Convencido de que “a Miami cuesta reconocerle muchas cosas”, el escritor peruano Pedro Medina León se dio a la tarea de resumir la historia de esta joven ciudad con un libro de bolsillo que ofrece el “tour” que los turistas se pierden.
“No existe el tour por el Miami de Bob Marley ni por el de los Bee Gees”, dice Medina en una entrevista con Efe mientras recorre con un dedo la portada de “Tour. Una vuelta por la cultura popular de Miami”, cuyo diseño es un supuesto plano del metro que la urbe no tiene, ni seguramente tendrá jamás, por erigirse sobre un pantano.
Desde el empresario Henry M. Flagler (1830-1913), quien, de acuerdo con Medina, “abrió las puertas de la ciudad al resto del país y al mundo entero”, hasta los venezolanos que intentan que El Doral sea el centro, el autor crea “paradas” en “estaciones” con nombres como Versace, Tarantino, Al Capone y Muhammad Alí.
Se trata de 43 crónicas breves que comenzó a escribir en 2013 para el diario local El Nuevo Herald con la obligación de no pasarse de 700 palabras.
“Me acostumbré a ese formato”, afirma Medina (Lima, 1977), un banquero que al final de cada día corre a quitarse el traje para escribir cómodamente.
Conocido además por ser uno de los autores “miamenses” del llamado Noir Tropical (novela negra tropical), el peruano afirma que sí hay documentación disponible, solo que hay que buscarla.
“Me la pasaba en bibliotecas públicas, en el Museo de Historia de Miami; me leí libros muy viejos, libros de tapa de cartón y escritos a máquina, libros en inglés porque en español no hay nada”, dice.
Luego de salir en septiembre por Suburbano Ediciones, que el propio autor dirige, Medina no ha parado de presentar su “Tour” en universidades estadounidenses y ya ha conseguido que el sello local Jitney Books lo edite a principios de 2019 en inglés.
Con estilo ágil y a menudo novelesco, Medina se cuida de no dejar fuera el dato histórico, para que el lector no crea que el texto es ficción. Así, deja caer un pasaje escandaloso de Jim Morrison en Miami en la crónica “El concierto más breve”.
“El principio del fin de la legendaria banda de rock The Doors empezó en Coconut Grove”, apunta sobre uno de los barrios más antiguos y bohemios de la ciudad que, también por su exhuberante vegetación a orillas del mar, es visita obligada para turistas.
“En esa época (1970) Miami era una ciudad anglo, ultraconservadora”, escribe sobre los excesos de Morrison durante una actuación, que lo llevaron ante la corte federal del condado.
“Si Miami aún fuera así, los cantantes de reguetón estarían sentados en la silla eléctrica”, apunta en su crónica sobre la leyenda del rock, quien poco tiempo después “se suicidó” en París, según Medina.
“Hay dos hitos claves y controversiales que abren el Miami que vivimos ahora: el narcotráfico colombiano y el Mariel (llegada masiva de cubanos), ambos en el 80. Ahí el anglo siente que pierde la ciudad”, explica el cronista, muy dado a separar el mundo “anglo” del latinoamericano y lo hace curiosamente en “spanglish”.
“La ciudad entra en una etapa decadente y a finales de los 90 empieza a levantar cabeza con la llegada de gente de otras países. Para el 2000 ya tenemos un Miami muy latinoamericano”, afirma.
Excepto una crónica breve sobre la famosa Calle 8 y algunos apuntes al margen, los cubanos no son el centro del “Tour”, aunque el autor asegura que estos caribeños “son los que abrieron la puerta al hispanoparlante”.
“El Miami anglo tenía a The Doors, los Bee Gees, Samuel Beckett, Tennessee Williams, Bob Marley (que murió en esta ciudad en 1981) y Coconut Grove era un foco cultural importante. Bob Dylan y toda esta gente venía acá”, dice Medina.
Sin embargo, opina que “en manos latinoamericanas eso se ha perdido”.
“Creo que el latinoamericano ve con desdén a esta ciudad, la ve frívola, no la siente suya luego de 30 años viviendo acá”, dice a Efe.
Pero el peruano está convencido de que “Miami ahora es la capital de Latinoamérica”.
“En literatura en español creo que es la ciudad más importante de Estados Unidos, a pesar de que no tiene una maestría de escritura creativa, algo que me parece gravísimo”, subraya.
“Así y todo, el circuito independiente cultiva una literatura muy autóctona”, dice de esta desparramada urbe que antes de serlo oficialmente, lo que consiguió en 1896, tenía su centro en Fort Dallas, una edificación militar levantada en la desembocadura del río Miami en 1836, durante la Segunda Guerra Seminola.
Medina, empeñado en documentar que, como París, “Miami también quiso ser una fiesta”, está absolutamente seguro de que dentro de 15 años la cafetería El Arepazo (de los venezolanos) será el Versailles de los cubanos. “Vamos a leer ese capítulo, no hay dudas”, afirma. (EFEUSA).-