Rodolfo R. Pou, Arquitecto.
Empresario. Dominicano en el Exterior.
Este pasado primer martes de noviembre, concluyó el proceso de votación y con ello, el proselitismo político de la contienda electoral de medio término en los Estado Unidos. A pesar de que en algunos casos el conteo continúa, los candidatos que participaron en el proceso, en obediencia a las regulaciones sobre campañas electorales, ya iniciaron las auditorias financieras, cierre de contratos y la recogida de todo arte, afiche, pancartas o vallas que se colocaran durante el proceso.
Para los que vivimos en los Estados Unidos, pareciera que siempre estamos en elecciones. Pero no podemos esperar menos, es un país diseñado de esa forma. Si no es que se está convocando a votación para una plaza en el Consejo Escolar del Distrito, entonces lo es para un asiento dejado vacante por un juez en retiro. Lo mismo puede suceder para proyectos específicos que requieren de una elección especial para determinar su apoyo presupuestario o el llamado a la comunidad para cambiarle la codificación de un terreno “x”. Aquí todo se consulta o se vota.
Las contiendas de mayor convocatoria siguen siendo las presidenciales o las de cada dos años, en la cual compiten los aspirantes a diputados / representantes estatales o nacionales. Aquí en los Estados Unidos siempre se está en elecciones, en lo que no se está siempre es en campaña proselitista hacia el público.
Hago esta salvedad, porque así como aquí hay leyes y normas que definen los parámetros de fechas, proselitismo interno y externo, propaganda, aportes y manejos financieros, en la Republica Dominicana también. La de aquí es la Ley Federal de Campañas de Electorales (Federal Election Campaing Laws), mientras que la de Republica Dominicana es la Ley Electoral, la cual recientemente ha sido complementada por la aprobada Ley de Partidos.
Traigo esto a colación porque, en los últimos meses he visto a figuras de mi diáspora promoviéndose para cargos electivos, sin aun la Junta Central Electoral citar fecha de inicio de presentación de pre-candidaturas, proselitismo y todo lo que le acompaña para la contienda del 2020 en la Republica Dominicana. He visto los jingles, las fotos, los videos, los afiches ficticios en Facebook, Instagram y WhatsApp. He sido testigo, como todo otro dominicano activo en su comunidad, de cómo estos compatriotas aspirantes, se proyectan gráficamente, portando artes con logos partidarios y designándose candidaturas que aún no han agotado procesos internos. Y en algunos casos, validando su postura mediante la publicación de cartas políticas, designándole desde ya.
Qué paradoja, el que cualquiera de nosotros, aspire a representarnos, desde el país más democrático del mundo, sin agotar un proceso democrático y a esperas de la validación de un dedo. Acto que está no solo en violación de las leyes electorales de nuestra nación dominicana sino que de aquí también.
-¿Sabrán mis compatriotas las consecuencias de una la postulación desde un país donde guardas una “doble ciudadanía” irreconocida, hacia una plaza electiva del país del cual eres originario?
-¿Conocerán sobre los impedimentos o limites por Migración o Ley Federal de Elecciones, al respecto?
-¿Dispondrán de las respuestas correctas, si alguien le preguntara sobre el manejo de las finanzas de esa campaña?
-¿Tendrán al tanto los máximos aportes permitidos, en dinero, en infraestructura o en servicios, hacia su campaña?
-¿Sera de su conocimiento, la suspicacia que causa el tener acceso a recursos del Estado, al postularse?
-¿Entenderán que habrá auditorías determinando la providencia de esos aportes y recursos?
-¿Deducirán que con cada aporte o transacción por más de “X” cantidad, debe otorgarse un recibo fiscal?
Son muchas las preguntas que mi diáspora debería hacerse, antes de tomar una candidatura como propia de ella. Si estamos eligiendo desde aquí, no solo debemos exigirles que vivan aquí, sino que además se manejen como si estuvieran ejercitando una campaña y sus vidas políticas con las reglas de aquí. Ser transparentes. Y si ha de aceptar lo que ya parece ser un secreto a voces, que en la diáspora existe la posible renovación política de la República Dominicana, pues con más fe deben hacerse las cosas de manera correcta. Pues el inmediatismo nos ha pagado mal. Y es posiblemente el más dañino de todas nuestras faltas sociales.
Algunos tomarán el adagio de nuestros abuelos citando que, “el que da primero da dos veces”. Sin embargo, en cuanto a postulaciones políticas se refiere, el que da primero, es el primero en desgastarse.
La política como los concursos de popularidad, todos dependen del fervor por encima de la relevancia expuesta. De aquí a mayo hay muchos discursos que presentar y agotar. Muchas comunidades que visitar. Muchas manos que saludar. Y sobre todo, muchas personas a quien escuchar.
Por eso veo fuera de lugar el que ya estén surgiendo en la diáspora de la Florida, jingles, afiches ficticios y videos subjetivos en Facebook, Instagram y WhatsApp, sin aún haber salido a las afueras de su comunidad para conocer de las bocas de los posibles constituyentes, el plan que necesitan y no otro más que sus seudo-lideres creen necesario imponerle.
Si algo he aprendido en estos últimos dos años en mis “Conversaciones con la Diáspora” es que, en el pueblo están las respuestas a las preguntas más difíciles. Que todavía es tiempo de ser como Simón, en el viejo hebreo. Que habrá suficiente tiempo para estar en política. Y que también es más bonito cuando son otros los que motivan a que aspires. Pues a la larga y a la corta tu trabajo siempre será el representar los intereses de otros y no las ambiciones propias.
Por el momento, mejor escucho. Porque si ha de estar en algo, haré como los hermanos en la isla que si están claro de en lo que tenemos que estar en esto momento. En Navidad y en los colores que nos unen y nos apasionan. En los del Licey, las Águilas, el Escogido… Los dominicanos para esta época, estamos, en ¡PELOTA!
Habrá tiempo para afiches. Y no, de esos ficticios.