Otra final más, la novena en el Abierto de Estados Unidos, para la mejor tenista del mundo, la local Serena Williams, que este sábado tendrá como rival a la japonesa Naomi Osaka, 16 años más joven, que va a disputar su primera en un torneo de Grand Slam.
El partido ya ha sido enmarcado como un duelo “clásico” de generaciones dentro del tenis mundial femenino, algo que se viene repitiendo de manera constante desde que la menor de las hermanas Williams se hizo dueña del circuito profesional, y que al final siempre cae de su lado.
Nada menos que 31 finales de Grand Slam en su haber, más que el legendario suizo Roger Federer, con 23 títulos de campeona, incluidos seis en las pistas de Flushing Meadows, el último logrado en la edición del 2015 y el primero en la de 1999.
Desde entonces Serena se ha construido un dominio completo en el circuito profesional del tenis femenino, que vio cortado cuando decidió ser madre y se perdió toda la competición del 2017.
Pero después de haber eliminado a la letona Anastasija Sevastova, Williams advirtió que lo mejor de su tenis estaba todavía por llegar y se sentía motivada más que nunca a seguir batiendo marcas y consiguiendo títulos.
De momento ya tiene a su alcance el empatar la marca de los 24 títulos de Grand Slam que consiguió la legendaria australiano Margaret Court.
“No es ningún secreto que tengo toda la ilusión de conseguir el máximo de metas dentro del tenis y ahora me siento con una ilusión especial porque estoy convencida de que todavía tengo muchas nuevas que ofrecer”, destacó Williams.
Durante más de dos décadas, Williams ha ido evolucionando de una adolescente efervescente en trenzas ganando el Abierto de Estados Unidos a los 17 años, a un modelo a seguir como atleta afroamericana, la portavoz de madres trabajadoras en todas partes, y cerca de cumplir los 37 años también es ejemplo de longevidad y perseverancia.
Enfrente en la lucha por el título tendrá a Osaka, una gran admiradora de su tenis y que siempre la quiso imitar desde que comenzó a practicar el deporte del tenis.
“Ha sido siempre mi inspiración y jugar la final contra Serena significa mucho para mi, al margen de ver cumplido mi gran sueño”, destaco Osaka, que también ha hecho ya historia al ser la primera tenista japonesa que logra disputar la final del Abierto de Estados Unidos y de un torneo de Grand Slam.
La gran incógnita que surge en el duelo generacional que se va a vivir en la pista central Arthur Ashe Stadium de Flushing Meodows es si Williams, la gran campeona, podrá con su tenis superar a la joven que desde niña la tiene como su “ídolo”.
Nadie cuestiona que Williams es una jugadora muy superior a Osaka, con gran diferencia en todos los niveles, desde la experiencia en este tipo de partidos hasta el poder físico que ha desplegado desde que comenzó el torneo en Flushing Meadows.
De ahí que Williams de alguna manera admitió que si antes de comenzar el torneo le dicen que en los dos últimos partidos sus rivales iban a ser Sevastova y Osaka, lo hubiese firmado de inmediato.
La única oportunidad que tiene Osaka de conseguir la victoria será si prevalece su tenis desde el fondo de la pista y fuerza a Williams a cometer demasiados errores no forzados.
De lo contrario el partido de mañana, sábado, no será el más difícil que va a jugar Williams en una final de Grand Slam, y más si mantiene un servicio potente y seguro como ha tenido en lo que va de torneo.
Williams lidera el torneo con 64 aces y ha ganado casi el 80 por ciento de los puntos en su primer servicio en los seis partidos anteriores.
Si bien la condición física de Serena (y su saque) fueron dos grandes factores en cuestión en su regreso, especialmente en su único enfrentamiento contra Osaka en Miami, su juego en Nueva York ha mostrado mejoras en ambas áreas.
Además Serena también tendrá todo el apoyo de los seguidores neoyorquinos que están ansiosos por verla coronarse de nuevo como “Reina” de Flushing Meadows, mientras que Osaka podrá comenzar a prepararse para asaltar su reinado en los próximos años.
Serena, que el próximo 26 de este mes cumple 37 años, para llegar a la final tuvo que superar a la polaca Magda Linette (64 y 6-0), a la alemana Carina Witthoeft (6-2, 6-2), a su hermana Venus (6-1, 6-2), la estonia Kaia Kanepi (6-0, 4-6, 6-3), a la checa Karolina Pliskova (6-4, 6-3) y a Sevastova (6-3, 6-0).
Mientras que Osaka venció a la alemana Laura Siegemund (6-3, 6-2), a la israelí Julia Glusho (6-2, 6-0), a las bielorrusas Aliaksandra Sasnovich (6-0, 6-0) y Aryna Sabalenka (6-3, 2-6, 6-4), a la ucraniana Lesia Tsurenko (6-1, 6-1) y a la estadounidense Madison Keys (6-2 y 6-4).
Ambas finalistas no han cedido nada más que un set en los seis partidos disputados.