A Pleno Sol /
Por Manuel Hernández Villeta |
Norteamérica es para los norteamericanos. Las elecciones para escoger al próximo presidente de los Estados Unidos son una manifestación de la correlación de fuerzas entre los sectores de poder norteamericanos.
Por más que se quiera vender el Armagedón sobre los problemas migratorios y el destino de los hispanos, no es el caso de estos refugiados del hambre latinoamericana lo que está en juego. En el mapa del poder norteamericano, la suerte de ese puñado de hambreados, no le quita el sueño.
De los dos candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, ninguno significa una tabla de salvación para América Latina. La política de los norteamericanos solo tiene aliados coyunturales, ni amigos ni enemigos.
Somos como países del tercer mundo, piezas movibles, que se pueden levantar como pantallas de exhibición o tirarlas al zafacón, sin que por ello el gran poder imperial varíe un punto. No hagamos ilusiones sobre candidatos presidenciales norteamericanos, ni alberguemos temores, que el accionar político se maneja de acuerdo con los intereses del gran imperio.
Sin embargo, no queda dudas que para el dominicano promedio, que tiene por lo menos un familiar en los Estados Unidos, es una gran preocupación el discurso de Donald Truhmp sobre medidas que tomará para hacer frente a los que se encuentran buscando mejores condiciones de vida en los Estados Unidos.
Esas minorías de migrantes tienen una presencia en la vida norteamericana que no se puede borrar fácilmente. Una cosa es tratar de conseguir votos entre los nacionalistas de clase media y baja de los Estados Unidos, y otra aplicar acciones drásticas que eliminen la mano de obra barata.
Más que el destino de los emigrantes, lo que debe preocupar a latino-américa es su relación comercial, política, territorial y de asistencia con el gobierno y sectores de poder de los Estados Unidos. Es que se respete el derecho al libre albedrio de nuestros países, y no que los embajadores los manipulen como si fueran colonias de nuevo cuño.
Hay que seguir las elecciones norteamericanas al dedillo, porque es la primera potencia del mundo y quedamos en su área de influencia, pero para el centro del poder de los Estados Unidos no pasamos de ser repúblicas bananeras, buenas para producir ganancias y ser el patio donde se vierten los desafueros sociales.