Por Carlos Ruano |
MADRID (Reuters) – “En estos momentos el partido está roto. Llegados a este punto, la situación está tan distorsionada que es imposible resolver esto ahora mismo”.
Así resumía José Antonio Pérez Tapias, miembro del Comité Federal del Partido Socialista, la situación del partido tras ocho horas de desencuentros en una reunión histórica en la sede del partido que podría ser decisiva para evitar unas terceras elecciones que podrían comprometer su futuro.
Tras más de nueve meses de gobierno en funciones y dos elecciones en las que solo el PP subió en votos, el PSOE se ha dividido entre quienes se decantan más o menos directamente por permitir con su abstención un Ejecutivo del Partido Popular y los que respaldan al todavía líder Pedro Sánchez para tratar de formar un gobierno alternativo.
Sánchez, que forzó la reunión del domingo ante la creciente oleada de críticos, defiende la convocatoria de unas primarias en las que partiría como favorito y un congreso extraordinario bajo la tesis de tratar de montar una alternativa al PP.
Mientras, el bando crítico quiere dejar paso a una gestora que podría permitir la abstención de los socialistas para pasar a la oposición de un Ejecutivo en minoría del conservador PP ante el temor a que continúe la sangría de votos de las últimas citas con las urnas.
Tanto dentro como fuera de la sede, donde se vivieron escenas de tensión entre partidarios del mismo partido, las divisiones fueron en aumento desde primera hora del sábado .
Solo las cuestiones de orden previo llevaron más de tres horas de negociación y a lo largo de la sesión hubo constantes desencuentros sobre qué votar y cómo.
En la sesión vespertina, con acuerdo aparente para votar sobre la celebración de un congreso extraordinario, los partidarios de Sánchez querían una votación secreta y los críticos una pública.
Una fuente socialista presente en la sala, a la que no se permitió el acceso a la prensa, dijo que los partidarios de Sánchez colocaron una urna y empezaron a votar entre gritos de “fraude” de los contrarios.
Poco después, los críticos iniciaron la búsqueda de firmas para tratar de conseguir una moción de censura sobre Sánchez.
LAS DOS ESPAÑAS
“No es no”, increpaban indiscriminadamente partidarios de Sánchez a cualquiera que saliera del edificio en la madrileña calle Ferraz donde decenas de curiosos, multitud de periodistas y algo más de un centenar de simpatizantes socialistas, casi todos partidarios de Sánchez, se concentraban desde las nueve de la mañana, con debates improvisados y encontronazos que mostraban por momentos la división “de las dos españas” incluso entre simpatizantes del mismo partido.
“No golpistas en las filas socialistas” o “Felipe chivato, golpista” en referencia al histórico ex presidente socialista Felipe González, uno de los que encabezó la rebelión contra un Sánchez enrocado en su “no” a Rajoy.
“No es un debate reglamentario, es un debate político entre un gobierno del PP o no. El apoyo de Sánchez es absolutamente mayoritario entre los militantes y los votantes del PSOE. Sería ilegítimo desalojarle”, explicó a Reuters José Antonio Iniesta, militante socialista de 59 años, ante la sede del PSOE.
El intento de poner orden en casa de los socialistas choca contra el reloj electoral, que volverá a ponerse en marcha a finales de octubre, con la convocatoria de nuevos comicios si antes no hay un acuerdo entre los grupos parlamentarios.
Las tensiones vividas en los últimos meses en el PSOE tras el desgaste electoral sufrido a costa sobre todo del partido antiausteridad Podemos y la disputa por el liderazgo de Sánchez estallaron el lunes después de la última debacle electoral en Galicia y el País Vasco.
“Esta es la tensión histórica de la izquierda, al final, nos llevará a una nueva mayoría del PP”, se lamentó María Gallego, una joven de 21 años que contemplaba la división en las afueras de la sede y se dijo votante de Podemos.
El sábado en Ferraz, algunos gritaban “es de Podemos” a quienes criticaban la debacle interna, mientras que la presidenta de Andalucía y considerada principal rival de Sánchez, Susana Díaz, lanzó esta semana una advertencia al grupo antiausteridad que amenaza su hegemonía a la izquierda: “Piensan que lo que han hecho con IU lo pueden hacer con el PSOE, pero el PSOE es mucho PSOE”.
Sin que por el momento se pueda prever el desenlace de esta contienda, unas nuevas elecciones podrían no resolver la dificultad para formar gobierno ya que las encuestas siguen mostrando un parlamento muy dividido en el que solo el PP superaría con amplitud el centenar de escaños en un parlamento de 350 asientos.
“Es una pena (…) es importante que tengamos gente con sentido común tomando decisiones, no tener gobierno no es una opción”, explicó a Reuters José García, confesado militante del partido más votado, el PP, mientras contemplaba entre rivales políticos un momento que muchos consideran histórico para el partido que más ha gobernado en la España democrática y, quién sabe, quizás también para el país.