El nuevo Gobierno haitiano ha tomado posesión del cargo este miércoles, con un llamamiento a la “tregua” política, aunque la oposición ya ha expresado su escepticismo por la decisión unilateral tomada esta semana por el presidente, Jovenel Moise.
El nuevo primer ministro, Joseph Jouthe, compartirá gabinete con 15 ministros, entre ellos ocho que ya habían sido designados para administraciones anteriores fallidas. Jouthe, que ya fue ministro de Economía, ejercerá también de responsable de Planificación y Cooperación Exterior.
Moise eligió a Jouthe para tratar de superar la actual crisis política, a punto de cumplirse el primer aniversario de la interinidad del gobierno. “Los líderes políticos en el poder y en la oposición son amigos. Llamo a la tregua”, ha dicho el nuevo jefe de Gobierno durante la ceremonia, celebrada en el Palacio Nacional.
“No quiero desorden en el país”, ha añadido Jouthe, al tender un guante que sin embargo no han recogido otros líderes políticos. Según el diario ‘Le Nouvelliste’, la oposición ha reiterado sus críticas contra Moise, al que han recriminado que haya dado pasos unilaterales y sin buscar el consenso previo con las distintas fuerzas.
Moise ha defendido que la elección de Joseph “no es fruto del azar”. “Su experiencia en la administración pública y su experiencia en diferentes ámbitos le convierten en una personalidad de referencia”, ha subrayado el presidente en sus redes sociales, desde las que ha agradecido su labor al primer ministro saliente, Jean Michel Lapin.
Moise ha descrito a los nuevos ministros como “soldados que parten a la guerra”, contra el hambre, la inseguridad, la corrupción y la injusticia social. De ellos ha esperado “ejemplaridad” y un “comportamiento irreprochable”, consciente de las críticas que aún siguen latentes a pie de calle.
Los haitianos comenzaron a manifestarse en julio de 2018 por el aumento del precio del combustible, pero desde entonces las protestas han evolucionado en medio de acusaciones de corrupción contra Moise, exigiendo incluso su dimisión. La tensión se hizo evidente a finales de febrero, con un enfrentamiento entre policías y militares que se saldó con al menos dos muertos.
Las protestas han llegado a paralizar al pequeño país, que se encuentra además en una delicada situación económica y humanitaria –según la ONU un tercio de los haitianos sufre inseguridad alimentaria– y de seguridad por el creciente peso de las pandillas. La situación amenaza con empeorar este año, ya que la ONU prevé que haya 4,2 millones de personas con necesidades alimentarias.