Hace menos de cuatro años, el Partido Republicano escogió a varios dirigentes prestigiosos para ayudarlo a salir adelante. Esta semana, una de ellos anunció su renuncia al partido… expulsada por Donald Trump.
Sally Bradshaw no es un nombre conocido por el gran público, pero su decisión estremeció a todos los profesionales de la política. Colaboradora durante muchos años del gobernador de Florida Jeb Bush, Bradshaw era miembro del grupo de cinco estrategas encargado de identificar las falencias del partido y formular recomendaciones para ganar la Casa Blanca después de la derrota de 2012.
Ahora, dice, votará por la demócrata Hillary Clinton si la contienda en su estado de Florida se vuelve demasiado reñida.
“Sally representa un segmento importante de nuestro partido, el de las mujeres con educación universitaria, entre las cuales Donald Trump pierde por márgenes desastrosos”, dijo Ari Fleischer, colega de Bradshaw en el grupo y asesor principal del presidente George W. Bush. “Trump ha hecho exactamente lo contrario de lo que le recomendamos para hacer que el partido fuera más incluyente”.
Fleischer sigue apoyando a Trump contra Clinton, pero Bradshaw es una entre una decena de operadores, mensajeros, miembros del comité nacional y grandes donantes que deploran las tácticas de Trump y destacan casi a diario -a escasos 90 días de las elecciones- las brechas abiertas por el empresario al tomar el control del partido.
El pasado fin de semana, el multimillonario Charles Koch dijo a los cientos de donantes que integran su red política que Trump no acepta ni luchará por los principios del mercado libre.
Por esa razón, entre otras, la red de Koch, que tiene las arcas más nutridas del sector conservador, está pasando por alto la contienda presidencial y concentrando su poder recaudador de fondos en las campañas al Congreso. Donantes y funcionarios electos reunidos por los hermanos Koch en Colorado dijeron que aceptaban la decisión, por más que perjudicara la campaña por la Casa Blanca.
El gobernador de Kentucky, Matt Bevin, uno de los republicanos influyentes presentes en el encuentro, se negó a respaldar a Trump e hizo alusión a partidos difuntos como el Whig cuando se le preguntó sobre la salud del Partido Republicano actual.
“Lo que importa no es el partido, sino los principios”, dijo Bevin a The Associated Press.
Otro de los participantes, el presidente de la cámara baja Paul Ryan, ni siquiera mencionó al candidato presidencial en su discurso, pero aludió a una “contienda de personalidades” desprovista de objetivos específicos o principios.
El centro y la izquierda distan de estar unidos en torno a la candidata demócrata Hillary Clinton, cuya convención sufrió varias interrupciones por parte de seguidores del senador Bernie Sanders.
Pero después de derrotar a Sanders en las primarias, Clinton trató de ganarse al senador y sus seguidores, e incorporó algunas de sus propuestas a la plataforma. Trump no ha mostrado la misma disposición y prefiere seguir adelante con el enfoque y las propuestas que le dieron el triunfo en las primarias.
Una de las recomendaciones cruciales del informe redactado por la comisión de Bradshaw era que el partido fuera más incluyente de las minorías raciales y étnicas, en particular la latina. Una de las consignas firmes de Trump es construir un muro en la frontera con México y deportar por la fuerza a millones de personas, muchas de las cuales son hispanas, que viven en el país sin autorización.
Bradshaw dijo a The Associated Press que su decisión de empadronarse en el Partido Demócrata en Florida era una “decisión personal”: el hecho decisivo fue la crítica de Trump a la madre musulmana de un soldado estadounidense muerto en Irak en 2004. En un correo electrónico al canal CNN, Bradshaw escribió que los republicanos están “en una encrucijada y han elegido como candidato a un narcisista total, un misógino, un intolerante”.
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THOMAS BEAUMONT and STEVE PEOPLES