Por Martina Soriano.-
Cuando contemplamos personas felices, generalmente lo asociamos con gente alegre. La felicidad es un estado permanente, sinónimo de prosperidad y dicha. Sin embargo, la alegría, es un estado de ánimo pasajero, sinónimo de bienestar y gozo.
La alegría es una emoción que puede durar periodos cortos, incluso algunas semanas. La felicidad, por su parte, es una emoción que puede ser permanente, incluso a pesar de tener malos momentos.
La alegría, se asocia con la satisfacción de haber conseguido algo que deseas. Se relaciona con la liberación de dopamina y serotonina, dos tipos de neurotransmisores, que se encuentran en el cerebro, ambas sustancias químicas son asociadas también con la felicidad, a menudo personas con depresión clínica, tienen niveles bajos de serotonina.
La euforia, se relaciona con la alegría, que se manifiesta en risas y un estado de ánimo de júbilo, regocijo, contentamiento y placer, por algo que produce gozo o satisfacción. Por otro lado, la felicidad, es un estado emocional, que se relaciona con las soluciones de aspectos y objetivos de la vida cotidiana. Por lo tanto podemos ver una diferencia entre alegría, que es de permanencia corta y la felicidad, que puede durar en el tiempo.
Hay factores internos y externos que predisponen la felicidad, estos son: 48% genética, 40% eventos de la vida (trabajo, relaciones, viaje, dinero), 12% (valores, familia y espiritualidad). Para alcanzar la felicidad, es importante tener amigos, evitar la rutina, perseguir metas y experiencias nuevas, pasar tiempo con la familia. También ayuda el disfrutar del deporte y la religión.
La alegría se manifiesta en algún acontecimiento de la vida, como un aumento de salario, ganar un premio, pasar tiempo con los hijos, comprarse un carro nuevo, la llegada de un nuevo miembro a la familia, entre otros. La actitud positiva ayuda a mantener un estado emocional, que permite vivir en armonía.