Cuando un dirigente se deja gobernar por su pueblo, tiene que renunciar. El buen dirigente escucha las opiniones de sus gobernados, regularmente solo una parte de este se expresa, pero tiene que actuar y tomar decisiones con respecto al bienestar de la mayoría.
Cuando los ríos están revueltos, políticamente hablando, regularmente la oposición trata de convertirse en el vocero de la nación y comienza a exagerar los problemas, a crear algunos que solo van a existir en sus calenturientas mentes, a criticar todo lo que hace el gobernante de turno y principalmente a mentir.
Siguen la lógica de Voltaire que decía; “Calumniad, calumniad, que siempre algo queda”
Una combinación de gobernante pusilánime y oposición rabiosa e intransigente, sólo puede conducir al lugar donde se ha situado la hermana República del Perú, el desastre.
Desde que explotó el internacional problema de la compañía Brasileña Odebrecht, la cual venía siendo investigada por los Estados Unidos de América y Suiza, por muchos años, algunos presidentes de nuestra región, empujados por la muchedumbre, por el populacho, tomaron decisiones populistas para complacer al vulgo, que como el Minotauro, siempre está sediento de sangre.
Tomaron acciones, sin haber hecho un análisis profundo de todo el problema. Este ha sido el caso del presidente Pedro Pablo Kuczynski. PPK, para sus amigos.
A veces, hasta para aplicar las leyes hay que ser un poco elástico. Esto es lo que han hecho los gobiernos de Brasil y de los Estados Unidos. Darle una oportunidad a la compañía Odebrecht para que pague sus faltas. ¿Como? Permitiéndoles que continúen las obras en las que están trabajando.
Todo lo contrario se hizo en Perú, donde el soborno fue de alrededor de 29 millones de dólares.
El gobierno expulsó “para siempre” a la multinacional brasileña y todos los proyectos en la que esta estaba involucrada están detenidos. Esto ha causado que el presidente Kuczynski, admitió que la economía nacional se frenará debido a que varios proyectos de la constructora brasileña Odebrecht, serán vendidos o licitados nuevamente.
“No hay duda que (el caso Odebrecht) es un freno a la economía”, dijo el presidente peruano, en una conferencia con la prensa extranjera en Palacio de Gobierno.
“Estamos tratando de implementar una lucha bastante drástica anticorrupción sin parar los grandes proyectos, pero es muy difícil hacer porque el más grande de todos se paró. Nos puede costar medio punto (del PIB) algo así, pero no me puedo aventurar”, agregó.
Los profesionales, esto incluye a los políticos, tienen que tener mucho cuidado cuando emiten un diagnóstico y aprueban una solución. Un médico, cuando se equivoca, puede matar a un paciente. Si lo hace un ingeniero y falla en sus cálculos, la construcción puede colapsar y causar decenas de heridos y muertos.
Pero cuando el que se equivoca es un gobernante, su desatino puede afectar a todo un pueblo, a miles o millones de sus conciudadanos. Incluyendo a los mismísimos irracionales que lo empujaron a cometer el error.
El momento no está para jugar canicas. Cabeza fría, manos firmes y que no tiemble el pulso para tomar las decisiones correctas. Por duras que sean o parezcan serlo.
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Carlos McCoy
CarlosMcCoyGuzman@gmail.com