Sedanes hay como colores, para todos los gustos. El Dodge Charger incorpora este año de forma ocasional, un color para los fuertes de corazón, el “Plum Crazy”. La distinción no solo es en tono. Este es un sedán familiar con personalidad, listo para demostrar que, para transportar cómodamente a la familia, no se necesita el aburrimiento y la pastosidad de un Camry.
Los que no quieran llamar la atención en la calle o en el estacionamiento de la empresa, no piensen en un Dodge Charger. Estos vienen con estilo y corazón de un “muscle car”. Hay pocos cambios en la versión 2016, pues fue completamente refrescado el pasado año. Aun así, le han adicionado nueva tecnología que incluye control de voz con “Siri Eyes”, una barra de menús para la pantalla de 8.4 pulgadas en la que se puede de arrastrar y soltar. Hay una versión digital del manual del auto, y otra de las adiciones significativas es la inclusión de radio digital, en todos los modelos de Charger.
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Decidir que Charger llevar a casa requiere de algún estudio. Las opciones no son pocas y se dispersan en un abanico que va desde el SE, que viene con un motor V6 de 292 caballos, hasta el SRT Hellcat con un V8 de 6.2 litros y 707 caballos de fuerza. 415 caballos de fuerza y $38,000 dólares de por medio, quedan el STX, SE AWD, SXT AWD, RT, RT Scat Pack, y el SRT 392.
Nosotros probamos el R/T Blacktop, y para que no pasáramos inadvertidos, nos correspondió el “Plum Crazy”. Viene con motor V8 de 370 caballos, algo que notas con solo ponerlo en marcha. Siempre, mientras conecto mi teléfono al sistema de Información y entrenamiento, hago una evaluación “a primera vista” del interior de los autos. El Charger es muy agradable en su interior. Matizado primariamente en negro, la cabina provee el influjo del poder, con la sobriedad y buen gusto que la simplicidad y claridad puede lograr. Allí sentado con el motor en baja, sin poner el auto en movimiento, ya sientes el placer de un arreglo hecho para hacerte sentir vigoroso.
Poner en marcha el Chalenger RT es la confirmación de que, no es este un sedán para mojigatos. Es el poder clásico del “muscle car” americano en su mejor momento, con un V8 que funciona de maravillas con la transmisión automática de ocho velocidades, para proporcionar rendimiento sin esfuerzo a cualquier velocidad. Al timón se siente deportivo y preciso, con impresionante control y balance en las cuevas. A pesar de la agresividad que puede lograrse pisando fuerte el RT, la cabina es bien callada, a prueba de conversaciones en susurro. Muchos creen sin haberlo experimentado que los autos de rendimiento son incomodos.
Ciertamente algunos lo son, pero muy lejos está el Chalenger de serlo.
La sensación de conducir este auto es ciertamente gratificante. Es un conjunto de impresiones que el cerebro recibe a medida que te familiarizas con él, tanto que me he sentido adherido al Charger como a ningún otro auto que he probado este año. Escribo estas líneas, solo unas horas después de haberlo intercambiado por un Ford Mustang GT manual, también de 8 cilindros y mayor caballaje, 435 pare ser exactos. Un excelente auto, con opciones de manejo que no trae el Charger, pero como las combinaciones que se extrañan, el sabor del Charger se me ha quedado como el de unos Beignets y Café Au Lait servido bien temprano el Café Du Monde de New Orleans…es cuestión de combinaciones.