Los últimos acontecimientos sucedidos en la frontera dominico-haitiana, llenaron las principales páginas de los periódicos y los editoriales de casi todos los medios de comunicación dominicanos, por el simple hecho de que en esta ocasión, involucraba a un prestante médico y sus no menos prestantes acompañantes.
Esta situación, más que la excepción, es la norma en esa parte de nuestro país.
Estados Unidos, Canadá, Francia, España y algunas ONG internacionales, se han encargado de meterle en la siquis a los dominicanos, ciudadanos y autoridades por igual, que a los haitianos, no importa lo que hagan, no se les puede tocar ni con el pétalo de una rosa.
Pero vamos a hacer un ejercicio forzando situaciones.
Es muy natural que cualquier persona que vaya a aventurarse por caminos y senderos desconocidos, principalmente donde no hay la presencia de autoridades de ningún tipo, como es el caso en esa parte de la isla, vaya armado.
¿Qué hubiera pasado si esos montañistas dominicanos hubieran tenido en su posesión pistolas, escopetas etc. y reaccionan al intento de secuestro disparando contra la turba y matan dos o tres haitianos?
¿Cómo reaccionarían los haitianos que siempre portan cuchillos y machetes?
¿Cómo hubieran actuado los dos militares que, según los secuestrados, estaban en el área con rifles M-16, sus armas de reglamento?
¿No hubiera sido lo lógico que tomaran partido de parte de los dominicanos que estaban en peligro de secuestro?
¿Qué tal si en esa situación un militar dominicano mata un ciudadano haitiano?
Estos eventos, son cotidianos y cada día que pasa se hacen más frecuentes y se tornan mucho más peligrosos.
Los dominicanos, pueblo y autoridades por igual, debemos ponerle más atención a lo que sucede en ese conglomerado humano, hambriento, enfermo, analfabeto y lleno de desesperanza que es Haití.
En un reporte científico publicado en la revista PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences) de los Estados Unidos, dice que la cobertura boscosa de Haití se ha reducido a 0.32%.
A continuación, un extracto de esa información:
“La extinción masiva puede ser inminente en un pequeño número de países tropicales con baja cubierta forestal. Aquí, encontramos que Haití tiene menos del 1% de su bosque primario original y, por lo tanto, se encuentra entre los países más deforestados del mundo.
Cuarenta y dos de las 50 montañas más altas y más grandes han perdido todo el bosque primario. Nuestros estudios de vertebrados en estas cimas de montañas sugieren que se han perdido especies endémicas junto con la pérdida de bosques.
Esto indica que Haití ya está experimentando una extinción masiva de su biodiversidad debido a la deforestación”.
La biodiversidad se refiere a la variedad de seres vivos sobre la tierra.
Si este artículo nos advierte de que en Haití “ya se está experimentando una extinción masiva de su biodiversidad debido a la deforestación”, y si tomamos en cuenta que la ausencia de árboles en Haití se debe principalmente a que su población aún continúa utilizando carbón vegetal y leña como combustible para cocinar y que por ese camino también se van a quedar sin agua, ¿Cuál es el siguiente paso?
La respuesta es muy sencilla pero escalofriante. Contéstesela usted mismo amigo lector.
En nuestro caso, solo podemos decir, que la marcha de los centros americanos a los Estados Unidos va a parecer un jueguito de “Dividividón” ante la inminente avalancha a territorio dominicano, de las hambrientas y desesperadas huestes haitianas.
¿Un muro? No. ¡Dos!
¡Y poco me lo “jayo”!
Carlos McCoy
Noviembre 2018
CarlosMcCoyGuzman@gmail.com