El capo mexicano Joaquín “el Chapo” Guzmán Loera, en una prisión de máxima seguridad en Nueva York hace casi dos años, quiere que le permitan abrazar a su esposa, Emma Coronel Aispuro, antes del arranque del juicio en su contra el próximo 13 de noviembre.
Guzmán Loera, considerado por el Gobierno de Estados Unidos como “extremadamente peligroso”, hizo el reclamo a través de su defensa en una carta enviada al juez Brian Cogan, en la que se señala que ese breve encuentro puede ser en plena sala del tribunal federal en el distrito de Brooklyn, donde se le juzga por narcotráfico, posesión de armas y blanqueo de dinero.
En los argumentos al juez la abogada Mariel Colón Miró aduce razones “humanitarias” y aclara que ese abrazo sería “con la barandilla de por medio”, la que separa al público del área donde se realiza el juicio.
Indica además que ese encuentro físico sólo tomaría “unos segundos” y recuerda que a Guzmán no se le ha permitido la visita de su esposa a la prisión de máxima seguridad donde está desde que fue extraditado a Nueva York en enero del 2017 ni tener contacto con ella a través de llamadas telefónicas.
“A Coronel nunca se le ha permitido visitar o comunicarse con su esposo de ninguna manera”, señala la carta, enviada el martes al magistrado y dada a conocer hoy.
Emma Coronel, de 29 años, ha asistido a las audiencias previas al juicio contra el Chapo, de 61, en Nueva York.
Agrega la carta que las razones para justificar el limitar esa comunicación familiar, algo que no ha cambiado, es “evitar que Guzmán cometa, solicite o conspire para cometer otra actividad criminal”.
No obstante, se afirma al juez que ese breve abrazo de la pareja, que ocurriría ante la mirada de alguaciles federales, no presenta un riesgo de fuga de Guzmán Loera ni que le pase un mensaje a su esposa, con la que tiene hijas gemelas de siete años.
El capo mexicano, que fue uno de los hombres más buscados por el FBI y la Interpol, formalizó su relación con Coronel, una exreina de belleza en su pueblo (no se han casado oficialmente) en enero del 2007 en Durango, cuando ésta tenía 18 años.
La misiva a Cogan destaca que el único contacto humano que ha tenido desde su extradición es cuando personal de la cárcel le quita y pone sus esposa y un breve apretón de mano de sus abogados cuando va a la corte.
El alegado exjefe del poderoso y violento cartel de Sinaloa está en confinamiento 23 horas al día y sólo se le permite una hora para ejercitarse pero no salir al patio de la Metropolitan Correctional Center en Manhattan, donde está desde que fue extraditado, debido a su historial de fugas.
“Ha estado completamente aislado. Como resultado, su salud mental y emocional se ha deteriorado. Es bien conocido que el aislamiento tiene efecto en la cordura de una persona”, lo que podría ser un problema en su capacidad para ayudarlo de manera efectiva en su defensa”, indica la carta.
“En el interés de la salud mental de Guzmán y el interés de la justicia, solicitamos que la petición de gesto humanitario se conceda”, señala el documento.