Houston (EE.UU.).- Dentro del mundo de la NBA ha quedado muy claro que cuando se trata de dinero, dueños y profesionales no tienen ningún problema a la hora de hacer prevalecer sus deseos y gustos tanto dentro como fuera del campo.
Este ha sido el caso del dueño de los Rockets de Houston, Leslie Alexander, que la pasada noche durante el quinto partido de la eliminatoria de primera ronda de playoffs de la Conferencia Oeste que su equipo disputó en el Toyota Center ante los Thunder de Oklahoma City y ganó por 105-99, se permitió el lujo de recriminar a un árbitro en su propia cara.
Lo hizo en el primer cuarto del encuentro cuando no le gustó la manera como estaban señalando las faltas y se levantó del asiento que ocupa en la primera fila en la mitad del campo y caminó por el lateral hasta acercarse al árbitro Bill Kennedy a quien durante varios segundos le estuvo hablando.
Kennedy que seguía las acciones del partido, después de escuchar giró su gara para mirar a Alexander que ya había comenzado su regreso al asiento.
El legendario Hakeem Olajuwon, que compartía el asiento contiguo a Alexander, amagó con agarrarle el brazo al dueño de los Rockets para que no se dejase llevar por el impulso, pero no llegó a sujetarlo.
El resultado como se esperaba fue seguimiento de la acción por parte de la NBA y anunció de una multa de 100.000 dólares, nada de importancia para el dueño de un equipo que tiene un valor cercano a los 1.300 millones de dólares y unos ingresos en el 2015 de 175 millones de dólares.
Alexander no ha explicado todavía que fue lo que le impulsó a protagonizar una acción de esas características más propias del dueño de los Mavericks de Dallas, Mark Cuban, que es un crítico permanente de los árbitros, que de uno de los más amables y tranquilos.
Sin embargo, de acuerdo a personas cercanas al entorno personal de Alexander, el dueño de los Rockets les dijo que se encontraba muy contrariado por el trabajo de los árbitros y no pudo contenerse.
Más tranquilo estuvo el veterano Gregg Popovich, de los Spurs de San Antonio, cuando en un restaurante de Memphis, donde viajó la pasada semana con el equipo para disputar el tercero y cuarto partidos de la eliminatoria de playoffs ante los Grizzlies, cenó y después cuando llegó la hora de pagar al factura tuvo la “generosidad” de dejar 5.000 dólares de propina.
Nada menos que el 550 por ciento más del valor de la cena que había sido de 820 dólares.
Popovich, un amante de las cosas buenas, en especial de la comida y de los vinos, no ha querido comentar nada relacionado con el asunto que transcendió cuando salió una copia del pago de la factura de la cena en las redes sociales.
Pero quienes lo conocen y personal cercano a su entorno si han reconocido que Popovich se siente “muy molesto” porque acciones que son de su vida privada y que hace de manera altruista ha tenido que transcender al ámbito de la opinión pública.
Pero también porque la primera copia de la factura que salió en las redes no borraron el número de la tarjeta de crédito personal con la que Popovich hizo el pago de la cuenta.
Quienes conocen a Popovich no se extrañan para nada de este tipo de acciones que son muy comunes de protagonizar por parte del entrenador más duro que hay dentro de la NBA cuando se encuentra en el banquillo y hace su trabajo.
Sin embargo, hay muchas historias personales de Popovich que no transcienden a la prensa como sus viajes de incógnito a España, país que le encanta, para disfrutar de la buena comida, de la que es un admirador y gran degustador al igual que de sus vinos, que forman parte de la exclusiva cava que posee en su residencia familiar.