del partido único, Kim ha advertido al resto de funcionarios de los “obstáculos y dificultades” que se avecinan, hasta el punto de que les ha llamado a prepararse para “otra ‘Ardua Marcha’ más difícil”, con el objetivo de aliviar en última instancia el potencial sufrimiento de la población, según la agencia de noticias surcoreana Yonhap.
“Nuestro partido no espera que lleguen oportunidades repentinas para allanar el camino a nuestro pueblo y cumplir el grandioso objetivo y el ideal de construir el socialismo y el comunismo”, ha proclamado el dirigente en su discurso, en el que ha reclamado que ha llamado a ser “luchadores” frente a lo que pueda estar por venir.
“Igual que las madres siempre se preocupan por la vida y el crecimiento de sus hijos y les guían por el camino correctos, los secretarios de las células del partido deberían educar pacientemente y liderar a los miembros con afecto y devoción”, ha añadido.
Corea del Norte se ha blindado aún más desde el inicio de la pandemia de coronavirus, a pesar de que no ha reconocido oficialmente ningún contagio. Lastrado por las sanciones en estos últimos años, el país atraviesa una situación preocupante en materia humanitaria, según las pocas organizaciones que tienen información.
La ONU estimaba en alrededor de diez millones las personas desnutridas y el cierre fronterizo no habría hecho sino aumentar los precios de productos básicos. Además, como recoge Amnistía Internacional en su último informe de Derechos Humanos, el riesgo de escasez alimentaria se exacerbó tras las lluvias y tifones de agosto y septiembre, que dañaron infraestructuras y campos de cultivo.